Hacia una tasa urbanita

Tasa Tovar

Allí estaban, ejerciendo con limpieza su consorcio y acuerdo frente a la gente diversa de la prensa que escuchaba cómo el pleno del Parlamento Europeo aprobaría con holgura la nueva Política Agraria Comunitaria, PAC.

Eran dos franceses socialistas tocados por el mismo diseño estético de hombres de estrado, Irache García Pérez que es socialista española, el jefe de la mesa que me parece que era francés, dos ingleses, uno que se llama Lyon y otro Nicholson y un italiano del que no me dio tiempo a anotar su nombre. Hablaban a buen turno y no se apreciaban grandes distancias en los fundamentos expositivos. Seguramente las tensiones habían sido rebajadas en los debates preparatorios y allí se iba a presentar la piña.

Todo el mundo estaba de acuerdo en que el sistema al uso para preservar las profesiones agropecuarias europeas estaba obligado a cambiar. De las muchas explicaciones esperanzadoras, cosa que fue facilitada por escrito en una Nota de Prensa, me parece que tan solo tres bastan para resumir lo que podrá comenzar en el 2014 y llegar hasta el 2010.

Sucederá que el mundo agropecuario recibirá ayuda si produce empleo, si practica el oficio respetando el medio ambiente y que éstas serán las dos vrtudes que provocarán la fijación definitiva de la población rural; asegurándonos así que el paisanaje de la Toscana, la Bretaña o la Extremadura deje de huir de los pueblos a las ciudades. O sea, que cabe interpretar el asunto como que la actual y moribunda PAC ni creó tanto empleo, ni frenó el éxodo rural ni produjo respetos medioambientales. Vaya, se han dado cuenta.

Y es entonces cuando yo me atrevo a preguntar si algunos de los miembros intervinientes -allí presentes o ausentes- en los trabajos, habría propuesto algo así como una Tasa Tobin aplicada a la ciudadanía urbanita para obtener fondos dirigidos a proporcionar en el mundo rural las condiciones precisas y detectadas que aseguren la permanencia en tal ámbito y en tal cultura. Pues la respuesta global e individual fue la misma: que no se conocía propuesta tal y que además, no se pronunciaban en su favor, y otras cosas más diplomáticas del buen hacer de la corrección política que me dejaron solito y en los medios.

Yo, desconfiado del sentimiento lejano de los pedestales europarlamentarios, he preguntado a mis cercanías, y me han hecho saber lo mismo: que tururú; que eso de otro impuesto discriminatorio para asegurar la vitalidad rural es inoportunidad, que lo que hay que hacer es repartir mejor la tarta, sin que ninguno y nadie apuntase qué parte de la tarta debería reducirse para garantizar la subsistencia rural.

Lo que les aviso para que no se les vaya a ocurrir defender tal propuesta en cualquier sitio, reunión o despedida de soltero, dado que en las alturas y las bajuras, bien confían en que esto de lo rural está debida y suficientemente retratado con la oferta que le he copiado a El Roto.

Y eso que no estuvo.

Goyo
28-jun-11

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