Eso de la intimidad

 

 

A finales del siglo pasado, irrumpe en las escuelas la problemática derivada del binomio castigo /disciplina, tarea centrada en la creencia que una colleja era buen método para recomponer el orden, la atención o los aprendizajes. La evolución de algunos principios pedagógicos supuso que de forma tan lenta como imparable, fueron desapareciendo los castigos físicos sin que con ello se aminorasen los fenómenos de indisciplina o se aumentasen los rendimientos intelectivos.

Quizá fruto de esta evolución, se instaló en el profesorado la sensación de pérdida de autoridad a la vez que se instalaba en los padres una novedosa posibilidad de influencia en los asuntos educativos. En esos tiempos, cualquier conflicto relacionado con la indisciplina escolar suele ser interpretado en favor de la versión de los alumnos, protegidos por los padres, quedando el profesorado desposeído de la presunción de inocencia y con la mochila de la prueba en contrario.

Por cosas de la buena fortuna, seguimos interesados en que el fenómeno educativo obtenga los beneficios más amplios y gozamos ahora de una tendencia que trata de evitar conflictos pasados. Evidentemente, nacen otros nuevos y es en el entorno escolar donde de preñan, crecen y florecen. Y de los cientos de resultados que se dan para observar, actualmente interesa mucho incidir en el campo del desprecio, de la intolerancia, del acoso,… con especial atención al acoso sexual.

La fiscalía gallega propuso instalar cámaras en aulas y despachos para prevenir desmanes varios, entendiendo que así se promovía la acción de la Justicia ante los derechos de los ciudadanos y del interés público. No han faltado sectores sociales y personas concretas que califican de “barbaridad” la oferta porque conculca el derecho a la intimidad de alumnos y profesores.

Si la educación de la escuela es considerada como servicio público, huelga considerarla como experiencia socializadora íntima, aunque existan experiencias educativas familiares o de grupo que sí tengan esa condición; por lo que no debería sorprendernos que se publiciten para las personas interesadas en caso de que la grabación pudiera solventar el problema.

Mi duda aparece porque no sé si es prudente la alternativa de permitir a los padres que contemplen “in vivo” cómo aprenden sus retoños y cómo se comportan.

 

Goyo

23-sep-19