Estoy cambiando

Bellotas23

Parece que cada especie de ser vivo de este planeta requiere compañía; hasta ese ejemplo autodenominado «humano» está entrando en el hábito: es ya muy frecuente dotarse de un «animal de compañía» para sentirse como más realizado. Dicen. También percibo que no es tanta la moda de hacerse de «vegetales de compañía»; eso es muy antiguo y ocurría siempre a nuestros abuelos. Mira, ese limonero lo sembró tu abuelo,… y también aquel algarrobo, que lo trajo chiquininino de la Sierra de San Pedro, y también las parras del lagar del señorito…

Yo no sé por qué cambié en el año 1992, quizá cambié antes pero no me di cuenta del número, y recuerdo la cifra porque ese año de fastos descubrimientos envié a la Casa Real un sobre con dos bellotas, y algunas explicaciones, para que se sembraran allá donde la realeza dispusiese su tino; supongo que entre tanta atención a la diversidad de eventos, aquella apuesta quedaría perfectamente clasificada en el cajón de cosas inclasificables. En fin, fue ese año; que también fue el primero en soñar que si los extremeños nos dedicásemos a regalar bellotas como símbolo eco-navideño, llenaríamos el futuro de jamones de invierno. Ya saben que los jamones hay que ganárselos. Quizá por eso, los otros reyes, los Magos, regalan en mi pueblo -desde aquel año- plantones de alcornoques, de encinas o de pinos piñoneros, al público que presencia la cabalgata de la Noche Mágica del 5 de enero. Los hay incluso que se acercan a recoger sus vegetales de compañía sin haber hecho atención a la Magia o a la Realeza.

Así, son miles las apuestas a lo largo de estos últimos 18 años, tiempo como para pensar en mayorías y aprovechar aprendizajes.

Tenemos encinas -nacidas de bellotas extremeñas- en Navarra, en Italia, en los páramos de Cuenca, el Tucumán, en Rosario, en las Isla Canarias, en Buenos Aires, en Chile, en Nicaragua,… las más recientes viajaron este año a Egipto, para un salmantino que me encontró en la red y me preguntó que a cuánto vendía las bellotas. Le envié las últimas de la campaña junto con plantones de alcornoques y de encinas, (todo gratis gracias a MRW-Cáceres) ya casi en tiempo aquilatado y de las que no conozco nada de su nacimiento o de su arraigo. Ya saben cómo de revueltas bajan las aguas del Nilo; y el castellano que me las pidió no me ha vuelto a dar novedades.

El caso es que nuestras gloriosas dehesas sirven de agostadero de estudios románticos; al igual que romántico me parece ya sembrar un árbol. Se nos escapó el bosque mediterráneo, se nos escapan los últimos encinares y alcornocales: la ecología magrebí sigue ampliándose al norte del charco mediterráneo, sigilosamente, con la complicidad silenciosa de godos y visigodos.

No obstante, sigo sembrando árboles pese a mi mayoría experimentada; pero ya lo que estoy por aprender es a «sembrar bosques«. Como ustedes saben eso supone recolectar un ejército de bichos vivientes, arbustos, arbustinos, hierbajos, hongos, florilegio, lombrices varias, líquenes, semillas invisibles, semillas que se ven, pájaros varios, lagartitos, rumiantes, depredadores, bacterias, setas, espárragos,… y «minicrobios», como decía aquella maestra para demostrar con ejemplaridad lingüística el tamaño de la vívida pequeñez.

Y es que de mayores nos hacemos más difíciles y perdemos la bruta simplicidad que nos regala la infancia.

Goyo
02-mar-11
Bande

Banderita para los bosques desaparecidos y para los futuros.

El mito de la dehesa.

La dehesa es el resultado de la primera agresión estudiada contra el bosque mediterráneo. Adehesar, hacer dehesa, supone reservar, proteger, poner en relevancia -esencialmente- dos especies arbóreas (encina/alcornoque) a la vez que se elimina el resto de arbolado, todas las especies arbustivas y una gran parte de las herbáceas, lo que ocasiona la eliminación de mucha microfauna y microflora, muchos tipos de insectos y, por ende, reduce la diversidad y las poblaciones de invertebrados, de reptiles, de anfibios, de peces, de aves,… y de mamíferos, sin que por ello suponga riesgo significativo para la especie humana. O eso se cree.

Esto último, el hecho aparente de no suponer peligro para la especie humana, es el gran inconveniente; digamos que no se nota, como la hipertensión arterial, aunque a la larga daña al músculo, al complejo cardiovascular, al sistema renal,…

Muchas voces usuales que ahora suenan, defienden con renovado orgullo que el sistema agropecuario enclavado en la dehesa es un ejemplo de armonía ecológica. Yo no lo tengo muy claro.
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Me inclino a favor de las estampas de encinares sobre suelos con alfombra verde, sobre el que berrea un venado o sobre el que hoza una piara, o sobre el que picotea una avutarda,… pero eso no es biocenosis completa; es una biocenosis reducida porque el biotopo ya fue intencionadamente alterado. Las estampas de los dulces encinares, son imágenes muy agradables al sentido de la vista, que es sin duda el que primero que utilizamos para valorar una alteración que sufra la Naturaleza; pero no es el único parámetro científico. Es más, son otras las medidas y las dimensiones -muchas veces no perceptibles a ningunos de nuestro sistema sensorial- las que determinan un resquebrajamiento de lo natural ocasionado por la acción humana, una erosión medioambiental, un ataque al biotopo. Estas agresiones suelen tener beneplácito moral cuando se ejecutan a cambio de una incierta garantía de supervivencia humana; pero lo que suele ser en nuestros días preocupante es que las agresiones intencionadas se cifran a cambio de tanto beneficio economicista como perjuicio medioambiental. El arma depredatoria por excelencia es, en la especie humana, el dinero, no la supervivencia de la especie.

Entonces, y para eso, se mira de nuevo hacia la dehesa, a ver cómo podemos mantener la valía de sus pasados frutos. Otra breve mirada al pasado quizá también convenga. Pero los campos de la dehesa ya no se roturan, el encinar no se renueva, la ganadería vacuna dilapida árboles como si ese fuese su pienso. No nos debe extrañar que todo el ámbito del encinar sea sensible a microorganismos oportunistas que explicarían con precisión el fenómeno de «la seca».

Hasta el año 924 no aparece el término dehesa según constata el diccionario de Joan Coromines, aunque con anterioridad nos encontramos en las Leyes visigodas la palabra referida al acotamiento de predios, el llamado pratum defensum, seguramente heredado de los romanos. El término del aquel primer castellano «defensa» derivará en el nuevo «dehesa», según los estudiosos que hace referencia al terreno acotado al libre pastoreo de los ganados de la trashumancia de la poderosa Mesta.

La razón y la lógica de tanto descalabro vegetal y animal no es otra que asegurar al pastor, al vaquero, al porquero,… una mejor visibilidad para controlar el ganado, para evitar pérdidas, para impedir los ataques de los lobos,… en fin, para asegurar pastos más abundantes que los que permitiría la diversidad arbustiva del sotobosque mediterráneo. Una breve relación de arbustos que «estorban» en la dehesa, quizá nos facilite imaginación del rosario de vida animal y vegetal que desaparecen en beneficio de las especies de hierbas gramíneas bajo la presencia de alcornoques y encinas: los lentiscos, las cornicabras, los labiérnagos, las jaras, los tomillos y cantuesos, la aulaga, la escoba, la retama, el brezo, el romero, la lavanda, aladiernos, torviscas,…

Y, además, todas las siguientes especies arbóreas son declaradas «inútiles» para la dehesa: el pino carrasco, el pino piñonero, la sabina, el madroño, el quejigo, el roble meloso,…; con lo que el bosque mixto, el impenetrable hábitat del jabalí, el lince, la gineta,…el bosque galería y las zonas en el que aparecen especies frondosas como el álamo, el chopo o el olmo que podemos encontrar en los márgenes de los ríos, lagos y lagunas, se desbrozan, se descuajan, para disponer suelos más controlados y serviciales a las labores de pastoreo. Otros de los aprovechamientos derivados se cifran en obtener tierras para cultivo, leña y corcho; porque la bondad de la silvicultura que concede el sotobosque mediterráneo ha quedado ya eliminada.

Como condicionante sociológico, hubo un tiempo en el que la existencia de la dehesa favoreció pequeños asentamientos rurales, o que incluso fijó población en los pequeños pueblos; pero hoy ya no podemos argumentar en su favor este freno natural a la huida del mundo rural hacia la ciudad.

Suele percibirse cada vez con mayor rotundidad que el tratamiento del complejo agropecuario de la dehesa tiende a una especie de abandono de las artes tradicionales; primero porque los trabajos y labores del campo han cedido al maquinismo y con ello, oficios, saberes y especialistas han desaparecido.

Se aproximan tiempos donde otra vez la subvención pública ayudará a que la propiedad de la tierra y su potencial de cambio monetario, siga estando en manos y en voluntades ajenas a principios conservacionistas.

Goyo
23-feb-11
Contra otro golpe al estado natural.
Bande

¿Otra vez rural?

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No me lo acabo de creer.

Parlamentarios puestos en pie para la foto, venidos de Bélgica, de Alemania, de Finlandia, de Austria,… para que en sus tareas aborden acciones de «concienciación» con el fin de obtener equilibrio entre las zonas rurales y urbanas europeas,…

Parece entonces que hay un desequilibrio. Y cuando la balanza está torcida a un lado, hay que contraponer peso en el otro,… o rebajar el platillo donde se ha cargado el exceso.

Con el mismo tesón y convicción que algunos afirman que la especie humana es la más agresiva contra el resto de especies, la mejor dotada para eliminar a cualquiera que deambule por sus inmediaciones, existen personas que argumentan que lo más nocivo para la vida en el pueblo es la vida en la ciudad. Hay gente que vive a gusto con estas evidencias y sus contrarias; pues sabrán que incluso hay cazadores que cuelgan a sus galgos, campesinos que queman sus campos y parientes que quieren arreglar las lindes a garrotazos. Al parecer, constituyen la lista menos votada.

Hace quince meses, en el lugar y momento preciso, lo dije . Y hace ocho meses, repetí y amplié en otro momento con más fuerza y con más extensión.

No sé si arraigará la idea o si la cruda oferta se chamusca cada vez que la hacen pasar por los fogones; pero ya son muchas las experiencias que certifican la agonía de los pueblos y el insostenible predominio de la vida urbanita -con sus abusos- porque hay que mostrar obediencia a los nuevos dioses del siglo XII: los mercaderes. Curiosamente, la vida urbanita suele estar repleta de ciudadanos que dicen decir y añoran las condiciones de vida del pueblecito que supo acoger la vida de sus padres o la de su infancia, que gustan de la morcilla patatera, de la siesta, de los olores a olor diverso, del cielo limpio y de la vecindad noble. Y más paradoja: aquella tribu que con más convicción aplaude a las ciudades a base de eliminar pueblos, se llaman «populares»; para ello no ha falta ni leer lo oque dice el Informe Lugano.

Yo una vez estuve con un abundante grupo de parlamentarios belgas -eurodiputados- cuando se puso de moda en 1985 eso del hablar español en Bruselas; los hombres y mujeres escucharon de mí cómo era/es la vida en los pueblos extremeños. Uno de ellos (Willy Fayen , Alcalde de Herstal, megapueblo pegadito a Lieja) vino a conocer Extremadura, que entonces estaba fuera de cualquier oferta turística; al volvernos a ver en Lieja me espetó: «En lo que puedas, no consientas que los tuyos hagan las mismas tonterías que los nuestros«.

Me siento fracasado en tan sugerente encomienda. Reconocerse en la profundidad del «ser de pueblo» sigue causando maldita gracia incluso hasta los que no quieren renunciar a ello. ¿Cómo sabes cuál es la gallina que se come los huevos?, ¿qué color tiene la uva cuando está madura?, ¿qué hace la yegua antes de parir?, ¿por qué a mi abuela no le atacan las avispas?, ¿ por qué no ha nacido el cilandro que sembré el mes pasado?, ¿por qué no he de faltar al funeral de aquel vecino?, … conocimientos y estrategias sociales que al urbanita no se sirven porque los valores del «urbanismo» está en el papel couché, en su foto del periódico, en salir haciendo el mono ante las cámaras, en mostrar no sé qué lujo automovilístico, no sé qué artificio en la vestimenta y en la pronta asistencia al recinto de oportunidades y rebajas porque «uno no es tonto«.

Seguimos regocijándonos de la falacia del desarrollo sostenible, alga de embrujo tiene el binomio «desarrollo sostenible» muy a pesar de que la esencia de todo desarrollo radica en no sostenerse ni sujetarse.

Temo que la Declaración de Mérida navegue Guadiana abajo.

Hace ya doce añitos que otra apuesta razonada y dispuesta, se ha dejado de discutir por la derrotada democracia europea, a costa de abrazar un mal llamado «liberalismo». Lo que se conoce como Informe Lugano; pero nunca tenemos tiempo aseado para obtener cosechas de nuestra propias reflexiones, ni aún con la ayuda de una señora llamada Susan George.

Pues a esperar confiado en las buenas gentes de la vieja Europa.

Goyo
20-ene
Bande

Otra banderita para los rurales europeos.

Contra Cancún

contracancún

Vuelven los records. Gracias al megadesarrollo asiático, las emisiones industriales de anhídrido carbónico seguirán fomentando consecuencias climatológicas ambientales a nivel de burbuja que explota. Otra crisis contagiante sin personal de rescate. La foto –tomada de ABC– promovida y compuesta por Oxfam, traduce ya «Medio y Ambiente» por «Salud y Vida«; traducción que aún no ha encontrado suficiente seguidores, ni siquiera en casa del sano primo de Rajoy.

No obstante, de nuevo, los dirigentes de países diversos y distanciados se reúnen en Cancún (México) para seguir el ejemplo de Copenhague: hay que echar menos humos y esperar que el viento aclare, así se sabrá que después de Cancún venga Ciudad del Cabo para preparar otra ciudad que disponga de nuevos preparativos. Un rosario de grandes ciudades alberga la desidia dirigida a una galaxia de pequeños pueblecitos.

Volverán los preclaros manifestantes
con su pancartas a las conciencias llamar;
pero aquellas y aquellos gobernantes,
revestidos de mágica sonrisa,
esos,… repetirán.

Una banderita para OXFAM.

Bande

Goyo
29-nov-10

Hojas

Hojamelojo

Mis alumnos ya se divierten cuando juegan con las palabras; lo hacen si se presentan las reglas bífidas y hoy se nos ha presentado una a la hora de decidir en qué clase de hoja se podría escribir el mensaje para una especie de anuncio publicitario. Tenemos varios formatos en el aula, varios tamaños de hojas. Uno lo llamamos “acuatro”, que con la luz de la RAE no sé ya cómo escribirlo. Otra hoja es exactamente el doble de grande pero no se llama “aocho”, será por las cosas inexactas de nuestra lengua. El tercer tipo son las cientos y cientos de papeletas que sobraron del último proceso electoral europeo, utilizamos su dorso blanco para asuntos menores y de borrador -perdón por la posible sutileza- .

Y es otoño; venido a empujones de aire desagradable que ha hecho almacenar miles de hojas en los rincones del suelo del patio. Las hojas, cuando dejan de ser verdes toman marrones espectrales y cuando les he dicho, estando en clase, que vamos a bajar al patio a recoger hojas grandes para escribir mensajes, revientan de alegría contenida. Aunque nadie me recuerda que esa idea mágica de la polisemia se había vuelto a presentar.

Vale, ya os contaré el repertorio de imaginaciones y cosechas que puede dar un otoño fértil.

Goyo
09-nov-10

Almendras

. Almendras1

Una vez me robaron en la caseta del huerto. Eran estas la fechas porque ya tenía recogida la cosecha de almendras en la carretilla. De las muchas cosas que se llevaron, también aprovecharon la buena presencia de los frutos secos y me dejaron apenas una tercera parte. Mis sospechas se inclinaban hacia los muchachones de una familia conocida por la mejorable condición de su fama.

Y un día, cercano al del disgusto, vi a uno de ellos sentado en la puerta, al sol tibio de noviembre, machando almendras.

Me acerqué intentando simular al máximo lo que era incapaz de posponer como prejuicio: que esas almendras tan sanas y tan limpias no tenían por qué ser las que fueron mías. Como para ser educado pregunté por lo evidente y me atrevía a pedirle un puñado para probarlas. Allí mismo las partí, ante él, pero no me comí todas; le dije que me reservaba unas cuantas para ir comiéndolas durante el camino a la plaza. Como no tenía prueba y lo que más tenía era sospecha, guardé como unas ocho almendras para mi particular estudio. Estudié lo conveniente y obtuve como recompensa la certeza. Claro que ni quise ni me apeteció revelar el fundamente de la acusación.

Días después, conversando del asunto con uno de los amigos al que había comentado el robo, le dije que el tal sujeto se había comido «mis almendras«, lo que le provocó gesto de burla y pregunta de chanza: ¿Me quieres decir que tú conoces tus almendras?

Y esta es la explicación que le di: guardé las almendras peladas, y cuando tuve tiempo apropiado comencé a partir algunas de las almendras que habían dejado en la carretilla. Cada una de ellas, una vez partida, la observaba detenidamente y todas se mostraban distintas no solo en tamaño, coloración, forma o arrugas externas,… hasta que surgió la identidad: dos almendras mostraban la misma disposición de «arrugas», exactamente el mismo dibujo en sus dos caras, la misma coloración, el mismo diseño en sus curvas,… así fui consiguiendo grupos de almendras peladas que gritaban juntas que cada grupito procedían de un almendro distinto. Descubrí entonces que cada almendro «fabrica sus almendras» con distinción apreciable a simple vista, sin necesidad de complicados estudios genéticos.

Comparados los grupos con las almendras que había guardado, la duda se esfumó: todas ellos pertenecían a algunos de los diecinueve grupos que habían fabricado los diecinueve almendros de mi huerto.

La foto que encabeza esta historia muestra almendras de varios tipos de almendras. Hay diez ordenadas y a su derecha, ocho en desorden. De las diez, las cinco superiores pertenecen a un mismo almendro y de las inferiores, las tres de la izquierda son de otro almendro; las otras dos que quedan a la derecha, son de un tercer almendro. Ambos distintos a los almendros de donde proceden las almendras desordenadas.

Claro que cuando concluí el descubrimiento, el vecino seguro que había dado fin a las almendras que fueron suyas porque yo ya no podía demostrar que habían sido mías.

Ahora, es esta segundo foto, se aprecia la diferencia entre los tres grupos de almendras; las cinco de la primera fila pertenecen a un mismo almendro. En la fila inferior, las tres de izquierda son de otro almendro y las dos de la derecha de otro distinto.

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Almendras2

Puedes comprobarlo tú mismo; búscate dos almendros y observarás como cada uno deja su huella particular en sus frutos.

Goyo
02-nov-10

Datos

hawking-and-jane

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Parece que todo lo universal está regido por las Matemáticas, que es la octava esencia de la Física; así al menos pensamos los crédulos y obedientes de nuestras escasas -aunque propias- facultades mentales. Por contra, hay quien piensa que todo está organizado según los inextricables designios de aquello que todo lo crea “de la nada de sí, y de la nada del sujeto”, según la sabiduría escolástica. Ahora mismo, si se adelantasen las elecciones, podría producirse un empate técnico entre los partidarios del progresista Stephen William Hawking y los seguidores del conservador Joseph Alois Ratzinger.

Por eso, los amantes de la Ciencia acuden con devoción a los datos que acumulan saber; y han sabido así que, este verano, ha sido el más caluroso de todos los conocidos desde 1860; 140 años de datos quizá no sean muchos comparados con los que muestran las historias sagradas; que lo mismo registraron combustiones espontáneas de zarzas, que brechas entre las aguas para que los elegidos pasasen y luego se ahogasen a los malignos.

La duda de hoy, es que no sé qué hacer con los datos que se acumulan: veranos secos hasta secarse cepas que se atienden con agua y labor, manantiales generosos que sólo pueden verse ya en fotos, encinas centenarias doblegadas por desconocidas condiciones de debilidad, pájaros que han perdido milenarias costumbres, avispas cuyas picaduras provocan reacciones extrañísimas, cielos que se dejan dibujar con nubes raras,… y apenas llevo medio siglo que recogida de datos.

Toda empresa es empresa. “Véndase la luz” -dijeron los empresarios-; “Comérciese el agua” -dijeron los comerciantes-. Así sube la luz y se engordan los negocios a base de agua. Ver y beber, que será como dos veces ver, pero con “b”. ¿Quién dijo que el oficio de aguador pasó a la historia?, ¿quién piensa que se sigue vendiendo la misma luz que ya se vendió?.

Parece que todo lo global está regido ya por la Economía que sigue creciendo a rebufo de las Matemáticas, lo que bien le sirve para sumar crecimientos y no dividir alegrías. Los conservadores nunca dijeron: “distribuid y seréis retribuidos”,… y ya no sé qué dicen los progresistas.

Goyo
27-sep-10
Día de San Miguel, que da paso al otoño ganadero.

Ha llovido

Canalón

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En las tierras que me rodean, las que contemplo, piso y me resisten, ha llovido en cantidad suficiente para iniciar el refresco otoñal. “Tiene la tierra mucha caló entoavía” dicen mis experimentados paisanos de huerto, ganados y siembras. Ha llovido para que la corteza polvorienta presente algo de ternura húmeda y deje dibujarse en su costra los primeros colores verdes.

Los colores verdes de los campos extremeños del mes de octubre son mucho más vivos y prometedores que los verdes alegres del mes de marzo.

Ha llovido con agua fresca de la que no se anuncia en frasquitos de vidrio duro. Ha llovido para matar los recuerdos de los años años naturales que nacieron al compás de San Miguel. Llueve en septiembre y el azul del cielo sirve después para riego duplicado: agua liviana y sol liviano.

Un ejército de atrevidas vidas verdes comienza a somarse, a la vez que otro ejército temporero de hormigas sementereras cruzan aladas los campos.

¿Las hormigas tiene alas?. Algunas de mi pueblo, sí. En cuanto el agua abunda algo en la tierra. Las hormigas, después se quitan las alas y siembran de otoño prometedor.

Ha llovido y los canalones viejos vuelven a acoger como si fuesen macetas aprendiendo Plástica y Belleza.
Hormigas aladas, briznas verdes del verde vida.

Goyo
21-sep-10
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Una banderita para las hormigas.
Bande

Vendo modelo

Castro

A mucha Cuba y muchos cubanos les venía viejo y cansino el son castrista; claro que habrá que entender que hay gente que gusta envejecerse con la terquedad como última compañera. Fidel acaba de sacudírsela a través de una entrevista con periodista Jeffrey Goldberg, que es americano y que fue solicitada su presencia por el propio interés del Comandante. Al menos eso he oído. No he escuchado si la pregunta es de la cosecha del periodista o de los ahorros del viejo mandatario: «¿Cree usted que el modelo cubano es exportable a otros países?». Fidel Castro responde que «El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros«.

Otra vez revolucionario, lamento que haya sido de nuevo utilizado el púlpito de la toda poderosa prensa yanqui, antes de haber utilizado cualquier plaza pequeña de La Habana. Dicen que por decir «casi» lo mismo algunos cubanos conocen la persecución, el destierro forzado o la prisión. Se preparará por tanto una huida hacia las aspiraciones y, previsiblemente, los mejores presos políticos se convertirán en los mejores dirigentes futuros.

Un poquito más cerca, un francés de aquella que fue también revolucionaria Francia, acaba de hacer vergüenza a la triada más social de los últimos siglos «Liberté, Egalité, Fraternité», a cambio de firmar el decreto de expulsión de los gitanos. El Parlamento Europeo ha dado su primera censura: el texto de rechazo ha sido apoyado por 337 diputados, mientras que 245 se opusieron. Estos últimos, se autodenominan «populares europeos«.

Y sin querer buscar mucho, ese adelantado sistema de Google me apunta y asegura que la ascendencia de Nicolás es húngara. O sea,…

Por eso vendo modelo: cubano, francés, afgano,…

Hay que construir un país que se llame Filosofía.

Goyo
10-sep-10

Aceituneros y aceiteros.

Embudosostenible

José Antonio Rodríguez Salas es Alcalde del pueblo de Jun. José Antonio es un forofo de la comunicación inmediata lo que a su vez lo convierte en forofo de que sus vecinos adquieran la misma disposición. Para adentrarse en lo que se puede hacer, hay que dedicar un buen rato contemplando la diversidad informativa y de participación que ofrece la web de ese pueblo.

El mes de julio comienza para los vecinos de Jun con un regalo que le hace su alcalde: se trata de un embudo de color naranja con paso de rosca adaptado a cualquier botella de plástico y así se facilita en extremo que el aceite no se derrame en el trasvase.(A mí no me gusta que ese invento se llame «sostenible»)

La foto la he tomado del blog de José Antonio, donde se anuncia además que un litro de aceite puede contaminar 10 millones de litros de agua. Por el contexto informativo entendemos que se trata de aceite doméstico que ya declaramos no adecuado para las frituras porque se ha recalentado en exceso.

El aceite vegetal, incluso el que procede de las aceitunas, pierde muchas de sus propiedades tras ser sometido a altas temperaturas; se degenera más cuantas más veces y más calores recibe y en verdad pasa a ser un casi veneno lo que es puro zumo saludable.

De ahí, hasta afirmar que con un litro de aceite doméstico «refrito» se contaminen diez mil metros cúbicos de agua, supone lo mismo que decir que con ese litro de aceite refrito, se invalida el agua que transportasen mil camiones cargados, cada uno, con 10.000 litros de agua. O sea, una fila de camiones-cisterna dispuesta y saliente desde Jun hasta atravesar toda la ciudad de Granada.

Yo creo que hay que repasar las cuentas, los conceptos y los consejos; porque todos los quebrantos y buenas intenciones que pregonamos en favor del Medio Ambiente, podemos contaminarlo de incredulidad con tan solo un litro de imprecisión.

Goyo
01-jul-10
Una banderita para todas y todos los junenses

Bande