Muchos ante el peligro

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paro

Y muchas.

Nos recuerda Pepe Blanco (el otro Pepe Blanco fue el cantante de «Cocidito madrileño») que el paro es «el principal desafío al que se enfrenta el gobierno».

El desafiante asunto es elevadamente incómodo. El trabajo dicen que nació cuando el jefe del paraíso se quedó solo expulsando a la pareja de insurrectos: los echó al trabajoso asunto de ganarse el pan sudando, lo que quiere decir que en el octavo día se creó el Mercado,… después de que descansó. Como no aclaró con quién habría de concitarse el acuerdo laboral, rápidamente surgieron las desconocidas leyes de la Oferta y la Demanda, que aún no sé quién las legisló o qué gobierno permitió su inarticulado texto (¿Por qué tienes perras y yo no? Porque yo las tengo y tú no -diría el Roto-)

Las benditas y malditas leyes de la Oferta y la Demanda lo son porque son las más verdaderas para argumentar lo mismo «lo que dice la Ley» que «lo que hace la trampa». Así me parecen de injustas; porque en la bonanza, ni ofertantes ni demandantes se contentan con reglas. Por contra, en periodos de comercio frío, se anhela que sea el gobierno quien resuelva el desaguisado que provocan las falsas libertades. Duro e ingrato cocidito, Pepe.

A mí me gusta que cualquier representante público asuma quebraderos y angustias ajenas: esa es la nobleza de la Política, que no es otra cosa que el desprecio al idiotismo (idiota en griego significaba egoísta, persona tan sólo preocupada por sus asuntos propios).

Ya he prometido dedicarme a pensar sobre este duro panorama; poco o nada seré capaz de ofrecer, pero lo que ofrezca lo hago con la intención de seguir creyendo que todo el mundo -todo- tiene deseo de éxito, de hacer las mejores cosas y de comunicar alternativas sin erosionar voluntades. Lo haré aunque tenga que padecer la incontinencia de los facilongos que siguen adorando a los dioses que nos dejaron la cosa sin resolver.

Deben, entonces, funcionar dos colas: aquella que acoge y trata de medir la atención a quien necesita trabajo y aquella que se dedique a ofrecer ideas y alternativas a la primera. Cambiar de la cola buena a la mala, para hacerse una foto, me parece imperdonablemente burlesco.

Goyo
02-feb-10

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