Coches y mosquitos

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La gente sabe mucho. La enciclopedia cotidiana va acumulando saber que vuelve a contestarse de manera insistente por la experiencia; luego se vuelven incontestables por repetitivos. Einstein lo decía mejor cuando afirmaba que la experiencia siempre acaba asesinando a la teoría.

Traduzco estas grandes cosas de las cosas pequeñas que ocurren y son elevadas a categorías periodísticas; así, sus sujetos, me parece que adquieren la relevancia suficiente para jugar alegremente con las palabras y con las personas, a ver si así caemos en un colchoncito de buen humor. Pues el caso es que la persona periodista (entrevistador) le pregunta a la persona periodasta (entrevistada) sobre su oficio diario y responde que consiste en lavar y limpiar coches, por dentro y por fuera, y que por ello ha observado profesionalmente que la pintura de los automóviles se afecta tanto por los excrementos de los pájaros como por impactos y restos de los mosquitos que se estrellan contra el coche. (Fijaos que cuando decimos “los mosquitos se estrellan contra el coche” indicamos que es la velocidad del mosquito la causa del accidente, cosa que no decimos cuando la velocidad de los peatones dejan abollados a los coches).

“Los mosquitos dañan la pintura del coche, incluso con el primer impacto”. Dice -de forma categórica- el señor que lava los coches.

Por la experiencia ajena de los mosquitos que han fenecido en mis alrededores, puedo asegurar -de forma categórica- que también es cierto que a veces los coches dañan a los mosquitos; incluso con el primer impacto.

Goyo
12-jun-07

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