La fiesta de la basura

basurita
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Afamados investigadores están a punto de detectar cuál es la seriación genética humana que daría explicación al tontorreo ecologista, que es aquel que convive insistente y persistente en la mente de la persona que ora protesta por lo sucio, ora ensucia en plan protesta.

Por ejemplo, tomo la última de las noticias, que está sirviendo al equipo de investigadores. Se trata de una población que sale a un campo que dicen que se extiende por unas 1.200 hectáreas (mil doscientas, oiga) pintadas en esta época de un verde húmedo y brillante y vestidas de hierbas tiernas como para ser manto virgen. Para regocijo de la incongruencia, los visitantes romeros lo son porque al parecer y buen entendimiento, aprovechan la jornada campestre con excusa virginal. No sé criticar la sana costumbre de visitar los campos como muestra de culto o reverencia a las divinidades; pero por ninguna parte aparece escrito que la inmundicia pueda ser utilizada como muestra de devoción.

Duelen estas noticias que se recogen -creo- no con afán de provocar más dolores, sino más vergüenza. Quien conozca el privilegio geográfico y estético de la Perla del Valle y siga atento a cómo se expresan algunos de sus habitantes, debe tener la obligación de hacer llegar a los ojos de los puercos la sinrazón de su porquería.

Goyo
15-abr-10
Una banderita para la buena gente que regresó a su casa dejando el campo limpio.
Bande

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