¿Por qué los árboles saben que fue el mes de julio?

Ellos, los árboles, no fueron a estudiar Historia y desconocen que éste es el mes dedicado a César. Los historiadores dicen que César admiraba a la higuera; no solo porque duplicaba en cada anualidad su cosecha -ya brevas, ya higos- sino porque era el único árbol que además de dar sombra regalaba frescura al transpirar. La sombra de la higuera la sabemos apreciar los que no somos emperadores. El caso es que yo no quería escribir sobre el nanoclima de la higuera sino sobre el clima humanoide del mes de Julio.

El mes de Julio es el altavoz del infierno que planifica el Sol en el hemisferio norte. Los árboles han de saberse ya abundantes en raíces que consiguen agua escondida para soportar el mal trago. Los árboles, que distinguen en su quietud las diferentes clases de aguas, temen las obras públicas y privadas de este mes. Los movimientos ecologistas se mueven menos, los contratistas del plan Eñe se escudan con el antiparo y los árboles resisten con su silente porte el rugir de las máquinas que cambian raíces por baldosas que, clandestinamente, esperan a que llegue el invierno para moverse (baldosas y raíces).

El caso es que donde había árboles con sus raíces, hay mortero sobre zahorra. No siempre es así la regla; pero sucede que algunos protectores con banda anticrisis hacen su julio y agosto recordando -pecho en alto- que ellos también tienen sentimientos;además, obedecen lo que deciden los técnicos y los políticos.

Muchos técnicos en Obras Públicas y más políticos en las mismas cosas -o al revés-, no acostumbran a descubrirse ante un arbolito que guarda quince años de atenciones y no supo en un principio colocarse en el sitio que el Plan Eñe, el político, el técnico, el contratista o el maquinista entiende que ha de ser la línea correcta.

Mire usté, nosotros estamos aquí pa trabajá; si elarbo estorba, se quita el arbo. ¿sabe?.

Algo del Plan Eñe y algunos políticos y demás derivaciones de julio y agosto, ocasionan largos paseos encintados de hormigón donde no se han previsto árboles maltratados: unos por erradicarlos, otros por radicarlos en la estúpida sabienda que certifica la muerte certificada. Es muy fácil aprender: no deben sembrarse árboles en julio: se cabrean.

Muchos árboles son condenados por el infierno de los fuegos, algunos otros se suman con la bendición hipócrita de esta crisis que desconoce corduras.

Me han dicho que el próximo Plan Eñe se va a concebir para ayudar a nacer bosquecitos, verdear los pueblos y ciudades, monumentalizar los campos y dignificar a pastores y labriegos.

Otro día les hablaré del mes de agosto, que se le puso ese nombre en honor a Augusto, que fue otro César distinto a Julio; pero más caliente.

Y después escribiré sobre septiembre, que no es mes imperial.

Goyo
04-ago-09

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