Sietepata

Silla

Era el tío de Juana “la Rubia”, Artemia “la del Plácido” y “la Caranchúa”. Era cojo. Estaba cojo de las piernas,… que eran mu delgaínas, mu delgaínas, y no se podía sostener de pie. Andaba solo por lo liso apoyándose en una silla -que llevaba en una mano- y en un bastón, que lo llevaba en la mano derecha. Por eso lo llamaban así: Sietepata;… cuatro de la silla y una del bastón, cinco … y dos suyas, siete. Era como comunista, pero no comunista del todo, … o republicano,… no sé; pero los falanjistas ya lo tenían entre ojos.

Un atardecer, entre dos luces, le apuntaron con una pistola y le dijon que entrara en el coche de Juan “Carpeto” y se lo llevaron pal Tajo. En el camino, pues ya supondría el qué es lo que le iba a pasar y dicen que se quiso tirar del coche en marcha.

Cuando llegaron al puente de la carretera que cruza el Tajo, se desviaron por el carril que sale a la derecha y paró en coche al lado del piélago donde trasmallaban los pescadores y sacaban los barbos más grandes. A las horas tempranas de la noche allí no había nadie, o eso creyeron.

Sacaron a Sietepata del asiento de atrás del coche, que no quería salir Sietepata y el que iba con él detrás le dijo: “ T’as cagao, hijo puta,… ¡ cómo huele! ” y lo sacaron a rastras a él y a la silla, que se agarró a la silla para poder ponerse en pie. El bastón quedó en el asiento de atrás.

Y apenas lo dejaron enderezarse, lo empujaron a él y a la silla y cayeron al piélago.

El agua se abrió como una especie de cuna negra, con sus bordes de puntillas blancas, para acoger al cuerpo grave y a su silla. Sus flacas piernas se hundieron primero y sus fuertes brazos intentaron agarrarse al borde del agua rota de la noche. Y, entre risotadas de algunos presentes y gritos que sólo saben lanzar los que van a ahogarse, volvió el sonido del croar de las ranas y el de algunas burbujas humildes que escaparon del fondo y reventaban en lo oscuro.

Cogieron el bastón y lo arrojaron al charco. Flotaba.

Muchos años más tarde, los garrovillanos contaban que estuvo la silla semanas y semanas vacilando en el río,… algunas veces paraba,… pasado algunos días se la volvía a ver más abajo,… y como sospechaban que una silla nueva podía ser huella de algo importante, la dejaron flotar hasta que se perdió de vista y no de memoria. Del bastón nada se supo.

Todo lo demás lo cubre hoy una gigantesca losa de agua embalsada.

Milenios más tarde, dos investigadoras de sedimentos de fondos de aguas dulces descubrieron restos óseos petrificados de una dudosa especie de homo, cuyas extremedidades inferiores no parecía dotadas para la marcha o la carrera como así las desarrolló el homo sapiens, que como su propio nombre indica, significa “hombre sabedor”.

Goyo
23-jun-09
Era el tío de «Juana la Rubia», Artemia «la del Plácido» y «la Caranchúa». Era cojo.

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