Trasval

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“Todos los cubanos son iguales” al igual que “todas las tierras en su diversidad son una, y los hombres todos son vecinos y hermanos”.

La primera frase se acuñó en Cuba por Fidel Castro desde que yo hice la Primera Comunión y la segunda la escribió Al-Zubaydi; que la ha rescatado Manuel Gibello para mirar con otros ojos al Islam.

Con lo anterior yo ya me doy por comido y merendado; pero quiero escribir mi reflexión –que es lo que mi pensamiento refleja– de la lectura del fenómeno “Tresval”: nuevo símbolo desarrollado en Cuba por Raúl Castro, que deja ahora como entrever que eso de “iguales a la fuerza” puede resultar inadecuado para la nación.

Ahora parece que puede verse con buenos ojos eso de que quien trabaja más y mejor tiene que recibir más. Y no solo eso, sino que no se pone cuota o límite a cuánto puede llegar ese “más”; hasta ahora, los obreros más destacados recibían diplomas, menciones, medallitas,… llegando los excelsos a recibir el abrazo directo de Fidel. A partir de ahora puede que el cubano llegue a ser yankee para el cubano.

Lo que antes era ”Variedades Galiano”, donde solo se podía comprar con divisas, ahora toma la modernidad bajo el nombre “Trasval” que es como un súper moderno pero con las mismas limitaciones que suelen tener la gente pobre: escasez crónica de dinero.

El sueldo mensual medio de un cubano es de 400 pesos, que por magia de la convertibilidad se transforman en 17 y que se necesitan 50 de estos convertibles para comprarse un taladro eléctrico, lo que equivale a unos tres meses de salario medio.

Un paisano de La Habana reproduce el problema mucho mejor que lo que yo pueda explicar: “como yo lo veo, es que ya hay dónde gastar; pero no cómo ganar más”. En Cuba sigue siendo un sueño comprarse un taladro eléctrico o un ventilador que mutile el bochorno de la isla.

Cincuenta años, y hemos dado una vuelta para quedar en el mismo lugar, solo que ahora soy más vieja”, dice Lourdes, una maestra cubana recién jubilada que sigue recordando que el capitalismo se basa en ver escaparates y contentarse con no comprar.

Sigo leyendo por otras páginas y concluyo que una de las cosas más injustas es que la gente buena no tenga poder.

 

Goyo

11-ago-08

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