Anónima

Cementerio

La breve y hermosa historia que me levanta el ánimo, aparece hoy de manera delicada y potente: una mujer vasca que llegó a Cáceres hace seis o siete generaciones, creyó en el teatro, en enseñar a leer a los obreros, en hacer escuelas,… en fin, en utilizar la fortuna heredada de su tío notario para redimir con cultura, con una cultura muy ajena al poderío ideológico de finales del siglo XIX y principios del XX. O eso nos tienen dicho que hay que creer: que casi nunca en aquellas épocas hubo mujeres solteras, empresarias, vascas, humanistas, progresistas, …

Para eso también están los historiadores, como Fernando Jiménez, para liberar de la injusta prisión del olvido y del desdén a las vidas ejemplares que ejercitaron valores compartidos y ritos solidarios sin artificios, …eso que supone y exige un ejercicio cotidiano de muestra sincera en lo que se hace y en lo que se cree. Sin buscar antesalas. Sin organizar comidillas de malas beatas. Sin pasear apariencias. Sin esconderse tras el nick de la modernidad. Sin utilizar de forma rastrera la opinión que cualquiera debe defender sin oscuridades.

La tumba de Juana Elguezabal Leguinazabal, su tumba, permanece periodicamente engalanada de flores; casi un siglo después de su muerte sin que, hasta ahora, sepamos más cosas de su inmenso nonimato.

Un reconocimiento honesto ha sido promovido por el Ayuntamiento de Cáceres, por si al mundo creyente del respeto a la mujer le pudiera servir el ejemplo de Juanita, de Ángeles o de Felisa la lavandera.

Pero dudo mucho que este paso hacia el terreno de la sinceridad abierta tenga algo de éxito; nos es más frecuente comprobar la abundancia de opiniones lanzadas desde la crueldad que da el anonimato, al abrigo y fomento de algunos medios, incluidas las redes sociales que permiten la bajeza.

Deberá defenderse la valía del anonimato cuando la libertad se cercene; pero en una convivencia protegida por normas democráticas, el ejercicio del anonimato es la primera semilla del mensaje con capucha, de la calumnia o del terrorismo que justifica el tiro en la nuca.

Si alguna vez me siento derrotado,
renuncio a ver el sol cada mañana…

Goyo
27-ene-11