¿Seguirá desértica la plaza?

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Si alguna vez quisiéramos aprender lo que somos y cómo nos comportamos con el urbanismo de la ciudad de Cáceres, no haría falta acudir al estudio de los principios básicos de la lógica urbanística, tendríamos que pasear con especial dedicación por los alrededores de lo que hoy es su Plaza Mayor, una vez que hayamos observado las calles y las edificaciones protegidas por la muralla.

 

La quietud y la distribución de los edificios de la Ciudad Monumental expresa cual fue el sentir urbanístico imperante de los siglos: su verdadera plaza es también tripartita: Plaza de Santa María, Plaza de San Jorge y Plaza de San Mateo. La ciudad amurallada mantuvo y mantiene estos tres huecos nobles donde descansan las calles y las cuestas, y sigue manteniendo sus nombres después de cinco siglos. Debe ser una curiosidad gratificante conocer los nombres de estos rellanos en tiempos de dominación árabe; pero acerquémonos a cómo se ha depositado la historia entre las piedras.

 

Parece que también a los nobles y a los capellanes les gustaba la siesta y el remoloneo de las mañanas de abril, lo que implicaba que el barullo mercantil y las voces del comercio eran incompatibles con el sosiego episco-nobiliario; así, fuera del recinto amurallado -aunque a la intemperie de soldados y guardianes- se utiliza una grandiosa explanación al norte para mercado y anuncio de expansión extramuros; porque la orografía de la sureña Rivera del Marco lo impide y las vertientes de poniente y saliente no disfrutaban de llano próximo -”Camino Llano” era demasiado lejos para ser plaza-. Esto que me parece que estoy inventando, tiene como contraprestación el inequívoco certificado de cómo son las cosas y las casas en la actualidad. En la duda de hoy, tengo la certeza de que la Plaza Mayor de Cáceres siempre fue un aledaño de lo noble, un añadido para el pueblo llano, un pegote desamurallado,…se debe entender entonces normal que pueda estar sujeta a tantos vaivenes y criterios cambiantes.

 

Otra vez se anuncia la remodelación de la pieza que da espacio y ánimo a la “parte antigua”; se dice que la actual bandeja desaparecerá a la vez que sus ventajas e inconvenientes y vendrá otro diseño con sus inconvenientes y con sus ventajas. En cualquier caso, y en todos los casos, quiero decir que no me gusta la plaza desprotegida de árboles, quizá porque así se sigue presentando en las memorias de mi adolescencia o quizá porque debiera merecer al menos veinticinco árboles, algo más animosos que esos naranjos que tan bien conservan su raquitismo.

 

Árboles hermosos, uno por cada edil de los que componen la Corporación Municipal, que también la plaza es antesala del Ayuntamiento.

 

Goyo

03-mar-09

 

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