Desde la ciudad judía

Hervás acoge de nuevo la XXXIV edición de la Escuela de Verano de Extremadura. Son ya 34 ocasiones en las que -cada vez menos cuantiosos de juventud- paisanos diversos comprometidos con el complejo mundo educativo, dedican cuatro o seis días -hubo ediciones de diez días- a las reflexiones sobre las tareas y las necesidades profesionales y sociales del mejor emblema que dicen tener las sociedades que se consideran desarrolladas.

¿Qué puede aportar un escaso medio centenar de ilusionad@s en el desafío educativo?. Quebranto ante el conformismo y la gandulería fina, inquietud serena, duda metódica, optimismo pedagógico: lo bueno siempre es bueno enseñarlo.

Después de tantos cursos repetidos, se repiten también las mismas amistades que aportan nuevos invitados; ya vamos por los hijos e hijas de las primeras y primeros de aquellos deliciosos años setenta donde se promovió la inquietud de la educación como derecho universal. Unos cuantos artículos de aquella imperiosa LODE armonizada por Victorino Mayoral se comenzaron a cocer en aquellos encuentros. Ahora también nos ocupa, y bnos ocupó el año pasado, la inmediata Ley de Educación para Extremadura; pero estos nuevos tiempos se salpican con «nuevas necesidades».

Entre las nuevas necesidades resueltas, he conocido el trabajo inmenso de los compañeros Santiago y Diego, que abastecen de materiales oportunos, diversos y generosísimos la página del CPR de Mérida. Así yo no tengo necesidad de libros de texto.

Ya me están atosigando para que deje el aparato y me dedique a componer habilidades sociales.
Os dejo, incluso con la memoria puesta en cientos y cientas que ahora siguen el recuerdo, incluso de los hijos y las hijas de los permanentes: Serrano, Ismael, Manolo, Juan Morcillo,…

Goyo
01-jul-09

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