Impuestos, recortes y preferencias

No sé dónde lo he leído; pero una encuesta dice decir que una mayoría absoluta de españoles prefieren soportar los recortes antes que someterse a un aumento impositivo. Se prefieren las escaseces ante las tasas, portazgos y aranceles.

Yo lo veo claro. Una minoría resulta que pertenece a la clase funcionarial, que cobra su salario tras habérsele deducido las retenciones. El resto del personal grueso laboral y empresarial se sujeta a la imposición a posteriori; ergo es entendible que la mayoría prefiera el recorte.

Goyo
29-sep-11

San Pancracio me regala un 5%

Pancracio

Hoy es otro de mis días de suerte; ni santero ni seguidor de los buenos espíritus soy, pero no reniego a utilizar con sano humor las cosas sanas del santoral. Mi madre mantiene perejiil verde al lado de la estauilla del santo de hoy, que es quien decide el destino de las loterías y de las apuestas del estado.

Yo aposté hace casi tres meses, en un ataque de cordura, que bien podía el Estado tener en cuenta el poco daño que me hacía si me dejaba reducido en un 10%. Pues hoy, el portavoz de uno de sus poderes ha presentado al pleno del Congreso un recorte del 5% a los sueldos de los funcionarios y el alboroto surge como crece el perejil en mayo. Además sigue lloviendo.

Resulta entonces que San Pancracio ha traducido mi apuesta en un reconocimiento oficial para mantenerme bien protegido en un 95 %. El nombre del santo en el idioma griego significa «el que todo lo sostiene«, casualidades o mensajes propios de la gente que tiene influencia; quizá esa sea una de las raíces de eso que se sigue llamando «economía sostenible» y que aún nadie me ha sabido explicar abiertamente.

En esta creencia firme de que nuestro buen santo podrá seguir haciendo de las suyas, apuesto hoy a que cada vez que me asista una persona del sistema sanitario -sea administrativo, enfermero, cirujana, analista,- me obliguen a pagar un euro.

Ahora me dedicaré a repasar el santoral para solicitar protección debida de salud y, así, mi capacidad de ahorro siga creciendo.

Goyo
12-may-10

Diezporciento.

diezporciento

Sin necesidad de someterme a pruebas neumológicas, seguro que mi capacidad pulmonar se ha reducido al menos en un 10% con respecto a la que tenía hace quince años. Sin ser experto cardiólogo, cualquiera podrá afirmar que mi potencial de bombeo sanguíneo también se ha reducido en porcentaje similar. Seguro que ya no puedo como antes levantar piedras de más de ochenta kilos, no creo que sepa resistir corriendo al trote más de dos kilómetros, la apnea mientras buceo seguro que ya no sobrepasa el minuto,… y así haciendo repaso y cuentas de mis capacidades, parece poco discutible afirmarme y reconocerme en la normalidad de un recorte general del 10% de mis potencialidades, si me comparo con la edad de los gloriosos años cuarenta. No obstante, me siento conforme y aún bien dotado en los ámbitos vitales y, las reducciones habidas, en realidad no las percibo como pérdidas: mera asimilación por adaptación.

Respecto a mi salud y sensación económica, la cosa ha ido al revés; pues a medida que ha transcurrido el tiempo, ha crecido mi holgura financiera en porcentaje similar al de las pérdidas biológicas. Este tipo de contraste parece que se defiende como ideal dentro de una sociedad que dice preocuparse por el desarrollo personal y por el bienestar social (?); no importa que al mismo tiempo existan miembros que a medida que transcurre el tiempo pasan a peor “condición financiera”. Cuando eso ocurre con excesiva frecuencia y descontrol, los expertos dicen que hay crisis.

Así, no me parece quebranto anunciar y afirmar que, si en la misma medida que han decrecido mis condiciones biológicas decrececiesen en mí las económicas, debido a un aumento de los impuestos que me han de retener para seguir asegurándose el bienestar social, no me da excesivo miedo «sufrir la inclemencia» si el resto de protecciones sociales generales siguen siendo las mismas; vamos, que soy capaz de aguantar una presión fiscal crecida un diez por ciento a la escasa presión fiscal que este estado del bienestar me organiza.

diezporciento

Seguro que puedo seguir disfrutando de los servicios de la comunidad con igual satisfacción aunque mi salario mensual disminuya un diez por ciento gravado por nueva carga fiscal. Presumo que esta misma sensación la puede tener alguna persona que supere el salario neto 1.500 €/mes. Deberíamos entender que las cuentas serían otras para las personas que perciben más de tres mil euros al mes. Yo me ofrezco voluntario a este condicionamiento. Bien creo que en algo se ayudará.

Claro, está esta oferta la daré por concluida cuando se cumpla una cualquiera de estas tres condiciones:

1.- Cuando el PIB nacional crezca en un porcentaje superior al 1,5% anual.
2.- Cuando el número de parados sea inferior a 3,5 millones.
3.- Cuando los representantes políticos de los gobiernos no sean carácter progresista.

Esto último me duele concertarlo así; pero hay demasiadas declaraciones de políticos conservadores que afirman convencidos de que lo que hay que hacer frente a este panorama es bajar los impuestos; esta creencia de que bajando los impuestos se aporta solución a la crisis -comprenderán ustedes- es absolutamente incompatible con la mía y, por tanto, porque yo no quiero chafarle a nadie la oportunidad de enderezar el actual entuerto, mi oferta no sólo sería inservible, sino contraproducente.

Goyo
24-feb-10

¿Cómo que a Zapatero le gusta la idea?

dólares

Obama ha creado una tasa, -o la va a crear-, un impuesto, para que los Bancos de su país devuelvan todo un mundo de ceros y dólares y así recuperar el dinero público de las ayudas públicas que recibieron los bancos privados.

Los presentadores de la TV1 en la edición ultranocturna de la noche del jueves-viernes, se atreven a preguntar:“¿Qué les parece esto?” y también comentaron que el presidente Zapatero está pensando si “esa” idea se podrá aplicar en Europa, incluso en esta España nuestra.

No acabo de conocerme. Ignoro si mi sorpresa proviene de mi inocente sorpresa o procede de otra sorpresiva culpabilidad: ¿es que si esta lógica iniciativa no se hubiese declarado pública, todo el mundo hubiésemos inclinado silenciosamente la cerviz ante el insondable egoísmo bancario?.

El Presidente Zapatero ha dicho a este tenor que “alguna de estas ideas de Obama, le gustan”

Parece como si nunca antes hubiese habido Jefe de Estado o de Gobierno que intentase recuperar dineros que se prestaron al delicado sistema financiero.

Mi inocente extrañeza surge también porque no sé si creer ya firmemente que hay un lobby planetario (encabezado por Obama, y seguido por Zp) para crear animadversión contra la Banca grande y chica; para que los ciudadanos enteros comencemos a pensar que la usura, el descaro y otros sustantivos que me asustan, sean entendidos como la purísima esencia del papel social y altruista de las señoras y señores banqueros.

Claro que si esta gloriosa semana la hemos de terminar con las riquezas espirituales del señor Munilla, más nos vale no dedicarnos a estas pecadoras reflexiones materialistas.

A no ser que entendamos que esta España, que antes era tan nuestra, es ya de los bancos.

Deseoso estoy por conocer opiniones de la “contra popular”.

Goyo
15-ene-09

Camino de lo ofusco

Ofuscación

Mi pueblo tiene una gente ya acostumbrada a acoger durante el verano a niños saharauis en lo que se llama «Vacaciones en Paz»; muchos pueblos extremeños se llenan de vivarachos enjutos ávidos, de polos y de refrescos helados: Sáhara es inclemente y educa en la resistencia.

No sé si Amanatu Haidar habrá vivido alguna vacación es estas tierras, pero su condición admirable de convicción por amor a su Sáhara, lleva evidenciándose 16 días.

Ella quiere el pasaporte que le quitó la administración de Marruecos y yo no sé para qué carajo necesita esa mujer el pasaporte marroquí. Tampoco me explico porqué no quiere la nacionalidad que con tanta delicadeza le ha ofrecido el ministro Moratinos, le hemos ofrecido.

Quizá se trata de la ofuscación que en ocasiones nos afecta a los humanos, que caemos en la pura irracionalidad por mor de seguir un ideal imposible, además de inviable; o precisamente por ser inviable.

Caso parecido se me presenta viendo un reportaje fotográfico en una de las redes sociales. La señora Cospedal ha venido a Cáceres y se ha colocado junto a su sonrisa, tras un cartel que dice: «Con Monago, + empleo, – impuestos«. Y por el ambiente efusivo y seguidor, hay mucha gente que se cree el lema y que pasa al profundo convencimiento.

En el primer caso, el de Amanatu, Saramago le ha mostrado su respetuosa admiración tras expresarle su incomprensión por el rechazo. Para el segundo caso, por aprender algo de Don José, yo también deseo expresar mi profundo respeto a esas ideas tan incomprendidas; aunque no vayan acompañadas de hambre en huelga.

Goyo
02-dic-09

(La foto la he tomado en unos locales muy frecuentados de Cáceres)

Más impuestos fraternos

excise

El miedo de aquellos súbditos medievales a que se presentase «el tío del caballo y del saco», sin avisos ni plazos, a recoger parte de las cosechas que habían producido las tierras del clero o de la nobleza, con el trabajo y las condiciones de miseria permanente de la gleba, debe haber marcado algún rasguño genético en muchas de las capacidades intelectivas de los ciudadanos de la actualidad.

No está demás insistir entonces en que el significado de la palabra «súbdito» arrastra obligaciones y dependencias indiscutibles de la persona humana hacia el poderoso, mientras que la palabra «ciudadano» almacena derechos humanizados que el poder debe garantizar. Esto que parece tan sencillo, lo sigo creyendo ignorado en el entendimiento de buena parte de la ciudadanía.

Diezmos, alcabalas, tercias, excusados, sisas, portazgos,…eran los nombres de las obligaciones impositivas medievales para que los nobles siguieran siendo más nobles, la corona tuviera más cabeza y el clero tuviera más de todo. El público sabio y callado se revelaba entonces en escasas ocasiones, incluso creaba entelequias vengativas y justicieras para serenar sus ansias de trato humanizado; por ejemplo Robin de los Bosques.

Esta inveterada costumbre lo mismo ha sido capaz de modificar la capacidad de comprensión de muchas mentes actuales: hay personas que gozan de una atención exquisita procedente de los servicios sociales que soportamos entre todos -unos más, otros en menor cuantía-, algunas de tales personas, son incluso ajenas a retenciones o aportaciones fiscales y, sin embargo, manifiestan y muestran rechazo innato a la palabra «impuesto». Reciben de todos y protestan porque al resto se les va a seguir obligando a ser fraterno para paliar así sus escasos recursos económicos. (¿Para cuándo una Ley de la Fraternidad?)

Algo habrá que hacer en casa del que recibe subvenciones, primas, deducciones, becas, ayudas,… y provocan la locura de declarar ante Hacienda Pública menos cantidad que cualquier asalariado. Para que el INRI se escriba con más mayúsculas, protestan más quienes no van a sufrir aumento impositivo. Este frecuente hecho, debemos creer que se debe más a la estulticia sórdida del insolidario, que a la torpeza argumental de los que creemos en la Justicia Distributiva

Yo creo que esa actitud insana, viciada y venenosa debe ser catalogada como «delito social» en un buen código ciudadano. Porque hiere a la cordura, por ejemplo, que un sencillo pensionista, que no tiene otro ingreso que su escaso salario distributivo, manifieste rechazo a la noticia de que las rentas altas hayan de someterse a un aumento de la cesión fiscal (me jode llamarle «presión fiscal»).

Es posible que debamos mostrar comprensión con su ignorancia; pero en este campo soy tremendamente desconfiado: más creo que se trata de un ancestro que despierta cada vez que suena la palabra «impuesto». O bien quizá el rechazo a todo lo que huele a impuesto se deba a la extraña condición que disfrutan, en general, los trabajadores y pensionistas si comparamos sus declaraciones a Hacienda con las declaraciones de los empresarios.

Ancestro que alimentan, engordan y clenbuterolizan, precisamente los modernos que huyen de lo cercano a la solidaridad.

De estas resonancias de caverna se siguen alimentando muchos personajes políticos; lo que a su vez provoca el desprestigio de la cierta clase política, de cierta clase obrera y de cierta condición ciudadana.

Goyo
09-sep-09