Era del dedo meñique de un pie, de un niño de corta edad de hace miles de gobiernos. Por ese huesecito, por donde fue encontrado y por los restos colaterales de la excavación, los hombres y mujeres de ciencia deducen procesos, valores y conductas de aquellos antepasados lejanos. Todo un minúsculo dato informativo ha sido suficiente para edificar los complejos conocimientos y quehaceres humanos de la época.
Pues bien, animados por toda la magia constructiva y deductiva de los paleoantropólogos, otro complejo equipo de expertos, dirigidos por el que esto escribe, ha realizado el estudio completo de varias cabezas vivas de varios dirigentes de fama diversa. Naturalmente, también se ha detectado y analizado el aparataje colateral.
Comenzamos tapándole el foramen magnum para que lo importante no se derramase, comprobamos que la fontanella estaba ya cerrada, medimos la contaminación de la sustancia gris, que tiraba ya a negra, comprobamos que en el cuerpo calloso residían en verdad las convicciones más profundas, allí estaban también la glándula pineal y su vecina hipófisis sentada en la silla turca. Componiendo el armazón y cerrando, los muchos huesos soldados protectores del cerebro abrigaban al plomizo gris interior que debiera ser indicio de cierto nivel de inteligencia,… Cabe destacar que las cabezas elegidas presentaban incluso parte de calvicie. También las había con cabellos rizados descansando sobre los occipitales.
Y nada.
No hemos sido capaces de obtener conclusiones acerca de las obras y oficios para evadir lo que dicen que está cayendo; pues lo que proclama el hemisferio izquierdo lo derrama el derecho y lo que atisba el frontal lo despista el temporal. La sustancia blanca ya no arrastra pureza y la gris no empuja sabiduría. Una papilla amorfa y azulada lo inunda todo y se expande saliendo por los ojos, las orejas, la nariz y la boca. Las descalificaciones taponan los oídos y las pruebas visuales nublan el razonamiento.
Me dicen que otro grupo de expertos está inmerso en el desarrollo de un nuevo proyecto que espera obtener datos relevantes a partir del estudio profundo de la entrepierna.
Acabamos de adentrarnos en la sociedad de la información.
Goyo
11-ago-12
Por tan poca cosa, en estas épocas, no me parece inteligente el alboroto neopolítico que hierve acerca de la denominada “sociedad de la información”. Siempre ha sido más abundante la información que el conocimiento y siempre la sociedad ha funcionado más a base de información que de conocimiento. Diríase incluso que se gobiernan sociedades sin conocimiento.
Siempre ha existido la sociedad de la información; nunca seremos capaces de evadir su influencia. Aún para el humano que no aspira a conocer, todo es información. Incluso para el humano que desea inclinarse a otras pasiones, le es necesaria la información.
Cuanto más y mejor nos acienagamos en el conocer, más difícil se nos presenta la distinción de los conocimientos, por lo que aquellos que desean aprovechar la confusión de la ciénaga, tienen bien fácil fabricar una maroma aparente que prometa la salve de esas tierras movedizas: Un ejemplo de maroma de este tipo se construye con la expresión “Menos impuestos, más empleo”. El caso es que todo el mundo informado admite de esta frese infeliz tanto la maldad del raciocinio como el acierto seductor.
No hace falta resucitar a Jung ni acudir a los apuntes secretos de Roschard, pero una campaña electoral basada en el lema “fóllate a quien quieras” tendría un potencial interpretativo que me gustaría bautizarlo como “universal político”. Un universal político es una expresión que aún siendo rechazada, incita a despertar las más variadas controversias. El obrero al patrón, el revoltoso a la policía, el tendero al mayorista, la Maruja al carnicero, el diputado .
Uno recibe una información y no se queda pasivo sino que la asimila, aún rechazándola, la unifica con las informaciones que poseía, le concede carácter futuro y comienza a planificar o a actuar en función del mecano que se construye con todas la informaciones. Otra cosa es la acción, que no siempre obedece a los principios de la razón.
Ni en los tiempos de las luces fueron tiempos de la razón, sino de la persuasión
Siempre estamos en la sociedad de la información porque nos construimos y reaccionamos según la información recibida, almacenada y construida; pero no siempre la sociedad, sus miembros gobernados y sus líderes gobernantes, se gestionan por la razón. Creo que en esta época también impera la persuasión.
La persuasión quizá convenga entenderla tanto como el conocimiento como la capacidad de convicción fundada en la creencia futura de que la felicidad humana bien puede no proceder de decisiones razonables, sino de intenciones ilusionantes.
Por ejemplo, en el medievo, si hubiera habido elecciones democráticas, un buen lema hubiese sido: “Más monasterios, más empleo”
A pesar del racionalismo económico de “El capital” y de las revoluciones etéreas y sangrientas, seguimos pensando que el trabajo no es inmanente y propio del humano sino que es una concesión del empresario. Modernamente, se impone la idea de que el trabajo es un producto estatal, gubernamental,… de los dirigentes políticos. Y lo creemos con tanta certeza que las preocupaciones socioeconómicas más elevadas las depositamos en la clase política.
No sé si nos damos cuenta del poderío de la información contaminada, que es información verdadera, que tiene dos partes esenciales de verdad, la mitad que interesa coger y la mitad que interesa añadir. Y esto es un ejemplo de mitad y mitad; pero encontraremos abundantes ejemplos de cuarto y tres cuartos y de cuarto y mitad.
Lo del corpus académico tiene parte de residencia en las Universidades y cada vez más, en la red cibernética y así como a Copérnico y Galileo
Si seguimos funcionando a la ancestral manera o si