Bellotas en Navidad

 

 

 

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Con los últimos días del año, las encinas dejan caer también sus últimas bellotas; herramientas cobrizas que intentan poblar de nuevo los campos con carrascas que algún día podrán convertirse en encinas centenarias, si es que antes algún animal no la ha aprovechado.

Pues les decía que llevo desde 1992 intentando remozar con nuevas encinitas los yermos que tan bien fabricó nuestra no lejana historia agrícola. Aquella historia no tenía mejor proyección de futuro que descuajar (arrancar de cuajo) montes y dehesas aunque sus tierras no sirviesen gran cosa para la producción de cereales. O sea, que antes de la locura de los montes tropicales y amazónicos, nosotros experimentamos bien a gusto la limpieza arbórea, quedando muchos de nuestros campos para que las ardillas pudiesen viajar en avión si querían atravesar la península desde Évora a Gerona, por ejemplo.

La costumbre que usted puede asumir es muy simple, barata y larga de fiar: se trata de coger alguna que otra bellota, de esas que pronto ya no habrá, esconderla en algún hueco del campo y esperar taimadamente a que crezca. Aunque nunca pueda gozar de su sombra. Aunque nunca más el destino le permita volver a visitarla.

O bien, sembrarla junto con su hijita -o junto con su nieto- en una maceta, esperar a que germine, cuidarla durante un año, y volver a repetir la fiesta de la replantación en la próximas Navidades, desprendiendo la planta de la maceta con mucho cuidado para pasarla a tierra. Incluso regalarla.

Otra cosa también emotiva y efectiva: regale como felicitación navideña una bellota a su jefe, a su empleado, a su vecino del cuarto, al vendedor de la Once, al Policía, a la Alcaldesa,… que seguro que lo toma en consideración y proporciona lo que será un hermoso marco de encina dentro de veinte años.

Mejor aún: tenga el atrevimiento de enviar en esta fechas tan tiernas dos o tres bellotas a ese familiar que tiene en Móstoles, en Vitoria o en Castellón, cuéntele la historia feliz de que existen culturas en las que se reconoce a los viejos poderosos porque siembran árboles de los que quizá nunca se aprovechen de sus frutos.

 ¿ Saldrás a sembrar una bellota ?

¿Has preparado el sobre para enviar dos bellotas a esa persona?

Goyo

03-dic-14

bandemita                                     Bandera Medioambiental.

Bellotas para Navidad

Bellotas maduras

Con los últimos días del año, las encinas dejan caer también sus últimas bellotas; herramientas cobrizas que intentan poblar de nuevo los campos con carrascas que algún día podrán convertirse en encinas centenarias, si es que antes algún animal no la ha aprovechado.

Pues les decía que llevo desde 1992 intentando remozar con nuevas encinitas los yermos que tan bien fabricó nuestra no lejana historia agrícola. Aquella historia no tenía mejor proyección de futuro que descuajar (arrancar de cuajo) montes y dehesas aunque sus tierras no sirviesen gran cosa para la producción de cereales. O sea, que antes de la locura de los montes tropicales y amazónicos, nosotros experimentamos bien a gusto la limpieza arbórea, quedando muchos de nuestros campos para que las ardillas pudiesen viajar en avión si querían atravesar la península desde Évora a Gerona, por ejemplo.

La costumbre que usted puede asumir es muy simple, barata y larga de fiar: se trata de coger alguna que otra bellota, de esas que pronto ya no habrá, esconderla en algún hueco del campo y esperar taimadamente a que crezca. Aunque nunca pueda gozar de su sombra. Aunque nunca más el destino le permita volver a visitarla.

O bien, sembrarla junto con su hijita -o junto con su nieto- en una maceta, esperar a que germine, cuidarla durante un año, y volver a repetir la fiesta de la replantación en la próximas Navidades desprendiendo la planta de la maceta con mucho cuidado y pasarla a tierra. Incluso regalarla.

Otra cosa también emotiva y efectiva: regale como felicitación navideña una bellota a su jefe, a su empleado, a su vecino del cuarto, al vendedor de la Once, al Policía, a la Alcaldesa,… que seguro que lo toma en consideración y proporciona lo que será un hermoso marco de encina dentro de veinte años. Mejor aún: tenga el atrevimiento de enviar en esta fechas tan tiernas dos o tres bellotas a ese familiar que tiene en Móstoles, en Vitoria o en Castellón, cuéntele la historia feliz de que existen culturas en las que se reconoce a los viejos poderosos porque siembran árboles de los que quizá nunca se aprovechen de sus frutos.

Esa es la duda: ¿ saldrás a sembrar una bellota ?

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Una banderita para l@s animos@s.

Bellotas para todos.

Encinavieja

La alegría que me ocasiona la noticia no me impide volver a recordar la tendencia indiscutible del arbolado de nuestras dehesas. Encinas y alcornoques extremeños acumulan edad y enfermedad, cariño y respeto, estudio e ignorancia,… pero inexorablemente caen en el deterioro que no solo el tiempo ejecuta sino que se añade la renqueante dedicación a su cuidado.

El arbolado de la dehesa y su estructura de hábitat equilibrado, al ser artificial su formación, requiere constantes atenciones que no pueden dejarle a la aventura de la Naturaleza.

Nuestras encinas se pierden a velocidad preocupante y, pese a los esfuerzos de los últimos diez años, las reforestaciones apenas equilibran las heridas forestales en campos y sotobosques.

Son hermosas las historias como la que cuenta la noticia de Alburquerque. Otras muchas más historias siguen grabadas en muchos pueblos con dehesas boyales; pero estamos haciendo poco para asegurar la permanencia.

Lo que a mí se me ocurre, y que llevo practicando desde hace 19 años, es promover la siembra «salvaje» de una bellota allí donde nos plazca, aunque no tengamos parcelita, aunque no sea nuestro el suelo. Extremadura es muy grande en huecos de campo que pueden albergar una nueva encinita. También desde las escuelas, donde la infancia se alecciona ella misma cuando descubre cómo una planta tan lenta en crecer constituye una nueva dependencia.

Volveré a sembrar bellotas en estos dos meses más apropiados: Noviembre y Diciembre.

Volveré a solicitar ayuda a las instituciones,

Volveré a insistir en la creación del hábito extremeño de felicitar el tiempo navideño enviando bellotas que se siembren allá donde tengamos a nuestros familiares y amistades.

Volveré a enviar bellotas a quien me facilite su dirección postal.

Gracias Alburquerque por volverme a despertar las ganas.

Bellotas3

Una banderita para Alburquerque
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Goyo
08-nov-11

Estoy cambiando

Bellotas23

Parece que cada especie de ser vivo de este planeta requiere compañía; hasta ese ejemplo autodenominado «humano» está entrando en el hábito: es ya muy frecuente dotarse de un «animal de compañía» para sentirse como más realizado. Dicen. También percibo que no es tanta la moda de hacerse de «vegetales de compañía»; eso es muy antiguo y ocurría siempre a nuestros abuelos. Mira, ese limonero lo sembró tu abuelo,… y también aquel algarrobo, que lo trajo chiquininino de la Sierra de San Pedro, y también las parras del lagar del señorito…

Yo no sé por qué cambié en el año 1992, quizá cambié antes pero no me di cuenta del número, y recuerdo la cifra porque ese año de fastos descubrimientos envié a la Casa Real un sobre con dos bellotas, y algunas explicaciones, para que se sembraran allá donde la realeza dispusiese su tino; supongo que entre tanta atención a la diversidad de eventos, aquella apuesta quedaría perfectamente clasificada en el cajón de cosas inclasificables. En fin, fue ese año; que también fue el primero en soñar que si los extremeños nos dedicásemos a regalar bellotas como símbolo eco-navideño, llenaríamos el futuro de jamones de invierno. Ya saben que los jamones hay que ganárselos. Quizá por eso, los otros reyes, los Magos, regalan en mi pueblo -desde aquel año- plantones de alcornoques, de encinas o de pinos piñoneros, al público que presencia la cabalgata de la Noche Mágica del 5 de enero. Los hay incluso que se acercan a recoger sus vegetales de compañía sin haber hecho atención a la Magia o a la Realeza.

Así, son miles las apuestas a lo largo de estos últimos 18 años, tiempo como para pensar en mayorías y aprovechar aprendizajes.

Tenemos encinas -nacidas de bellotas extremeñas- en Navarra, en Italia, en los páramos de Cuenca, el Tucumán, en Rosario, en las Isla Canarias, en Buenos Aires, en Chile, en Nicaragua,… las más recientes viajaron este año a Egipto, para un salmantino que me encontró en la red y me preguntó que a cuánto vendía las bellotas. Le envié las últimas de la campaña junto con plantones de alcornoques y de encinas, (todo gratis gracias a MRW-Cáceres) ya casi en tiempo aquilatado y de las que no conozco nada de su nacimiento o de su arraigo. Ya saben cómo de revueltas bajan las aguas del Nilo; y el castellano que me las pidió no me ha vuelto a dar novedades.

El caso es que nuestras gloriosas dehesas sirven de agostadero de estudios románticos; al igual que romántico me parece ya sembrar un árbol. Se nos escapó el bosque mediterráneo, se nos escapan los últimos encinares y alcornocales: la ecología magrebí sigue ampliándose al norte del charco mediterráneo, sigilosamente, con la complicidad silenciosa de godos y visigodos.

No obstante, sigo sembrando árboles pese a mi mayoría experimentada; pero ya lo que estoy por aprender es a «sembrar bosques«. Como ustedes saben eso supone recolectar un ejército de bichos vivientes, arbustos, arbustinos, hierbajos, hongos, florilegio, lombrices varias, líquenes, semillas invisibles, semillas que se ven, pájaros varios, lagartitos, rumiantes, depredadores, bacterias, setas, espárragos,… y «minicrobios», como decía aquella maestra para demostrar con ejemplaridad lingüística el tamaño de la vívida pequeñez.

Y es que de mayores nos hacemos más difíciles y perdemos la bruta simplicidad que nos regala la infancia.

Goyo
02-mar-11
Bande

Banderita para los bosques desaparecidos y para los futuros.

Respuesta a Víctor

bellota09

Pues claro que sí, Víctor.

Ya he reconocido repetidas veces el ejemplo constante y persistente de Adenex, de Arba, de Arus, de BirdLife, de Greenpeace, de Ecologistas en Acción, de multitud de colectivos, de Ayuntamientos, de asociaciones,… Somos un ejército «casi» de Pancho Villa, gozosamente entusiasmados en estas tareas.

Pero mi propuesta tiene mucho de «gamberrada», y espero que entendáis la expresión con todo el cariño. Se trata de animar a ser anárquico natural, a dejar la bellota «con una intemperie cuidada» frente a la Naturaleza. Mucha gente no tiene finca, ni parcela, ni pertenece a ninguna asociación, ni observa en su Ayuntamiento o en su empresa principios éticos respecto al planeta, ni tiene el tiempo correcto para utilizarlo socialmente en un compromiso común, pero no le importa ser autor de una apuesta de futuro.

Yo creo que esta iniciativa es ridículamente pobre comparada con cualquier acción organizada de colectivos anteriormente citados, incluso con la asociación a la que pertenezco «Gaia, amig@s de la Tierra» y que ya ha asumido el programa; pero tendremos que considerar que puede ser que así logremos que unas encinas sean fruto compartido dentro de cincuenta años.

Víctor, de todos los cientos de intentos posibles, yo me conformo en que sólo algunas centésimas tengan éxito; los demás éxitos, seguro que vendrán de la mano de gente mejor organizada.

Gracias por tu hermosa colaboración.

Goyo
23-nov-09

¿Por qué hay que sembrar un bellota?

Desde 1992 dedico al menos durante un mes a predicar sobre una de nuestras esencias arbóreas: la encina es para mucha población culta el árbol que mejor atesora sombra, refugio, leña noble, adorno perenne del campo, fruto rústico y madera que soporta fierro de cualquier herramienta. Como huyendo de la cursilería, el bello veteado de la madera de encina no soporta la linealidad artificial de las coquetas o de los chiffoniers, por eso prefiere las manceras, los estiles de azadones, los yugos,…y las colas de milano que engarzan los granitos de los puentes romanos.

La encina comenzó a tener enemigos hace como un siglo: el mercantilismo agropecuario, la «intensión» caprichosa de la ganadería, el cerealismo de los años cuarenta, la irrupción de la celulosa,… y otras cuantas torpezas capitalistas provocaron incluso un desprecio armónico: no solo contra la encina o el alcornoque, también contra el picón, la tórtola, el aclareo de chaparros, la poda «para el tractor», y otros menesteres que la falsa comodidad impone. Para remate pernicioso, el «Mal de la seca» se presenta temible, incansable, crecido,… llenando los troncos de chancros negros y las ramas de hojas de marrón enfermo.

Sembrar un bellota, para gente que no tenemos fincas es el desafío más ingenioso: basta una cuneta apartada, la proximidad de una pared de un cercado, una fisura en una roca o un lugar donde creamos que no llegará el jabalí o la paloma torcaz. Allí la semilla es capaz de brotar y almacenar lentitud. Si no tenemos terreno, optemos por la maceta como primer recurso; luego seguro que el tiempo abre posibilidades.

En estos años me han venido a golpear experiencias muy compensadoras: tengo/tenemos encinas y alcornoques creciendo incluso en tierras del hemisferio sur, a pesar del cambio estacional, siguen creciendo en Tenerife -gracias Juan Carlos- son ya mayores por tierras más cercanas y viven acompasadas y acompañadas de personas igualmente largas en intenciones.

El crecimiento es monstruosamente lento si lo valoramos desde la perspectiva de las prisas. No le des stress a su proceso, no la mates con riegos, no la engordes con fertilizantes,… sabe soportas las inclemencias más extremas.

Sembrar un bellota y esperar a sestear bajo la sombra de su encina requiere entrar en una lista de espera de 20 a 25 años, lo que se mide ahora como tiempo de una generación. Me diréis que es una exageración, pero así hay que aprenderlo.

Seguimos andando escasos de tiempo, de imaginación,… siéntate a observarte, siembra una bellota y contempla la quietud.

Para el fin de semana tendré dispuesto el folleto para que lo podáis reproducir y ajustar la campaña a vuestras ocurrencias.

Hoy quiero hacer mención especial al magnífico decoro que me ofrece Gemma Granado, que nos ofrece.

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bellota09

Goyo
19-nov-09

Siembra una bellota. Campaña 09

encinasjara

Tengo bellotas de encina y de alcornoque.
Tengo folletos (blanco y negro) fotocopiados de campañas anteriores.
Tengo muchas fotocopias de una cartita para gente sensible.
Tengo bolsitas de plástico para guardar el folleto y dos o tres bellotas.
Tengo todo este tiempo de noviembre y algo de diciembre.

Tengo necesidad de que alguien me eche una mano:
a.- Expandiendo la idea por la red.
b.- Copiando y mejorando la idea.
c.- Facilitándome sobre prefranqueados con dirección a la que enviar.

Ahora viene lo que no tengo; como aún las bellotas no pueden enviarse por vía e-, no tengo tantos sobre timbrados ni tantos sellos como debiera tener para equilibrar oferta y demanda. Por tanto, si me envías un sobre que dentro guarde otro sobre debidamente timbrado, te devuelvo este último con el folleto, la cartita y las bellotas. Si es una asociación o colectivo, espero sobre más grande y timbre ajustado al peso previsible.

Si me escucha alguna institución generosa, banco ético, o mecenas despistado, …

Gregorio Tovar Barrantes
Malvinas, 35
10.190 – Casar de Cáceres

Goyo
18-nov-09
Bande