Los idiotas y la polis del XXI

¿Por qué se habrá muerto Bertrand Russell y toda su Sabiduría de Occidente?. La Europa que se construyó con esfuerzos solidarios, apunta en estos días hacia el Estado del Malestar porque de bienestar parece llena y repleta. La calamidad social que arrastra el ser humano cuando no puede cambiar su inteligencia o su esfuerzo por dinero, se ha revelado -precisamente- contra las ideas que anunciaron y denunciaron los abusos usureros: que la crisis la sufran también los críticos y que los más inocentes sufridores crean que de nuevo conviene dar libertad a Barrabás.

Los peones- y las peonas, al sabio decir latinoamericano- han vuelto las espaldas a sus pobres razones para seguir siendo pobres convencidos, que es la manera más triste de ser pobre. Eso también puede conseguir la democracia; pues de la misma manera que izó al poder al partido de Hitler, podrá concederse Europa un quinquenio de retrocesos para ver si así las mermadas cuentas de banqueros, asesores y promotores reviven otra burbuja, que lo mismo puede ser “verde eco” que “rojo ladrillo”. El caso es seguir respirando con derechos ajenos.

Además, ya no hace falta la penitencia ni el confesionario para el perdón de los pecados: una vez anticipado el secundario fin las votaciones, los italianos podrán adquirir trajes milaneses y los nuevos caballeros podrán acudir a fiestas de amplias miras y jóvenes edades.

Bertrand Russell rescató el cultismo “idiota”, que en la Grecia clásica se aplicaba a la persona que no acudía al ágora para participar en las decisiones que afectaban a todos; los que sí participaban se hacían llamar “politiKón” y aquellos que utilizaban ese tiempo para gustar de buenos vinos y de hetarias, los que se dedicaban a “sus propios asuntos” se llamaban “idioton”. Este último término dio en nuestra lengua, con otro significado bien diferente, la palabra “idiota”.

Ya no sé qué dará en el futuro la palabra “demócrata”.

Goyo

08-jun-09

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