Retomando el chiringuito

 

 

 

 

 

Una vez pensé llamarle a mi blog “El chiringuito”. Era entonces el tiempo serio de las primeras bitácoras y me dio miedo bautizar el invento con tan dolida palabra; pues en nuestra descomunal y abigarrada cultura, el término no goza de tan buena fama como solvencia tiene un chiringuito en la inmensidad social de una playa de verano. Una playa sin chiringuito solo sirve para asuntos de supervivientes. ¿ Qué te llevarías a una isla desierta ?… pues un chiringuito, con sus sardinitas, su caña fresca, sus deficiencias y sus suficiencias. Como casi todo lo español, un chiringuito es una cosa muy seria que hay que tomarla a cachondeo.

 

Parece que la oferta gastrocultural tiene sus problemas medioambientales; como todo, que para ser buen ejemplo de la época debe tener su grado justo de problemática medioambiental. Pues los chiringuiteros de diversas provincias se reúnen hoy en Málaga para solicitar del Ministerio que la Ley de Costas no les afecte. Seguro que tendrán planteamientos dignos de ser escuchados lo que, normalmente, ocasiona creencias y derechos dignos de no ser oídos.

 

Acaba la santa semana y comienza la algarabía: ahora resulta que ese caso de chiringuito popular con nombre raro no hace mella, al contrario, afila las perspectivas electorales del partido afectado para «eso» de Europa, elecciones que algunos toman ya como pica de castigo de «esto» de España. Vaya, que después de los casos del Algarrobito y otras vergüenzas urbanísticas que cubren la mitad de las mesas de Bruselas, lo mismo tenemos que ocuparnos en la defensa y protección a los chiringuitos como ejemplo de economía de la península de Barataria.

 

No hay que reirse de nada ni de nadie; el abuelo materno de Obama tenía una especie de chiringuito en Kenia y, ya veis …

 

 

 

 

Goyo

14-abr-09

¿En la República había chiringuitos?

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