Candelaria

 

De verde cobrizo, o de bronce verdusco, son las estatuas de los menceyes que dan la espalda al mar de la playa de Candelaria. Tinerfe, Bencomo, Behenaro,… allí seguirán colosales y erguidos, subidos en pedestales para que sigamos pensando que un día fueron grandes y que se quiere que sigan siéndolo aquellos guanches que engalanan la extensa planicie vecina del océano. Miran todos, todas las estatuas miran a la tierra; quizá haciendo muestra de atención a lo escaso comparado con lo inmenso de las aguas que han dejado asomar la isla.

A punto esoy de volver a visitar la cálida bahía y a repetir el sabor de los mojos y de de las gambas sencillas. Miel de palma, gofio con leche de cabra y cepas rastreras que ya habrán sacado los racimos de muestra,… y así muchas otras experiencias mientras los aprendices encuentran las mejores caras de las piedras: una para para apoyar, otra para enganchar, otra para ser vista. Volveré a ver los trabajos esmerados de las mamposterías en seco, de las piedras vistas de Tenerife.

 

Además, vuelvo con la alegría de servir a la inquietud de un Ayuntamiento que sabe indagar en el futuro, que se ha atrevido a recibir un buen puñado de incitadores de las nuevas formas de comunicación.

 

¡ Felicidades Candelaria !.

 

Goyo

08-may-08

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