Hojas

Hojamelojo

Mis alumnos ya se divierten cuando juegan con las palabras; lo hacen si se presentan las reglas bífidas y hoy se nos ha presentado una a la hora de decidir en qué clase de hoja se podría escribir el mensaje para una especie de anuncio publicitario. Tenemos varios formatos en el aula, varios tamaños de hojas. Uno lo llamamos “acuatro”, que con la luz de la RAE no sé ya cómo escribirlo. Otra hoja es exactamente el doble de grande pero no se llama “aocho”, será por las cosas inexactas de nuestra lengua. El tercer tipo son las cientos y cientos de papeletas que sobraron del último proceso electoral europeo, utilizamos su dorso blanco para asuntos menores y de borrador -perdón por la posible sutileza- .

Y es otoño; venido a empujones de aire desagradable que ha hecho almacenar miles de hojas en los rincones del suelo del patio. Las hojas, cuando dejan de ser verdes toman marrones espectrales y cuando les he dicho, estando en clase, que vamos a bajar al patio a recoger hojas grandes para escribir mensajes, revientan de alegría contenida. Aunque nadie me recuerda que esa idea mágica de la polisemia se había vuelto a presentar.

Vale, ya os contaré el repertorio de imaginaciones y cosechas que puede dar un otoño fértil.

Goyo
09-nov-10

Margarita

Margaritas

Casi todas las mañanas, el corto viaje me lleva a la escuela; suelo escuchar con mucho interés las noticias que inician la jornada y no desprecio los descansillos donde aparece la poderosa banca publicitándose -“Quien quiere, puede”, afirma convincente un anuncio- y, otro de ellos, lo hace recogiendo una sabrosa/sosa y remilgada conversación entre un abuelo y su nieta.

— Margarita -parece que va a decir: Margarita, está linda la mar; y el viento lleva esencia sutil de azahar…- que acabo de abrirte una cuenta en tal sitio… y la ignorante criatura no entiende eso de “abrir una cuenta”, ni con qué llave se abre, ni dónde está la ventana, ni nada de libreta, ni nada de nada del diabólico arcano bancario. Y el abuelo se recubre de paciencia que rebosa con ternura explicativa, y le recuerda a la nieta que la casa que tiene él y la abuela, la tiene porque allí, en ese sitio, se guarda el dinero para cuando se necesite, “…y si no lo tienes, te lo presta”.

¿ Y a mí me va a pasar lo mismo ? -le inquiere la ignorante criatura-
¡ Pues claro que sí !-responde el abuelo ufano. Y cosa así pero más aguda de análisis y consecuencias presenta el anuncio mañanero en el que todas la niñas pavas de Extremadura podrán adquirir los primeros pasos para aprender -con los respectivos lamentos adultos- lo que es una hipoteca. Naturalmente, todos los mayores torpes de Extremadura memorizarán el consejo mientras acompañan a sus nenes a la escuela.

El abuelo presenta un mensaje experimentado y cariñoso de esta sociedad vieja que nunca acaba de aprender; habla a su niña dándole consejo de hombre que ha vivido y entiende que ella debe también aprender a hacerlo. Los sabios dicen que así no se avanza, no se vence el riesgo, no se aprende del fracaso

Ya no me asombra que los bancos españoles hayan descubierto que las hipotecas no solo se levantan sobre bienes inmuebles o tesoros reconocidos, sino que se edifican sobre las personas que se esclavizan de por vida y dejan en herencia tan maldita operación. Lo que ahora me amenza, es la duda de cómo ya saben los bancos que a esa infancia le depara el mismo futuro que a sus abuelos.

Goyo
08-nov-10

Buenas noticias.

.
Gregory_IX

Evangelizar tiene mucho que ver con «koiné ευάνγελος«, que en su origen significaba dar o traer buenas noticias. Así que cuando aquellos esclavos romanos escucharon en las catacumbas que vendría un dios distinto a los de aquellos lares para salvarlos, no debemos extrañarnos -ni aún en estos días- del abrazo creyente; parece que en la creencia de los plebeyos no entraba que de los patricios romanos surgiera bondad, misericordia o compasión.

Acabó el Imperio Romano y se presentó el poderío feudal, los nuevos esclavos de la gleba escucharon de la Patrística otra «buena nueva», que además de ofrecer mejor salvación, se encargaba -a través de un Santo Oficio y una Santa Inquisición- de pasar por la hoguera a quienes dudasen, negasen o rebatiesen las verdades inquebrantables. También parece que los súbditos no disfrutaron mucho de la bonohomía de la nobleza y clero.

Así, tras siglos de glorias anunciadas, se presenta en estos días entre nosotros un personaje que de nuevo incita a sus seguidores a iniciar nueva evangelización para los naturales de este país, muchos de ellos apartados de las creencias quizá debido a un exceso de «malas noticias«.

Como de las cosas muchas que ha dicho las únicas verdaderamente distintivas han sido esas referidas al laicismo de los años treinta y a que las mujeres deben realizarse en el hogar y en el trabajo, podemos pensar que esas deberán ser las buenas nuevas que sirvan para recomponer el estado de fe.

En estos momentos dicen que regresa a su estado, con la promesa de volver de visita al año que viene; seguramente volverá con mejores noticias.

Goyo
07-nov-10

Almendras

. Almendras1

Una vez me robaron en la caseta del huerto. Eran estas la fechas porque ya tenía recogida la cosecha de almendras en la carretilla. De las muchas cosas que se llevaron, también aprovecharon la buena presencia de los frutos secos y me dejaron apenas una tercera parte. Mis sospechas se inclinaban hacia los muchachones de una familia conocida por la mejorable condición de su fama.

Y un día, cercano al del disgusto, vi a uno de ellos sentado en la puerta, al sol tibio de noviembre, machando almendras.

Me acerqué intentando simular al máximo lo que era incapaz de posponer como prejuicio: que esas almendras tan sanas y tan limpias no tenían por qué ser las que fueron mías. Como para ser educado pregunté por lo evidente y me atrevía a pedirle un puñado para probarlas. Allí mismo las partí, ante él, pero no me comí todas; le dije que me reservaba unas cuantas para ir comiéndolas durante el camino a la plaza. Como no tenía prueba y lo que más tenía era sospecha, guardé como unas ocho almendras para mi particular estudio. Estudié lo conveniente y obtuve como recompensa la certeza. Claro que ni quise ni me apeteció revelar el fundamente de la acusación.

Días después, conversando del asunto con uno de los amigos al que había comentado el robo, le dije que el tal sujeto se había comido «mis almendras«, lo que le provocó gesto de burla y pregunta de chanza: ¿Me quieres decir que tú conoces tus almendras?

Y esta es la explicación que le di: guardé las almendras peladas, y cuando tuve tiempo apropiado comencé a partir algunas de las almendras que habían dejado en la carretilla. Cada una de ellas, una vez partida, la observaba detenidamente y todas se mostraban distintas no solo en tamaño, coloración, forma o arrugas externas,… hasta que surgió la identidad: dos almendras mostraban la misma disposición de «arrugas», exactamente el mismo dibujo en sus dos caras, la misma coloración, el mismo diseño en sus curvas,… así fui consiguiendo grupos de almendras peladas que gritaban juntas que cada grupito procedían de un almendro distinto. Descubrí entonces que cada almendro «fabrica sus almendras» con distinción apreciable a simple vista, sin necesidad de complicados estudios genéticos.

Comparados los grupos con las almendras que había guardado, la duda se esfumó: todas ellos pertenecían a algunos de los diecinueve grupos que habían fabricado los diecinueve almendros de mi huerto.

La foto que encabeza esta historia muestra almendras de varios tipos de almendras. Hay diez ordenadas y a su derecha, ocho en desorden. De las diez, las cinco superiores pertenecen a un mismo almendro y de las inferiores, las tres de la izquierda son de otro almendro; las otras dos que quedan a la derecha, son de un tercer almendro. Ambos distintos a los almendros de donde proceden las almendras desordenadas.

Claro que cuando concluí el descubrimiento, el vecino seguro que había dado fin a las almendras que fueron suyas porque yo ya no podía demostrar que habían sido mías.

Ahora, es esta segundo foto, se aprecia la diferencia entre los tres grupos de almendras; las cinco de la primera fila pertenecen a un mismo almendro. En la fila inferior, las tres de izquierda son de otro almendro y las dos de la derecha de otro distinto.

.
Almendras2

Puedes comprobarlo tú mismo; búscate dos almendros y observarás como cada uno deja su huella particular en sus frutos.

Goyo
02-nov-10

Diez años y un día

Cementerio1 (1)

Yo no me lo quería creer porque en los bares se alimentan los mentideros. Yo sólo creía que eso pasaba por ahí fuera, en casa de algunos artistas o en familias que tuviesen el apellido Lorca después del apellido García.

Sin embargo, allí estaba. Mirando al norte, en sombra de un muro largo y luminoso, a la izquierda de un camino hormigonado recientemente, que es como se hacen ya los caminos “sostenibles”. El caso se adecenta con la ternura de un folio resguardado en una funda de plástico transparente que protege un poema a una abuela que murió. Allí está la lápida común, comunitaria o comunista; para el caso la sinonimia no se fuerza. La lápida no se sostiene; o sea, la lápida no es sostenible, se apoya en el muro. A la lápida se ha adherido una cruz latina inoxidable y su brazo derecho sí sostiene el poema.

Cementerio1 (2)

En el suelo parecen crecer jarrones de flores envejecidas, jarrones embarrados, pétalos descoloridos y emblemas mortuorios semisepultados por la hierba tierna de otoño,… todo revuelto,… así como sobras y huellas de un botellón que hubiesen celebrado los difuntos: “AQUÍ YACEN LOS RESTOS DE LAS VÍCTIMAS DE LA GUERRA CIVIL”. Todo este panorama se presenta gratis y lúcido en el cementerio público de la ciudad de Cáceres.
Cementerio1

Un poquito más al sur, en terreno saneado, con cierto empaque de elevación y en suelo tapizado de mármoles negros se hace levantar un monolito paralepipoidal que al sur muestra una leyenda con letras cobrizas que no quiero decir lo que dicen. A los sus alrededores, unas grandes lápidas de piedra lisa y oscura recogen muchos nombres, también de personas de esas que viven ya en los cementerios para siempre. Esta cuidada atención y dedicatorio me dicen que se ejecutó hace seis o siete años.
Cementerio1 (4)

Mis dudas -en estas fechas que hasta los muertos señalan- se cifran en si aún quedan ganadores de la contienda que sostienen este desigual trato; también si los diferentes ganadores electorales hacen los esfuerzos por llegar a una transición o si la jerarquía religiosa dominante sigue sosteniendo las armas de la misericordia y el perdón para mejor remedio de las calamidades que fabricamos los humanos.
Cementerio1 (3)
Cementerio1 (5)

Goyo
Hoy, 25-oct-10, diez años y un día de aquel en el que se abrió una fosa que guardaba los restos de 13 republicanos.

Premios

.
ZygmuntBauman

.

Adoro eso de los premios. Menos aquellos de algunas mal llamadas ciencias del Nobel. Me molesta que no haya Nobel de Matemáticas y que sea concedida la distinción a las torpes técnicas económicas, que son como las matemáticas «caseras» pero adulteradas por los ricos y por los que desean hacerse ricos, o hacer ricos a los ricos. No opino así de la Física que es la resonancia más equilibrada del mundo matemático. Así la Física me sigue haciendo tilín, cosa audible e inteligible.

Los muy sabios Touraine y Bauman, reciben una consideración que cada vez debe tener más seguidores. La valentía en el reconocimiento que se establece a través de la concesión del premio Príncipe de Asturias va in crescendo cada año. Comparado entonces con el premio que a nivel «global» concede la Academia Sueca, Asturias sirve para poner en ridículo la interpretación que se hace de la «Economía» desde la fría Suecia.

Me desagrada tener que exponer esta molesta diferencia; pero entre la valoración que nos ha llegado, de cuáles son los motivos para un premio y para el otro, me aferro a la profundidad de los sociólogos y economicistas Bauman y Touraine. Sobre todo por la metáfora explicativo de cómo una cosa tan física como la pasta puede transformarse en líquida con el peligro preparado para convertirse en gaseosa.

Entonces será gas letal.

Nobel de Física para Zygmunt Bauman, por favor.

Goyo
22-oct-10

Revuelto de espárragos trigueros.

Vanyvienen

Uno va a Madrid siempre con desgana; no tengo forma de autoconvencerme. Yo pienso que todos los tres -o cinco- millones de buena gente no pueden estar chifladas; pero las circunstancias se organizan como para recordarme los hábitos distintivos. No me gustan los cientos de coches unidireccionados, las prisas caóticas y las caras de personas cansadas, aburridas o agrias.

Por encontrar algo que me recuerde a la normalidad, caída la noche siento el apetito lo mismo que si estuviera en el pueblo y busco lugar donde restaurar. Es una oferta como con nombre palurdo, porque así podrá despertar el encanto de los jamones y los quesos. El vino se presentó excelente y me pido un «revuelto de espárragos trigueros salteados con jamón» que viene a la mesa como si ya supieran que yo llegaba con tal decisión.

A la vista del plato, el señor camarero me pregunta que qué tal me parece -porque ya le había yo comentado las excelencias del vino- y le respondo preguntándole que si ha ido alguna vez al campo a buscar espárragos trigueros. Y me dice que no, como lamentándose. Así que me deja desprovisto de argumentos y sólo me queda el recurso de tomar primero la foto y después, acabar con lo que el plato presentaba.

BBoct10 148

Otro día describiré los sabores que encontré en la catadura.

Goyo
20-oct-10

La ratonera

.
edwards

Los científicos sin relumbrón siguen pensando que el gremio de ratas y ratones constituye el mejor ejército experimental para después traspasar las hipótesis al gremio humano, cuanto más en aquellas personas sabias alumbradas por el reconocimiento. Así llevamos como dos siglos tranquilos, muy a pesar de los intentos -cada vez menos- de nuestra dominancia vaticana… ya sabrá usted cómo se las andaba el Santo Oficio.

Muy a pesar de ello, la gente inquieta desafía a la gente quieta y, Robert Edwards, consiguió dominar la técnica para facilitar hijos a las personas con dificultades naturales para tenerlos; no es verdad que tan sólo con un tubo de ensayo se resuelvan las incógnitas, los tubos de ensayo fundamentalmente sirven para detectar errores en el camino. A la santa pater/maternidad no les ha gustado la concesión del honor. Aún no he indagado qué piensa la doctrina sobre las almas de los vitronacidos. La inseminación in vitro no debe confundirse con amar sobre una fría mesa de cristal; pero a algunos inexpertos (?) teólogos les ha parecido que la técnica puesta a punto por Robert Edwards por Robert Edward, no ha gustado a la curia que seguramente optará por criterios quizá más confortables.

Por tanto, -y por tan poco- a veces pienso que los humanos no andamos lejos de los malditos roedores; basta diseñar una buena trampa para reconocernos imbéciles con gran CI. Estas insanas conclusiones las he obtenido en soledad junto al sol tierno de octubre, sentado a la luz del día y limpiando una vieja ratonera que he rescatado de la casa de mi madre.

Ratonera
Si observáis el artilugio y detectáis la eficacia de su mecanismo, obtendréis la conclusión similar al Nobel de Economía.

Los obreros están convencidos de que los gobernantes son los responsables de su penuria contractual y las empresas aseguran que son los gobiernos los responsables de su quebrada salud, que ya no tienen iniciativas porque a los políticos les falta iniciativa. Se precisa entonces una revolución financiera in vitro.

El experimento ha funcionado bien: casi todo el personal reinvindica un Estado facilitador y regulador del sistema productivo; o sea, parece reivindicarse aquello que se propugnaba décadas atrás más allá del muro de Berlín; pero aquella incruenta caída fue tomada con alborozo, porque así se asentaba sin miedos el principio de la libertad de las empresas a decidir sobre su economía. La privatización de las empresas estatales de la Alemania pobre, auguraba el éxito de la socialdemocracia; sin embargo, ahora me parece cada vez más clara la tendencia a exigir de los gobiernos como una especie de estatalización del mundo laboral, no sé si es porque las empresas privadas carecen de iniciativas o porque hay un muro bancario invisible.

Y entonces llegan los premios Nobel de Economía, que explican con claridad lo que ya aprendieron los obreros ibéricos en las plazas de los pueblos allá por los años cincuenta del pasado siglo: no se llega a un equilibro oferta/demanda en el mercado laboral por la existencia de fricciones. A mis entendederas, suele ocurrir que los galardones otorgados a los avances de la Fisiología y Medicina tienen -o tuvieron- repercusiones positivas inmediatas; ¿veis? los niños nacen de otras maneras. No obstante, me sigue pareciendo que en las condiciones crudas del trabajo siguen las viejas prácticas, pero esta buena gente de la cosa económica se las ingenia para explicar cómo duele la pobreza y no acaba de encontrar medicamento. Se conforma con explicar los orgasmos de la riqueza. Es la ratonera.

Como podéis ver en la foto, uno de los soportes ha sido modernizado por mi habilidad reparadora de trastos y puede volver a funcionar. La ratonera sigue dispuesta y el tiempo sigue corriendo en contra de los crédulos.

Claro que si no conocéis cómo funciona este simple artilugio, después no os podéis quejar de cómo los bancos despluman… y os aviso que la mejor oración para el culto a los mercados se inicia y remata con el recorte en gasto social, tema éste que lo mismo es premiado en la próxima convocatoria sueca.

Goyo
14-oct-10