Eso de la intimidad

 

 

A finales del siglo pasado, irrumpe en las escuelas la problemática derivada del binomio castigo /disciplina, tarea centrada en la creencia que una colleja era buen método para recomponer el orden, la atención o los aprendizajes. La evolución de algunos principios pedagógicos supuso que de forma tan lenta como imparable, fueron desapareciendo los castigos físicos sin que con ello se aminorasen los fenómenos de indisciplina o se aumentasen los rendimientos intelectivos.

Quizá fruto de esta evolución, se instaló en el profesorado la sensación de pérdida de autoridad a la vez que se instalaba en los padres una novedosa posibilidad de influencia en los asuntos educativos. En esos tiempos, cualquier conflicto relacionado con la indisciplina escolar suele ser interpretado en favor de la versión de los alumnos, protegidos por los padres, quedando el profesorado desposeído de la presunción de inocencia y con la mochila de la prueba en contrario.

Por cosas de la buena fortuna, seguimos interesados en que el fenómeno educativo obtenga los beneficios más amplios y gozamos ahora de una tendencia que trata de evitar conflictos pasados. Evidentemente, nacen otros nuevos y es en el entorno escolar donde de preñan, crecen y florecen. Y de los cientos de resultados que se dan para observar, actualmente interesa mucho incidir en el campo del desprecio, de la intolerancia, del acoso,… con especial atención al acoso sexual.

La fiscalía gallega propuso instalar cámaras en aulas y despachos para prevenir desmanes varios, entendiendo que así se promovía la acción de la Justicia ante los derechos de los ciudadanos y del interés público. No han faltado sectores sociales y personas concretas que califican de “barbaridad” la oferta porque conculca el derecho a la intimidad de alumnos y profesores.

Si la educación de la escuela es considerada como servicio público, huelga considerarla como experiencia socializadora íntima, aunque existan experiencias educativas familiares o de grupo que sí tengan esa condición; por lo que no debería sorprendernos que se publiciten para las personas interesadas en caso de que la grabación pudiera solventar el problema.

Mi duda aparece porque no sé si es prudente la alternativa de permitir a los padres que contemplen “in vivo” cómo aprenden sus retoños y cómo se comportan.

 

Goyo

23-sep-19

 

 

Valencia. Poema para un adolescente.

Valencia
(Capacidad de un elemento para combinarse con otro)

Buscan una calle
rebosante de mandarinas,
donde las profesoras muestren las luces
y los profesores empujen al saber…

Pero se han encontrado
policías azules,
con cascos duros como fierros
y trajes planchados.

Algunas gotas de sangre roja
calientan el asfalto;
mientras,
los radiadores confirman el frío
que ha incendiado la respuesta al asco.

Goyo
21-feb-12

Los reyes también traen árboles.

Hace hoy veinte años. Yo era concejalillo recién estrenado. Le había pedido al Alcalde la «cartera» de Educación y Medio Ambiente, asuntos que en lo ordinario no estaban ni unidos ni unificados; pero mi terquedad ya valía bastante, y eso que aún no se contemplaba límpida la imposibilidad física, económica y metafísica de gobernar el urbanismo y el ambiente.

El caso es que desde aquel primer año, me empeciné en que los Reyes Magos podrían reglar arbolitos para sembrar en macetas o en los campos;y así se inició la costumbre que aún pervive -sin ser yo ya concejal- y a la que voy a dedicar algún tiempo de esta tarde de fantasía infantil.

Me voy a reglar arbolitos: pininos, alcornoquinos, encinitas,…que cuando sean grandes fabriquen verde.

Mañana -os prometo- os facilito la foto.

Una banderita para la gente de mi pueblo que sigue ilusionada.

Goyop
05-ene-09
bandemita

El refugio no protege lo suficiente

Niñospalestinos

Ahí está el refugio,… es como la gran cabaña en la que la tribu deposita sus hijos y sus esperanzas. Las escuelas gobiernan buena parte de lo que ligeramente llamamos “educación”, ya que tanta prisa ambiental no nos capacita para volver a flexionar (re-flexionar) los argumentos e introducimos en ese saco educativo cualquier cosa a la que deseamos remediar. Aprender a leer parece que es labor que se consigue con cierto éxito, el aprendizaje de la escritura me parece mucho más complicado, aprender a pensar suele producirse nunca o bastante tarde.

Sin embargo, aprender a comportarse al modo idílico que pensamos los adultos que puede y debe comportarse la gente menuda, es otro de los aprendizajes más discutidos, luego es un terreno abundante de dudas. El trato con los iguales se rompe de forma natural desde la más dura infancia: “yo soy mayor”, “yo soy más grande”, “yo soy mejor”,… son los resultados inequívocos del fomento de la distinción en función a la edad, al tamaño, a las habilidades. También naturalmente, en esa dura y tierna infancia, se aprecia el nacimiento de la diferencia de trato por sexo; lo que todavía no sé es cuándo se ha sembrado esa semilla.

Claro, si hacemos caso a los ambientalistas (todo se debe y lo explica el ambiente) se nos derrumba la ilusión de educar a los pequeñines en el terreno de la no discriminación por sexo. Si hacemos caso a los adenistas (todo viene determinado por el ADN, todo es hereditario) el derrumbe es aún más desastroso. En el medio parece que nos encontramos aquellos que nos arrimamos al mundo educativo, confiados en que allí, en la educación, está el paliativo.

Si es por educación, nuestra cultura depositó hace mucho tiempo la responsabilidad de los primeros pasos sociales a la madre; incluso en los lacerantes casos de huérfanos y hospicianos de primera infancia, es en la mujer en quien depositamos la complicada tarea. En el cada vez más amplio servicio de las guarderías infantiles, el personal adulto masculino apenas tiene relación directa con el cuidado y educación de los bebés. En el perfeccionado y regulado mundo de la educación infantil, el porcentaje de personal femenino supera en mucho al 90%. Cuando las niñas y los niños llegan a los seis años, siguen educándose bajo protección y guía mayoritariamente femenina; y, durante todo este tiempo, seguimos responsabilizando a las madres que sean ellas, fuera de la escuela, -o las abuelas- quienes atienda y dirijan los complementos educativos.

Muy a pesar de este predominio, ya están marcados, troquelados, integrados,… los valores que hacen a los varonitos más violentos. Si este defecto educativo no proviene de la educación, ¿de dónde proviene?.

Goyo
08-sep-09