A veces, hasta el campo descansa algunos domingos de agosto.
Dos, y más, nos volvemos a juntar en la churrería del Tinta para desayunar y comentar lo que aparece en la prensa. Ya llevamos varios días con la tarea interpretativa y lectura de augurios de la prima. Sin adentrarse en razonamientos del gineceo político, que suelen ser igual del sustanciosos que los del androceo, hoy nos hemos dedicado a menosturbar cómo de cocida debemos tener las neuronas en pleno agosto. Después de los primeros comenarios, coincidimos en que lo más sustancioso es la noticia de las Moreras. Entonces, caemos en el acuerdo de que el principal temor no nace del riesgo financiero o del terrorismo de los dragones asiáticos, sino del manejo que de la información y del derecho al protagonismo hace a veces la prensa escrita.
Ya saben que el 80% de nuestro cuerpo lo compone el agua; pues bien, el otro 80 lo compone la información. Somos casi todo información de la que viene de fuera y el 20% restante es información interior, de producción propia; y hay gente que subsiste utilizando menos del 5% de la cosecha informativa (IVA incluído). Por otra parte, saben que al 80% de nosotr@s nos gustaría ser protagonistas y al 20% restante, no les molesta servir de personajes secundarios, inclusos extras anónimos de las películas cotidianas. Con estos ingredientes naturales, hasta un experto periodista puede confeccionar un gazpacho noticioso.
El barrio pacense de Las Moreras, podría bien llamarse también, con mayor propiedad, el Barrio de los Olmos o la Barriada Larvada o cosa mejor que la sabiduría vecinal seguro que tiene ya en ocurrencia. Y ocurre que dispone de unos cuantos olmos que, al decir y parecer de la noticia, están malsanos o plagados por enfermos. Mariposas de origen impreciso aprovechan esta circunstancia y se avecinan además de depositar sus huevos, de donde nacen sus larvas y prosiguen con las molestias propias que los humanos no sabemos soportar. De esos hechos ciertos, hasta las afirmaciones recogidas y trasladadas (Una mujer se quejaba de que hay noches en que cuando está dormida se despierta porque siente «un muerdo») parece que no solo hay sobreactuación: hasta lo conocido, ni las larva ni las mariposas «muerden». (Mordisco de madrugada me dan tus recuerdos, dijo el poeta)
Para que la noticia añada relevancia, se suma lo que sigue: (Antes de esto han tenido que soportar las molestias de las mariposas, que «no pican como mosquitos, es que muerden», se quejaba ayer Manoli Vara). Lo urbanita siempre sorprende más que lo rural.
La crónica no falta al papel del marujeo: (Yo me pongo al fresco, que estoy haciendo una colcha, y me comen viva.). Tampoco desaprovechan que por allí puede pasar el Pisuerga: (Esta mujer acaba de realizar obras en su vivienda y ha comprobado que las raíces, de gran grosor, se cuelan hasta adentro); sin menoscabo de aprovechar también los derechos que se contraen cuando se pagan impuestos (Estoy pagano 300 euros de IBI y creo que tengo derecho a vivir como una persona). Y más valores informativos que se despachan con comentarios contra todo lo que se mueva, se presente o se imagina, que siguen permitiéndose con ton y son.
Y hasta aquí el ejemplo de cómo cualquier buen profesional puede hacer de doble de mal becario obligado a rellenar la hoja del día.
No sé a qué atenerme; agosto siempre tiene este tipo de problemas.
Goyo
07-ago-11
Una banderita para quien sepa soportar.