Que estudien ellos !

Incluso los malos gobiernos saben que los dineros que se dedican a la educación son los más rentables; lo que sucede es que los malos, los mediocres y los bancos quieren los beneficios ya mismo. Hasta ahora, la persona educada no solo almacenaba saberes pasados y análisis de experiencias de aquellas gentes de antes; la compostura mejor aceptada es que también se concedía a la persona educada una capacidad de inventiva mezclada hábilmente con una buena ración de sensatez ante el futuro. Así se hacía que el pasado fuese respetable, el presente agradable y el futuro nunca llegaba a ser temible.

 

Todo el sistema educativo de hoy se presenta repleto de llagas y heridas, no hay un solo resquicio sano, ni siquiera encuentro sano el sistema analítico que quiere corregir los vicios acudiendo a una supuesta perversidad de las leyes sometidas a vaivenes de cada época. Siempre ha sido así, incluso en los tiempos de aquel Villar Palasí, que cuajó una concepción de la Escuela Pública que ya la quisieran los modernos de estos pueblos que nos dominan: había que conseguir que en ocho años, los niños y las niñas mezclados adquiriesen la “Enseñanza” que la sociedad de entonces consideraba “General” y “Básica”. Puede que no se consiguiese al completo, quizá porque otros sectores gobernantes tuvieron el miedo excelso -la elevada duda- de pensar que así, algunos hijos de familias pobres accederían a profesiones y papeles sociales reservados a los privilegiados. No se confundieron sus pesares y en veinte años, la España de los ochenta reventó en potencialidades jóvenes. Muy a pesar de la persecución y burla -dirigida desde las alturas- que en los años sesenta se ejecutó contra el mundo estudiantil:            “¡ Estudiante, mangante !” decían los trabajadores a otros hijos de otros trabajadores.

En estos días, una idea incisa del dibujante “El Roto” me ha vuelto a despertar; dibuja a una pareja de pijos con champán diciendo: “No hace falta que vuestros hijos estudien, ya lo hacen los nuestros”.

En esta semana, teniendo como tenemos un presente temible y un pasado que nos lo quieren presentar cada vez más desechable, dudo qué adjetivo le asignarán ustedes al futuro.

 

Goyo

06-nov-12