Picotas

El frutero que atiende a las inmediaciones del colegio, me ha regalado hoy una hermosísima caja de cerezas. Son dos kilos que pesan más que el huevo del bigotes, tienen un brillo bermejo como si eso debiera recordarme algo y están exentas de pedúnculo, que es una de las señas de identidad de las picotas.

Además, tienen un calibre “22y+”. No acompaño foto porque conviene darle al magín.

Llego con esta joya al aula, que está vacía porque l@s element@s de aprendizaje están retozando Música, y pienso cómo se comportarán los pupilos -y las pupilas- cuando regresen y vean la caja colocada en la entrada/salida de la clase, que es el lugar reservado para el distribución de folletos, instrucciones y demás cosas de tomar y repartir.

Llegan los primeros, ven la caja, miran las cerezas,… me miran,…asiento y, trasladan al instante el mensaje no verbal.

¿Cómo ha quedado la caja después del recreo?

Pues, no señor; me han quedado las suficientes para demostrarme que eso del derroche, de lo gratis total y del “ahoram’aprovecho” no está tan repartido como yo pensaba.

Goyo

11-jun-09

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