No me digas que otra vez Montfragüe.

 

 

 

 

 

 

Otra vez Montfragüe azuzando penas. Me entristece que el mal entendimiento arraigue con tanta precisión. Me lamento que una joya natural promueva tanto zarpulllido. Me acuerdo de Don Emilio. Escribí un cuento sobre una anécdota de mi hijo con el Arroyo Barbaón. Muchos domingos locos nos sentábamos en la fuentecilla donde nace Peña Falcón. Sólo éramos seis. De cerca, el verde es más color que el rojo o el azul. Ya sé menos.

 

Los tiempos acumulan noticias inesperadas; ya no estoy al buen tanto de lo que se cuece en Montfragüe. Una de las últimas veces me pareció sereno a pesar de tanta personalidad importante. No obstante ya me dieron lo que ahora siento como primer aviso: esto ya no es lo que parece, “han venido dispuestos a repartirse esos millones de euros que dice la ministra que van a venir”. Algún día tórrido de verano repito visita a la Fuente del Francés, que ya aparece turisteada, con huella suficiente de esa limpieza artificial. Creo que tiene que ser muy difícil conservar y dejar ver, oler, pisar y mirar.

Pero la gente tiene derecho y deber de mostrar su propio cansancio, que es lo que me parece que muestra la noticia y la cadena de comentarios; muchos de ellos innecesariamente maliciosos.

Claro que si después de treinta años de esfuerzos y promesas, los pueblos siguen torpes en su mal vivir, habrá que recomponer el desencanto. No podemos ahogar a Serradilla, no debemos desconsiderar a Jaraicejo, hay que saber mimar a Torrejón,… y así hay que componer que cada pueblecito se cuide en sentirse miembro y parte de esa cosa que con tanto bombo y pecho hinchado decimos que es “Reserva de la Biosfera” o “Parque Nacional”.

 

Algo debería estar haciéndose mejor; también las personas sencillas tienen altos sentimientos ecologistas.

 

 

Goyo

14-abr-09

 

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