Malito

enfermo

A nosotros, los blogueros, también nos alcanzan las enfermedades. Estaba yo este lunes descansado, recorriendo sitios y personas que conviene visitar en vacaciones. A la vez seguía pensando en cómo animar hasta el convencimiento para que mi tropa infantil se inicie en este hábito –blog- de recoger sentimientos propios y de exponer juicios.

Yo creo que yo no me daba cuenta de la compostura global del clima dominante; como apenas el sol salía, los cielos frecuentaban los grises y los suelos mostraban verdes sin brillo. La tarde, para ser más explicativa, siguió la hoja de ruta y dejó llover. Otra vez el agua fría se mezclaba con el viento frío… o era al revés; el viento portugués se enfriaba con el agua.

Así que Angelita, mi esposa, subió de la plaza a casa como “descalentá”, “mareosa” y con “mu poquitas ganas de jacé las cosas”. La breve siesta en ayunas no la reparó, que por eso fue precisa mi docta decisión de disolver polvo de ibuprofeno por ver si así el atardecer se iluminaba algo. Para la espera, yo me fui de nuevo al campo, que el campo es el “locus” donde nunca se presenta el remanso: los ajos, las gallinas, la pared, el perro,…

Cuando llegas del campo sudoroso y agradablemente embarrado, la ducha calentita te reviste por si acaso se produce eso de la iluminación vespertina.

“He hablado con mi hermana y dice que eso es un virus, que ahora hay mucho por el pueblo.” Y entonces, digo yo, que debemos dar gracias porque si en lugar de uno se hubiesen presenta dos o tres, nos rematan.

Y es que se presentaron los tiritones. Violentísimos y energéticos aparecieron nada más bajarme los pantalones para sentarme en la taza del retrete, que pareciéndome tan fría, se me cortaron al momento las ganas y regresé arrecío al brasero, pásandome antes por el termostato de la calefacción sin hacer caso a las sugerencias de Sebastián, el ministro.

Una manta tupida, que ya había servido para reparar la temperatura de la esposa, me rodeó sin que los escalofríos cediesen. El cuerpo no encontraba posición ventajosa. Mal en el estómago, ni ganitas de música, la cabeza y el cuerpo abandonado… y así como si hubiese estallado la burbuja del bienestar y todo lo popular se hubiese convertido en soluciones.

En estas condiciones, entenderéis que el post haya salido algo chungo.

Goyo
30-mar-10

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