Torta y cava

Se está preparando el divertimiento en honor al queso de mi pueblo; se llama la 28 Semana de la Torta de Casar de Cáceres. Las otras cincuenta y una semanas del año son las que utilizan ganaderos, queseros y entidades aledañas para seguir produciendo y promocionando tan valorado producto gastronómico: los premios y reconocimientos siguen creciendo.

Cuando yo estaba de maestro de escuela en Serradilla, Isidro Fernández «Chiri» estaba terminando sus estudios universitarios de Biología y, en las largas conversaciones nocturnas acompañando a su hermano Pedro Antonio, le hablé del misterioso proceder de algunos quesos primaverales de mi pueblo. El estudioso Isidro se aventuró a catalogar y regular las variables biológicas para conseguir, en cualquier época del año tan reverenciado producto.

La conclusión se cifra en que se inició la fabricación controlada del queso atortado con leche cruda de oveja en una pequeña quesería que aún pervive el edificio al lado de la charca del pueblo. Chiri sigue mereciendo y obteniendo reconocimientos.

El caso sigue interesándome porque, recientemente, un emigrante extremeño en Cataluña me comenta que, en la zona del Penedés, muchas familias siempre mantienen en sus frigoríficos una botella de cava para halagar cualquier visita, prevista o no. Y parece ser que los casareños comienzan a tener reserva de buen queso de torta «por si acaso se presenta alguien». Nadie lo ha dicho ni impuesto; pero ya no resulta extraño.

Y entonces, bien pudiera acontecer que la gente de Almendralejo y sus alrededores tomen el hábito de guardar/reservar una botella de Cava Extremeño aunque también guarden en provisión buen vino de la Rivera del Guadiana.

Pues el ofrecimiento que pudiera validarse a partir de esta semana es que se mariden las reservas de forma que no sea extraño que en el frigorífico convivan la Torta de Casar con el Cava de la zona de Almendralejo, o viceversa, para grata sorpresa de las visitas gratas.

A los señores alcaldes de ambos privilegiados pueblos y al afamado consorcio de las Denominaciones de Origen de Extremadura les compete publicitar y extender.

Lo que pido en Casar de Cáceres el día 28 de septiembre de 2022.

Gregorio Tovar Barrantes.

info@cavadealmendralejo.com

informacionagraria@juntaex.es

alcalde@casardecaceres.com

jmrm.alcalde@almendralejo.es

info@tortadelcasar.eu

Inflacción

Debo mis saberes sobre Economía a Alfred Nobel. Sabéis que el sueco, utilizando sus ganancias millonarias obtenidas por la venta de la nitroglicerina, concibió los premios para reconocer los grandes descubrimientos que se hicieran cada año en beneficio de la humanidad; pero nunca pensó, anunció o decidió que uno de ellos fuese concedido al estudio o a los descubrimientos sobre la Economía. Este premio lo instituyó el Banco de Suecia, no él; ni su familia ni sus herederos han aceptado esta decisión. ¿Cuáles de las teorías económicas galardonadas ha conseguido reducir la pobreza?

Ninguna; pues el motor económico imperante funciona para aumentar la riqueza de las grandes corporaciones del capital y de las finanzas. Ni siquiera las naciones que se declaran amantes de la solidaridad humana participan de los supuestos beneficios de los estudios económicos galardonados.

Ahora rueda por todos los medios y ruedos públicos el problema de la inflación. Para muchos hogares se trata de una situación descontrolada e inasumible muy a pesar de que se haya logrado una subida del salario mínimo.

¿Quién pone el precio a un vaso de vino, a una barra de pan o a una pescadilla?. La respuesta a esta triple pregunta es: el que vende. Y no hay capacidad gubernamental, en ningún país, para evitar los posibles y temidos abusos. El churrero sube el precio de la porra argumentando que el gas, el aceite, la harina, el sueldo de su camarero,… han subido una barbaridad; pero si cada uno de los elementos ha tenido un incremento del 10%, por ejemplo, la consideración de los cuatro elementos no se equilibra subiendo la porra un 40%: antes costaba 30 céntimos y ahora, aplicando “las subidas” y “redondeando”, la tendré que cobrar a 50 céntimos. Esta es la forma de cómo funciona la economía de la calle.

De las muchas, falseadas o inoportunas previsiones que hace la Economía de salón elijo una, la del que dicen que es un prestigioso economista liberal y que se llama Daniel de la Calle. Este estudioso se dedicó a afirmar, urbi et orbi, hace cosa de un año, que nuestra España iba directa al camino de un estado fallido, empobrecido e irrecuperable.

Y añadió: «Habrá entre uno y dos millones de parados por encima de los que resulten de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo. En este escenario, la tasa de paro llegará al 35% de paro y eso con cálculos benignos con los ERTEs. Si se mantiene esta situación, habrá un cese de actividad en 900.000 empresas que no tienen exención de impuestos. Son 900.000 empresas que así no llegarán a 2021. Eso va a llevar a un desempleo enorme en un país en que ya estaba ralentizada la creación de empleo«.

La predicción es tan gruesa y torpe que, por el contrario, España no ha llegado al 35% de paro, sino que cerró 2021 rondando el 14% tras una bajada de récord en el año de casi 800.000 parados. Los datos de los seis primeros meses del año 2022 siguen destruyendo las hipótesis de tan desventurado doctor en Economía.

Asentémonos en la calle, contemplemos cómo se maneja el mundo sencillo en esto de los precios; para ello nada más preciso y precioso que una anécdota vivida en un chiringuito en Islantilla. Pido una copa o caña de cerveza para iniciar la cena y me sirven una copa como a la mitad de llena y le indago como mostrando extrañeza y me responde la camarera que “es que como han subido los precios…”. Pregunto entonces que cuánto valía antes la copa llena y me dice que 1,50 € pero ahora servimos “una cortada”. Sigo preguntando “… ¿y cuánto vale ahora?. Dos euros, -me responde-. ¿Y ustedes han calculado el porcentaje  de subida? ¿A ustedes no les da vergüenza aplicar esta subida tan disparatada? Mi mujer me pisa el pie y la cara de la camarera se turba y no responde.

El premio Nobel P. Samuelson (1915-2009), por ejemplo, la definió así: La Economía es el estudio de la manera en que las sociedades utilizan los recursos escasos para producir mercancías valiosas y distribuirlas entre los diferentes individuos.

Lo que desemboco pensando y afirmando que la pretendida “ciencia” económica no pasa de ser una técnica numérica, con apoyatura matemática, que sólo sirve para explicar lo que ha pasado pero no para prevenir que ocurrirá lo mismo repitiendo las mismas circunstancias. Así, la sabiduría economicista es capaz de distribuir catorce peces y tres panes de forma que tan solo una persona pueda ser la propietaria.

Eso de los precios

Nunca ha estado sereno el ambiente del intercambio; pues para lograr el sosiego y equilibrio de la oferta y la demanda, se requiere concesión generosa y dispuesta a ceder un bien propio -por ejemplo, dinero o tomates- por otro bien que es ajeno -por ejemplo -tomates o dinero- y así, el el clásico trueque queda corrompido por la pareja vendedor/comprador.

He asistido y contemplado en estos días de barullo económico (al lío, dicen los hábiles sin escrúpulos) a un incierto dominio de las reglas de la compraventa: dicen que hay productos escasos y que hay abundancia de querer tenerlos; por tampoco/por lo tanto, los precios son desconocidos por los compradores y dominados por los vendedores. El que vende tiene el secreto y la voluntad de imponer lo que vale el kilo, por lo que el que se acerca a comprar, se contamina, se pringa, de sorpresa desagradable (de ahí, pringao).

El grupo de los que pringan ha adelantado seis meses el agosto; y los viven en la constante y desagradable, sorpresa claman al gobierno una primavera agradable: o bien que reparta ayudas o bien que sujete los clarividentes abusos. Si hay ayudas, provienen de los impuestos -que nadie desea aumentarlos- y si hay sujeción, los poderosos reclamarán la libertad de mercado.

Siendo que el gobierno ha de ser de todos, queda la salida de volver a admitir que el capitalismo le gusta a la gente como a un tonto un lápiz.

Goyo

24-03-22

Una primera reflexión

En los partidos políticos que se autodenominan progresistas, se tiende a recoger la ideología feminista, la actitud tendente a la liberación de la mujer; pero se tiene miedo a acoger la atención ecologista, la liberación de la Naturaleza de las malas manos y voluntades del hombre.

La generalidad de los partidos progresistas no son enemigos del feminismo; pero no puedo pensar lo mismo sobre su amistas con el ecologismo.

Martes, 15/02/2022

Romper con la semana para edificar el trabajo

 

 

Quizá baste con modificarla, ajustarla, en atención a lo que hemos evolucionado a lo largo de muchos siglos.

El cómputo del tiempo no siempre atiende al ciclo que sugiere o impone el acontecer astronómico; un giro de rotación de nuestro planeta nos sirve para medir un día. Una vuelta de la Tierra alrededor de la estrella es un año. El tiempo que emplea el satélite Luna en mostrar de nuevo toda su superficie iluminada lo utilizaron muchas civilizaciones. Y de estas tres medidas, parece que sólo las dos primeras se han instalado en nuestra sabiduría y en nuestra cultura de forma inquebrantable. Es la Naturaleza quien las impone, aunque las diferentes sociedades hayan acordado otras formas de medir el tiempo: los segundos, las horas, los siglos,…la semana.

El origen de la medida del tiempo en semanas es de carácter religioso aunque cada una de sus siete partes tenga reminiscencia natural. Llamamos semana al ciclo compuesto por siete jornadas seguidas; es decir al período de 7 días naturales con carácter de consecutivos, empezando por el lunes y concluyendo en el domingo. En atención a uno de los principios teocráticos judeocristianos, hasta ahora, se tiende a aplicar la teoría de la creación al proceso laboral: se trabajan seis días y se descansa al séptimo.

En 1988 se firmó la norma ISO 8601, que es la convención internacional que indica el orden de los días de la semana. Esta norma establece que la semana comienza el lunes y finaliza el domingo, siendo la norma que se sigue en la inmensa mayoría de los países del mundo.

El carácter evolutivo de la distribución del tiempo semanal entre trabajo y ocio, nos está empujando a considerar otras formas de descansar, otras formas de trabajar. Máxime si constatamos que la invasión de mejoras del maquinismo y la inmediatez de la robótica provocan una reducción del tiempo de ocupación laboral y un aumento desmesurado del tiempo que puede dedicarse al ocio.

Creo que la respuesta más inteligente y adecuada -además de ajustarse a las tendencias de reducción del tiempo de trabajo- requiere transmutar el tiempo de ocio en tiempo de trabajo para así dar más ofertas laborales a fin de reducir el problema del paro.

En épocas pasadas, la duración del trabajo diario se hacía coincidir con la duración de la luz solar; poco a poco, la historia conoció otras normas menos ingratas. En Inglaterra, por ejemplo, la primera regulación legal en materia de trabajo, data de 1833; aquella Factory Act, limitaba a 12 horas la jornada de trabajo para los niños menores de 18 años. Ya puede imaginar la jornada de las personas adultas. También debe imaginar la cantidad de ocio, de tiempo libre, previsto para la persona trabajadora sin olvidar el plano reivindicativo del mundo obrero.

Ello supuso hace más de medio siglo la aventura de dictar por ley una jornada máxima de ocho horas diarias y un correspondiente descanso semanal que se ha ido agrandando y parece no tener fin. Para ambas situaciones apunté meses atrás algunas reflexiones que quizá convenga revisar: tal vez sea viable una jornada laboral de seis horas con la proporcional reducción de salario y quizá no sea de locos comenzar a pensar en otra concepción de la semana diferente a como la dibuja el Génesis o la impuso la cultura judía.

La cantidad de trabajo que una sociedad requiere de sus miembros tiene mucho que ver con las herramientas que se facilitan a las personas trabajadoras. Bien pronto me parece que nos hemos olvidado del avance de nuevo maquinismo, y que incluso el ocio -no ya el trabajo- viene dispuesto en máquinas. El resultado es que no sólo se dulcifica la pena del trabajo sino el tiempo necesario; y esto último, aunque requiere una menor cantidad de trabajadores implica mayor riesgo de desempleos.

Hace ya diez años que propuse a los ruedos de las redes sociales la idea en la que vuelvo a insistir porque ya no soy el único que se dedica a pensar en nuevas alternativas. Algunos colectivos, grupos y políticos, atentos a afrontar este desafío, comienzan a reivindicar una semana con tan solo cuatro días de trabajo. Así, sin más detalles, me parece erróneo y calamitoso.

La sociedad alemana acaba de contemplar la posibilidad de reducir la semana laboral a cuatro días y yo creo así, en seco, que esta alternativa queda coja e incompleta porque no aclara cómo deben organizarse el resto de los tres días de la semana.

Lo de trabajar menos de ocho horas diarias, además de ser apetecible, implica la necesidad de reorganizar el resto de las horas del día. De la misma manera, reducir el trabajo a cuatro días de la semana, exige reorganizar los tres restantes de forma que la sociedad en su conjunto no sufra deficiencias de atención; pues estamos habituados a que los servicios de lo que denominamos “Estado del Bienestar” permanezcan en funcionamiento a cualquier hora del día y en cualquier día del año. No queda entonces otra salida que repartirnos entre servicios y días.

Hemos dicho que por ancestrales condiciones teocráticas se impuso que el ámbito temporal debía ordenarse en periodos del número siete; que aunque siga siendo mágico, ocasiona tendencias egoístas: todo el mundo se apunta a descansar sábado y domingo; incluso ya hay quien defiende que también el viernes. Y resulta que los niños, las atletas y las neurólogas también se pueden poner malitos el sábado, tener un accidente deportivo el domingo o requerir los servicios de la policía el viernes. Conclusión: aunque se estableciese una jornada semanal de cuatro días, seguiríamos exigiendo que los servicios públicos funcionasen durante el triduo de cada fin de semana. Igual para los privados.

Quizá sea más apropiado a nuestros tiempos acordar que podríamos trabajar, y alternar periodos de trabajo y ocio de tal forma que quien opte -o se le imponga- trabajar seis u ocho horas en el periodo lunesmartesmiércolejueves, descansará el periodo viernessábadodomingo. Y viceversa. Con posibilidad de intercambio, alternancia, convenios y ajustes.

Creo que además de la mejora de las condiciones del mundo del trabajo, las más afortunadas serían las condiciones de intercambio cultural, comercial y social entre pueblos y ciudades, entre orígenes y destinos, con el consiguiente y agradable relax de no saber qué fin de semana es el más apetecible; si el que comienza en lunes y acaba el jueves o el comienza el viernes y acaba en domingo.

Parece que las cosas puedan ir cambiando.

Y acerca de la jubilación, la concepción del Estado del Bienestar apunta a una personalización de las condiciones laborales de manera que cabe esperar diferentes formas de abandonar, reducir o cambiar de trabajo sin que una determinada edad sea la clave definitoria. Y conviene buscar planteamientos de un periodo de tránsito hacia la jubilación definitiva con jornadas adaptadas al trabajador y/o a la empresa o administración.

Gregorio Tovar Barrantes

26-oct-20

 

Para leer más.

Spanishrevolution (II)

¿ Por una jornada laboral de seis horas ?

Trabajar a ritmo 3/4

Triduum versus Quatriduum (II)

Sevilla tuvo que ser

El trabajo del ocio

Las horas de los bárbaros del norte

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hace ya diez años que propuse a los ruedos de las redes sociales la idea en la que vuelvo a insistir porque ya no soy el único que se dedica a pensar en nuevas alternativas. Algunos colectivos, grupos y políticos, atentos a afrontar este desafío, comienzan a reivindicar una semana con tan solo cuatro días de trabajo. Así, sin más detalles, me parece erróneo y calamitoso.

 

La sociedad alemana acaba de contemplar la posibilidad de reducir la semana laboral a cuatro días y yo creo así, en seco, que esta alternativa queda coja e incompleta porque no aclara cómo deben organizarse el resto de los tres días de la semana.

Lo de trabajar menos de ocho horas diarias, además de ser apetecible, implica la necesidad de reorganizar el resto de las horas del día. De la misma manera, reducir el trabajo a cuatro días de la semana, exige reorganizar los tres restantes de forma que la sociedad en su conjunto no sufra deficiencias de atención; pues estamos habituados a que los servicios de lo que denominamos “Estado del Bienestar” permanezcan en funcionamiento a cualquier hora del día y en cualquier día del año. No queda entonces otra salida que repartirnos entre servicios y días.

 

Hemos dicho que por ancestrales condiciones teocráticas se impuso que el ámbito temporal debía ordenarse en periodos del número siete; que aunque siga siendo mágico, ocasiona tendencias egoístas: todo el mundo se apunta a descansar sábado y domingo; incluso ya hay quien defiende que también el viernes. Y resulta que los niños, las atletas y las neurólogas también se pueden poner malitos el sábado, tener un accidente deportivo el domingo o requerir los servicios de la policía el viernes. Conclusión: aunque se estableciese una jornada semanal de cuatro días, seguiríamos exigiendo que los servicios públicos funcionasen durante el triduo de cada fin de semana. Igual para los privados.

Quizá sea más apropiado a nuestros tiempos acordar que podríamos trabajar, y alternar periodos de trabajo y ocio de tal forma que quien opte -o se le imponga- trabajar seis u ocho horas en el periodo lunesmartesmiércolejueves, descansará el periodo viernessábadodomingo. Y viceversa. Con posibilidad de intercambio, alternancia, convenios y ajustes.

Creo que además de la mejora de las condiciones del mundo del trabajo, las más afortunadas serían las condiciones de intercambio cultural, comercial y social entre pueblos y ciudades, entre orígenes y destinos, con el consiguiente y agradable relax de no saber qué fin de semana es el más apetecible; si el que comienza en lunes y acaba el jueves o el comienza el viernes y acaba en domingo.

Parece que las cosas puedan ir cambiando.

Y acerca de la jubilación, la concepción del Estado del Bienestar apunta a una personalización de las condiciones laborales de manera que cabe esperar diferentes formas de abandonar, reducir o cambiar de trabajo sin que una determinada edad sea la clave definitoria. Y conviene buscar planteamientos de un periodo de tránsito hacia la jubilación definitiva con jornadas adaptadas al trabajador y/o a la empresa o administración.

 

 

Para leer más.

Spanishrevolution (II)

¿ Por una jornada laboral de seis horas ?

Trabajar a ritmo 3/4

Triduum versus Quatriduum (II)

Sevilla tuvo que ser

El trabajo del ocio

Las horas de los bárbaros del norte

 

 

 

 

 

 

 

Gregorio Tovar Barrantes

26-oct-20

Cordura

 

Cuando tenemos la suerte de creernos que nos gobierna una mente sana, que no sufre ni padece trastorno y que nos hace sentirnos repletos en la capacidad de pensar, obrar y reflexionar, tenemos casi todas las armas para sentirnos felices. Ejecutando todas estas potencialidades podemos llegar a edificar una sólida estructura crítica, con todas sus ventajas e inconvenientes. Pero como algunos sabios nos avisaron de que quien añade cordura añade infelicidad; así me encuentro en la enorme duda de si sería mejor dejarse llevar por la locura, la estupidez o la payasada. Cualquiera de las tres puede producir risa que también nos puede llevar a la felicidad.

Las experiencias sirven para certificar las dudas. Esta experiencia que ahora narro la cuajé en unas cortas vacaciones de verano en las costas gallegas del norte de Pontevedra y sur de La Coruña. Recorrimos a pie buena parte del litoral porque disfrutábamos de la bravura de las olas entre las rocas. Ya ven, para los sujetos del interior, el incesante mar con sus mareas y empujones constantes constituía el espectáculo de diversión cotidiana. No éramos capaces de decir que siempre veíamos lo mismo; el mar cuando se orilla vuelve a crear otra oportunidad de diálogo con la tierra.

El inquebrantable movimiento de las aguas convierte su aparente debilidad en erosión de las rocas más duras

No obstante, percibíamos detalles en los que siempre aparecía lo mismo: muchas edificaciones y actuaciones humanas del litoral (carreteras, paseos, almacenes, fábricas, casas,…) se habían ejecutado como desafiando groseramente ese diálogo de vaivén entre las aguas y las tierras. De ordinario, las tierras son quietas y las aguas tornadizas y además, el inquebrantable movimiento de las aguas convierte su aparente debilidad en erosión de las rocas más duras. Gana siempre el mar.

Yo era entonces algo conocedor de nuestra Ley de Aguas, de esas cosas de derecho al paso de policía, del ejido de los pozos públicos, de la máxima avenida conocida en los arroyos y de otros pintorescos detalles que parecen de otros siglos. Tú le nombras a un señor constructor alguna de estas expresiones y le viene la risa feliz.

Llevamos casi una semana conociendo muestras inequívocas de que se ha intentado burlar la cordura y el dominio del mar sobre el litoral; la borrasca bautizada como Gloria, nos sirve gratis y abundantes imágenes de cómo el mar recupera sus propiedades.

04-feb-20

Carta puebla

 

No debemos ausentarnos de las tendencias mediáticas y por ello conviene estar atento a las tendencias informativas. Ahora triunfa el desvelo por lo que llaman España vaciada y pocos son los que concluyen que el despoblamiento se corrige con poblamiento.

 

Cuando estas tierras aún no habían recibido el nombre de España -allá del Duero- los reyes cristianos, los señores eclesiásticos, y otros laicos de la península ibérica, se compusieron para reorganizar con población los territorios que antes habían sido habitados y organizados por el poder musulmán. La clave que hacía apetecible aquellos apetitosos traslados se basaba en otorgar tierras y una serie de beneficios a familias y grupos poblacionales porque así se garantizaba la repoblación de las diversas zonas que por razón económica o estratégica era preciso dotarlas de suficientes habitantes.

 

Hay “teorías” que explican cómo llenar las ciudades y son realmente efectivas: dotarlas de abundantes y grandes centros comerciales, de amplios locales de ocio, de servicios administrativos, de abundantes y ágiles medios de transporte,… Quizá los teóricos no cayeron en la inmediata consecuencia que este diseño arrastra: la eliminación progresiva de los pequeños núcleos urbanos.

 

Cada vez nacen menos niños, quizá sabiendo sus padres que apenas tendrán oportunidades para triunfar laboralmente en el futuro. Una primera apuesta exige disponer qué profesiones se van a necesitar, aunque erren las conjeturas. Para llenar los pueblos, o salen los habitantes sobrantes de las ciudades o se atiende de manera generosa y definitiva a ciudadanos de otros países.

 

No bastaría con recompensar a los pobladores que se atrevan a dejar la ciudad, el estado actual de penuria social de muchos pueblos exige además un tratamiento protector de las personas que no han podido o no han querido abandonar los pequeños núcleos rurales.

 

¿A qué se dedicarían las tierras que pudieran ser reconquistadas demográficamente? Ya no podemos esperar bondades tradicionales sino a una nueva adaptación de las poblaciones a la tecnología que para eso, cualquier terruco sirve un montón. Así pues, se necesitan estudios, dedicaciones y decisiones sociopolíticas que liberen a la población del desencanto y del muermo.

 

Mi duda es si a este desafío podemos denominarlo reconquista rural.

 

Goyo

16-ene-20

 

La cavaera

 

Desde la Presidencia de la Junta de entonces, 1992, se lanzó la oferta dispuesta a fabricar una imagen renaciente de Extremadura aprovechando que en Sevilla se celebraba la EXPO92 y nuestra autonomía disponía de un pabellón donde mostrar tesoros que ni siquiera nosotros acabábamos de valorar. El pabellón disponía de salas, paredes y rincones diseñados para exponer los mejores especímenes.

Así que se concebía la exposición de tal forma que la muestra debía cambiar con los días, no sólo por no aburrir sino por lo mucho que cabía enseñar. Entonces, a los ayuntamientos llegó la noticia y el deber de reunirnos para intentar congeniar los deseos expositivos de cada patria chica con las limitaciones que imponía el número de municipios de Extremadura: Era tanto lo que podía enseñar, que no era bueno una exposición sumatoria compuesta por todos y cada uno los 388 municipios; así que al diseño popular le correspondía pensar de forma comarcal para unificar criterios pueblerinos, animar conjunciones y rebajar celos.

Nosotros pertenecemos a la comarca que no baña el Tajo ni el Salor porque son ríos que se encajonan enseguida; comienzan nuestras tierras por donde pasa el Almonte y el Guadiloba pero no entran las tierras de Cáceres porque nunca se quiso mezclar la villa nobiliaria con el populacho. Y terminan nuestros lugares allí donde las piedras son albas y comienza Portugal. Fíjense qué navaja terrenal. Demasiados pueblos para decidir una o dos muestras gloriosas de la comarca para que el universo universal contemplase nuestro universo.

La cavaera es la herramienta que descompuso nuestro bosque mediterráneo empujándolo a la desertificación

Así que unos decían que aquel tesoro que se encontraron era lo meritorio, otro argumentaba que tal patena no tenía parangón, también se defendía la gloria y reliquia de algún santo patrono, también surgieron las vírgenes,… y así se enturbiaba la elección ante tanta y variada valía. De modo divergente propuse que el elemento que mejor representaba y representaría nuestra esencial historia y futuro es la cavaera.

¿Qué dices !…?

La cavaera es la herramienta que descompuso nuestro bosque mediterráneo empujándolo a la desertificación; tumbó encinas, arrancó retamas, descuajó alcornoques, despreció tomillo, aulaga, sabina, lentisco, boj, aladierno, zarzaparrilla, romero, coscoja, garriga, maquía, madroñas, …todo ello desde las manos rudas, callosas e inocentes de criados mal pagados, que de tanto doblar la espalda hicieron más ricos a los ricos para seguir manteniéndose pobres. Los campos cambiaron, las nubes huyeron y los manantiales se cegaron.

Tengo una cavaera, que se la regalo a Greta Thumberg para que la muestre en el COP25. La duda que tengo es que si debe entregársela el alcalde de Casar o el de Cáceres.

Goyo

11-dic-19

Eso de la intimidad

 

 

A finales del siglo pasado, irrumpe en las escuelas la problemática derivada del binomio castigo /disciplina, tarea centrada en la creencia que una colleja era buen método para recomponer el orden, la atención o los aprendizajes. La evolución de algunos principios pedagógicos supuso que de forma tan lenta como imparable, fueron desapareciendo los castigos físicos sin que con ello se aminorasen los fenómenos de indisciplina o se aumentasen los rendimientos intelectivos.

Quizá fruto de esta evolución, se instaló en el profesorado la sensación de pérdida de autoridad a la vez que se instalaba en los padres una novedosa posibilidad de influencia en los asuntos educativos. En esos tiempos, cualquier conflicto relacionado con la indisciplina escolar suele ser interpretado en favor de la versión de los alumnos, protegidos por los padres, quedando el profesorado desposeído de la presunción de inocencia y con la mochila de la prueba en contrario.

Por cosas de la buena fortuna, seguimos interesados en que el fenómeno educativo obtenga los beneficios más amplios y gozamos ahora de una tendencia que trata de evitar conflictos pasados. Evidentemente, nacen otros nuevos y es en el entorno escolar donde de preñan, crecen y florecen. Y de los cientos de resultados que se dan para observar, actualmente interesa mucho incidir en el campo del desprecio, de la intolerancia, del acoso,… con especial atención al acoso sexual.

La fiscalía gallega propuso instalar cámaras en aulas y despachos para prevenir desmanes varios, entendiendo que así se promovía la acción de la Justicia ante los derechos de los ciudadanos y del interés público. No han faltado sectores sociales y personas concretas que califican de “barbaridad” la oferta porque conculca el derecho a la intimidad de alumnos y profesores.

Si la educación de la escuela es considerada como servicio público, huelga considerarla como experiencia socializadora íntima, aunque existan experiencias educativas familiares o de grupo que sí tengan esa condición; por lo que no debería sorprendernos que se publiciten para las personas interesadas en caso de que la grabación pudiera solventar el problema.

Mi duda aparece porque no sé si es prudente la alternativa de permitir a los padres que contemplen “in vivo” cómo aprenden sus retoños y cómo se comportan.

 

Goyo

23-sep-19