Las castas y el reino oculto

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Se presenta ya como casi segura la tesis de que la lectura que se bebe en las fuentes de Internet, es menos concentrada y reflexiva que aquella que la tradición libresca nos ha ofrecido; y a mí me sigue extrañando cómo con tanto silencio y quietud monacal, nuestra cultura libresca produjo tanta blasfemia mental. Otra tesis que parece incrustarse al argumentario social al uso, es que las personas que se dedican a la Política constituyen una especie de conjunto monigotero al que conviene atizar cotidianamente para demostrarnos lo bien que sabemos desbarrar y lo mal que ellas atisban las soluciones a nuestros problemas. En lenguaje modoso, que constituyen una casta.

Escribir frente a estas doctrinas puede ser tarea que provoque el alejamiento inmediato del lector; incluso del mismo escribidor;es como un derroche de intenciones dado el cambio climático que también se celebra en nuestros biotopos sociales: una ONU amorfa, una Internacional Socialista en siesta rajoyana, un auge de los planteamientos de la extrema derecha, una debilidad constatada del poderío de la socialdemocracia, una oleada de protestas norteafricanas y un malentendido generalizado.

Como otro de los tantos mensajes que permite la red, circula a más de 110 un anuncio encadenado para incitar a los ciudadanos a que nos manifestemos frente a nuestro Ayuntamiento para :»A ver si conseguimos que la CASTA POLITICA trabaje, realmente, por el BIEN COMUN, y no por sus privilegios.«(sic). A mí me duelen estas expresiones y otras muchas que les siguen porque el verdadero sistema de castas está íntimamente ligado al hinduísmo y no tanto a la concepción social judeocristiana, que quizá sea igual de prometedora ya que hay que esperar a la muerte para acceder a la cosa buena.

En lo que nos está dado a conocer, parece poco discutible la actual separación de poderes, no aquella clásica que defiende que existen tres; sino de la sencilla distinción que podemos hacer entre el poder delos que deciden y el poder delos que eligen a los que deciden. Quizá porque al grueso grupo elector no le están saliendo las cosas redondas, el grupo elegido está bajo sospecha. Electores y elegidos seguimos alimentando y engordando esta otra brecha digital donde el cetro diverso, oculto y señalador sigue siendo el rey. Un reino oculto entonces es el garante responsable del fiasco.

Hastiada la gente -hastío es cansancio escrito con hache de hasta la hostia- por no contemplar resolución a sus esenciales problemas, trata de emitir otro mensaje agreste y montaraz, y lo intenta frente (también en contra?) a la institución pública más cercana: su ayuntamiento, que allí es donde se ajuntan todos los intereses aunque esté desprovisto de capitales.

Ya me dirán los ediles de los pequeños pueblos y los de las grandes ciudades a qué carajo clavo se agarran; ahora que mucha buena gente acaba de firmar su compromiso de figurar en una candidatura, no solamente va a significar su honesta disposición a ser representante digno de quienes los votan, sino que puede ser proclama la persona dentro de la casta aborrecible por los parias. Es otro modelo de dogma sutilmente fabricado por el reino oculto.

Las sabias revueltas que buscan en el Magreb un encuentro con la democracia, condicionan quizá nuestra torpe huida democrática; estado de ánimo perruno que aprovechan la falsaria derecha añorando otros tiempos, iniciados precisamente en el norte de África. Lo que aquí vivimos con aquella «revuelta transicional», está visto que fue un mejor apaño.

Así parece que nos debamos a la obligación de protagonizar algún tipo de revuelta porque no nos atrevemos a distinguir lo verde de las bilis de lo
a transparente baba con la que a la vez se pretende manchar a cualquier dignidad de persona dedicada a la Política. Municipal

Y, aprovechando que el viernes a eso de las 20 horas habrá gentío dispuesto a manifestarse, ¿no lo podrían hacer frente alguna entidad bancaria?. Lo digo porque siempre cerca de las plazas públicas suelen ubicarse lo mismo ayuntamientos que bancos. A no ser que cambiemos de listón y culpemos a los alcaldes y concejales -sean del color que sean- de la rotura social.

Goyo
10-mar-11

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