Tío Manué

Guzmánalasombra
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Sólo recuerdo que era rechoncho, de cara ancha bajo un sombrero marrón y siempre al lado de una vara decorada con chinchetas y trenza fina de badana, por lo que no creo que aquel gitano tuviese gran figura de torero o planta de bailarín. Mi padre y Tío Manué crecieron en amistad creciente como creció la buena fama de la gente que fue amiga de Tío Manué. Así que Tío Manué no tuvo necesidad de acudir a la DUDH, ni a los políticos de la tierra de la revolución francesa. Mi experiencia infantil con el mundo gitano creo que me sirvió para detectar la benevolencia y la grandeza de alma de la gente que vive en un viaje que no cesa, rodando al lado de la rueda, cosiendo caminos y bientratando a borricos. Saben buscar bien la sombra y dominan la fogata sobre el baldosín lo mismo que sobre tierra batida. Nunca le escuché eso de que «poj tenemo que comé, ¿no?» que es el escudo argumental que algunos malos payos y algunos malos gitanos utilizan para tratar de justificar la ligereza en los trabajos. La herencia familiar de Tío Manué es igual de diversa que cualquiera de las familias payas: revoltijo de gente buena donde, a veces, aparece una oveja de distinto pelaje.

Guzmán, su yerno, tiene de gran payo que es forofo declarado del Real Madrid y de gran gitano, que es incapaz de sustraerse al ambiente del trato, del carro y de la chatarra. Lo que tiene, no es una chatarrería; pero funciona mejor. No es un almacén de trastos útiles; pero alguno se acerca buscando utilidades. No es un sistema privado de reciclaje; pero todo el público de mi pueblo y alrededores sabe dónde más beneficiosa puede resultar la basura.
Guzmán

Así que la larga prole del Tío Manué (más de cien personas) no sé porqué me recuerda a esos franceses dedicados ahora a guillotinar la estancia móvil de los gitanos que no deben parecer -a los ojos de los algunos nuevos franceses- ni fraternos, ni iguales, ni libres. Haga usted una revolución para esto.

Pero lo vitando y ominoso es que las señoras y señores presidentes de los gobiernos democráticos de la Europa Occidental, apoyen medidas y resoluciones de expolio étnico a la vez que recriminan a Viviane Reding, persona que, a mi juicio y siguiendo su cometido, alertó seria y debidamente a Monsieur Sarkozy y a su injusto tramado resolutivo.

Pero también -y me duele más- es ominoso y vitando que el presidente del gobierno de mi país se sume tanto al consentimiento y beneplácito francés como al rechazo de la reprimenda democrática, abierta y valiente de la Comisaria Reding. Sé -por lo que leo en otras partes- que a veces los equilibrios de estado requieren alguna indigestión de sapos; quizá hubiese convenido explicarlo, que aunque sea cosa para torpes, no deja de ser políticamente incorrecto.

Goyo
20-sep-10