Esta cuesta del nueve, que dicen que va a durar más que la caída libre de Rajoy, viene no obstante adornada de buenos consejos para vencerla. Algunos personajes de la vida pública, afinan lo suyo el repertorio de sugerencias para buscar palabras que despierten y levanten el ánimo del que escucha o lee: Felicidad, Mercado, Solidaridad, Dinero, Confianza, Paciencia, … y que Secumplantodostusdeseos, que encuentren empleo los menesterosos, salud los aquejados y amor los malquistos. En fin, la gente pública y política al menos contenta en verbo.
Uno de los personajes que me ha causado más agrado a la hora de escuchar su desideratum para este año tan chiquitajo y de tan mala follá, ha sido Fernando Solís, Subdelegado del Gobierno en Cáceres, que nos ha deseado a todos “un año justo”. (Entiendo que no ha querido decir “justo un año”, por eso de que el que se fue lo hizo con un segundo más de vida).
Un Año Justo, deberá ser un año de poder efectivo de la Justicia y no del poder palurdo que puedan utilizar algunos funcionarios del Ministerio de Justicia. Un Año Justo será el que termine con diciembre repleto de magistrados envidiados y de reos contritos.
Yo, que soy un político privado (me priva la Política) también voy a ejercer mi pericia anunciando el buen deseo: os deseo a todas, a todos, “un año político”. Un año en el que diciembre termine con la falsedad de la corrección política y los oportunistas del mensaje y las circunstancias; un año en el que diciembre se remate celebrando la confianza de los ciudadanos en sus representantes porque éstos ya han demostrado durante la cuesta arriba que la Ética retornó un poquito.
Además, es un deseo que no requiere dinero para cumplirse.
Goyo
06-ene-09