Los pájaros

Este otoño, los pájaros han acudido a los árboles de mi pueblo, Casar de Cáceres, con tal grado de ocupación que los coches que buscaban su sombra salían moteados, el suelo se repletaba de pequeñas inmundicias, los vasos de cerveza se cubrían con servilletas y el vecindario azuzaba a los concejales que a ver qué coños pasa con los pájaros.

Mi pueblo tiene un gran paseo arbolado y largo. Fue decidido que así fuese porque aceptamos el éxito de la primera zona ajardinada que se creó a principios de la década de los ochenta; era entonces una pequeña plaza, cercana a la iglesia, que albergaba en las fiestas un grandioso círculo de carros para componer la plaza de toros; así se sigue llamando el hermosísimo jardín triangular. El caso es que por eso y por otras cosas tenemos un montón de árboles.

Y los pájaros, ausentes de estas historias, recalcitraban con su presencia y acto en los árboles la mugre del suelo asolándolo de abundantísimas mierdecitas.

Que esto no puede ser.
Que tendréis que hacer algo.
Que es una pena cómo está el paseo y que vais a echar a gente de él.
Que eso se arreglaba con una escopeta si a mi me dejasen.
Que eso se arregla quemando azufre.
Que a ver,… tú!, que eres el Concejal de Medio Ambiente, a ver cómo se quitan los pájaros o que no caguen.
Que es una guarrería, que ya hasta me tengo que bajar unos guantes para levantar la tapa del contenedor para tirar la bolsa de la basura, que tú no sabes cómo ponen la tapa los dichosos pajaritos,…

Y así cientos de mensajes que llegaban a la bolsa de gestión inmediata, importantísima y urgente que debiera efectuar el Ayuntamiento.¡ Ya !.

El otoño, ya sabéis, es también el periodo que inicia el calendario político. Nos reunimos con el mundo asociativo para recoger y coordinar lo que se ofrece y lo que se necesita y, en lo que más se incide es en la problemática de los pájaros. Escribimos y trasladamos demanda razonada a la DGMA y ésta nos invita y remite a un artilugio que tiene el Centro de Recuperación de Aves de Sierrafuentes (Cáceres).

El aparato nos lo facilita y trae un trabajador del centro que es a la vez vecino casareño, en el Ayuntamiento atendemos a las explicaciones de uso una dirigente de un colectivo ecologista, un policía municipal y el concejal de la cosa, que soy yo. Entendidas las instrucciones, nos vamos a celebrar el primer ensayo en la Plaza de Toros. Son cuatro barras que juntas y encastradas alcanzan los cuatro metros, una de ellas tiene como un cuadro de mandos y en la última se cuelgan dos altavoces. El artilugio se enchufa en una batería y cuando se le da al “on” aquello comienza a emitir los gritos de ataque de diversas rapaces, mezclados con los que pudieran ser lamentos horrorizados de las aves convertidas en presa. Los hay variados. Ataques nocturnos. Celadas diurnas. Alarmas de huida. Grajidos….

A medida que pasamos el aparato como a modo de estandarte sonoro bajo los árboles, vemos que los pájaros comienza a huir … y los vecinos a acercarse. Sigue la ceremonia a medida que quedan menos pájaros y se aproximan más vecinos.

¿Pues y que os pasa?
¿Es que nos vais a quitar la alegría de la plaza?
¿Y qué os han hecho los pobres pajaritos? Vamos,…
¿Y tú también, Concejal de Medio Ambiente?
¿Y pues, no veis que están ahora dormidos? ¿No tenéis otra hora para molestarlos?

Mirándonos los cuatro, sin hablar ni responder mucho, descomponemos la estructura, desenchufamos la cosa de la batería y dejamos la plaza con pájaros asustados y vecinos en victoria.

Acordamos los cuatro que vamos a repetir el ensayo en la zona más agredida del paseo; allí dos imperiosos olmos negros y un grupo de viejos plataneros protegían exageradas bandadas de gorriones y estorninos. Llegamos, montamos enchufamos y sorprendentemente se repite la misma escena a la misma velocidad: mientras algunos pajarillos cambian de rama o se alejan a otro árbol, los vecinos se congregan rodeando al cuarteto.

Se repiten las misma inquisiciones vecinales, incluso una pareja de niños nos dicen con la inocencia que ellos saben dónde hay montones de pájaros si queremos que el invento funcione. Comprendido.

El aparato yace descompuesto en el despacho del Alcalde con una breve nota que dice: “Para devolver cuanto antes”.

Gregorio Tovar Barrantes es maestro.
09 nov 05

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