Aires extremeños

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Es el poder ciudadano quien realmente decide; es además, un poder in-elegible, ya está impuesto por la esencia social, como una especie del “imprinting” de decía Konrad Lorenz. El «imprinting» que se nos está exigiendo, requiere una tolerancia progresiva a todos los diversos estímulos ambientales con los que debemos convivir durante toda la vida. Así, creo que una persona obtiene más poder cuanto más se acerca uno al nuevo “Leviathan”, que no está enclavado en ninguna institución gubernamental, ni tampoco descansa en ninguna onegé, ni se asienta en ninguna logia. Lo nuevo es lo complejo; quizá estemos en camino del “toleras omnia omnes” y dejar en el pasado el “bellum omnia omnes” que decía Hobbes, que también decía que la vida en el estado natural es «solitaria, pobre, sucia, bruta y corta.»

Para que la vida fuese más social, enriquecida, limpia, cultivada y larga, dicen los historiadores que hace unos doscientos años, la burguesía arrebató, en el nombre del pueblo, casi todo el poder al clero y a la nobleza; los banqueros siguieron indemnes y potentados. A partir de entonces, han nacido muchos intentos para lograrla; de entre todos, les suelo dar estima y apego a dos de ellos: al de los socialistas teóricos franceses (nacidos al alba de la era industrial) y al ecologismo (bebé teórico postindustrial). Los banqueros siguen quedando fuera; algún día de estos me ocuparé de ellos.

Aplicada esta teoría al asunto de la limpieza de nuestros aires, según la denuncia de Ecologistas en Acción, del enfrentamiento animado y aguerrido de las partes y sus seguidores (léase con mucho mimo los comentarios de la gente embravecida) me quedo con el saber esperar del señor Fernández Vara y el intento de rectificación del representante del citado colectivo; aunque en éste último se sigue apreciando un “alter culpa” más que un “mea culpa”.

No es lo malo el grueso daño que Ecologistas en Acción ha sembrado en Extremadura, es más peor que los urbanitas madrileños, valencianos o bilbaínos crean que tienen calidad de aire de campo extremeño; y, mucho peor, que aparezca en aquellos los primeros síntomas del absolutismo racional subjetivo: “yo no estoy equivocado; son los medios, los aparatos, las interpretaciones o las lecturas fuera de contexto.”

El caso es que esta contienda, que permanecerá larga pese a los esfuerzos de tolerancia, está siendo perdida por uno de los grupos ecologistas que últimamente parece articular su acción en la mera denuncia de las cosas que se hacen mal y apenas recogen y estudian las que se asumen respetuosamente. Hay que reconocer que el Presidente de los extremeños ha demostrado el mismo temple, discreción y convicción que le ha faltado a la parte contraria. Yo he quedado empatado: lo que me duele por una parte, me ha sanado por otra.

Me parece que ha quedado claro que el deforme informe ha servido para que los que los que decimos sentirnos sensibles a los problemas medioambientales estemos de ridículo hasta el cogote; no es de extrañar que esto haga inaugurar una etapa de “ecologistas en pasión”; si no aparece, además, la era de los ecologistas pasivos.

Buena la habéis compuesto. Ya sois mayorcitos, ya sabréis qué hacer.

 

Goyo

13-jul-08

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