Guindillas

Perros y sombra

Hace un calor que ya lo quisiera diciembre norte. La sombra no llega a la vertical celeste. La pared que me sirve de reloj -es también un reloj de pared- me dice que el sol no ha llegado al zénit. Tengo al menos tres cuartos de hora de sombra aireada y no sé cual de ellas elegir. Llamo a los perros, y aparecen. Sigo el rastro de dónde han venido. Les pregunto para saber dónde estaban y no contestan. Me inclino por deducir que estaban en la pared oeste del edificio. Les invito a que se vengan conmigo. Caminan alegres y nada más ven sentarme,… se reposan sobre el suelo sombreado. He acertado.

Mientras me sosiega la tarea, los perros intentan juguetear con mi trabajo. La tarea es pura improductividad, nula competitividad, cero patatero subvencionable, desanimosa en el pantano mercantil, ajena a la PAC europea,… solo para ser digna de una hojita de bitácora, de una vacación mental, de un disfrute intransferible. Sobre todo, porque -mientras- escucho el programa “siglo21” de RN3.

Sombrayperros

Anudar guindillas de las que he sembrado, para regalar algún colgaero a los cercanos, para disponer de reservas de futuros guisos, para extasiarme con la sabiduría práctica del nudo ballestrinque,… para domesticar a los perros y celebrar que el sol -otra vez- ha llegado a lo más alto gracias a mi ayuda,…

Y estando allí -en lo más alto-, primero me anuncian los perros que el sitio ya no les gusta, después el sol alumbra repleto lo que antes era sombra y por fin cuelgo mis trofeos sobre la blanca pared.

Guindillas

Ahí están, eso es algo de lo que he hecho hoy.

Goyo
28-ago-09

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