Pues me entristecen las mayorías silenciosas y no me alegran tanto las minorías del bullicio.
Leo con sorpresa reconociendo el atrevimiento del autor de una cartita aparecida en la prensa extremeña. Hay que agradecer que la sinceridad reciba aires frescos y aquella gente convencida de que hay que reciclar sepa que hay otra gente dispuesta a defender lo contrario. Eso parece que es la Libertad.
Los procesos remediadores de algunos de los daños que producimos, parece que nunca fueron abundantes. Eso sí, quiero opinar diciendo que en el campo de los diversos colectivos, percibo más en los niños y en las mujeres tradicionales de la organización de la casa, los grupos mejor concienciados, los más efectivos y los más habituados en aplicar cotidianamente los pequeños esfuerzos que exige el separar los diferentes despojos de nuestra cultura.
Este compromiso adquirido sin duda a fuer de campañas para concienciar, puede de igual forma desconstruirse a base de campañas que fomenten la discordia ecológica: como es connatural a la especie humana producir mierda propia, debe entender igualmente natural -y por tanto ecológico- producir mierda ajena.
Pero el mayor peligro que percibo es que este episodio de renuncia a la higiene colectiva se intente articular como fuente de futuros y posibles manantiales de empleo y ocupación. Un viaje por los vertederos de Manila, de Río de Janeiro, de Madrid o de Nápoles nos muestra bien a las claras los mensajes que pueden lanzar las imágenes recogidas con una cámara y las declaraciones de los protagonistas que las fundamentan.
Puede que estemos a un paso de aceptar que parte de la población debe dedicarse a obtener suficiencia de los desperdicios que tan ricamente fabrica la otra parte; quizá sea ese el nuevo método que estructure las clases sociales,… si es así, debe oler mal.
Goyo
01-ago-09