La añagaza

 

Una añagaza es una trampa no muy astuta, pero efectiva si uno no revisa su propia inteligencia. 

 

 

No conozco a ninguna antropóloga que diga que la ciudad es un invento que sirve para vaciar a los pueblos; tampoco a ningún antropólogo. El mundo de la Sociología y de la Politicología tiene bellísimas definiciones del concepto de ciudad, pero ninguna es acusatoria. El descompuesto mundo del periodismo, envenenado por su reciente descubrimiento de las “fake news”, sólo sabe referenciar la cosa del vaciado para intentar mostrar su ética informativa y protectora del problema: manda corresponsales a los pueblos más repletos de jubilados como antes se enviaban a las guerras a los fotógrafos. Indagan en las penurias de las prospectivas, pero tan sólo refuerzan lo que ya no es noticia aumentando con ello el efecto de apartheit que fabrica el falso progreso urbanita.

Tampoco conozco la razón por la que el Parlamento Europeo me incluyó en la lista que yo llamo de los cuarenta lusitanos (20 extremeños + 20 portugueses) que en junio de 2011 fuimos invitados para conocer en aquel templo la nueva PAC. Y allí, dos franceses, dos ingleses, un alemán, dos italianos y una española nos sacudieron las entendederas para que transmitiésemos la buena nueva europea, que se basaba en asegurar que se aseguraba y fijaba la población rural en los pueblos dotándola de protección y ayuda.

Y fue entonces cuando mi inocente duda expuse ante el octeto parlamentario inquiriendo por si alguno del grupo habría propuesto solventar la crisis rural a base de inyectar dineros procedentes de nuevos impuestos a los habitantes y empresas ubicadas en las ciudades.

¡Ah! Conocí desde entonces lo mismito que imperan en las mentes dirigentes de la Economía del FMI y que se implanta en las neuronas cansadas y rivereñas: que hay que bajar los impuestos, que aquí todos somos nobles aunque las personas sigan siendo plebeyos. Desde entonces sigo contemplando la casi unánime defensa de que debemos confiar esperando los efectos de una especie de trance taíno porque la tecnología social del chamán economicista ha suplantado al tradicional púlpito y la pobreza se sigue repartiendo con generosidad.

Seguirán regándonos los oídos para que entendamos nuestro voto como una ofrenda que lanzada  hacia la oscuridad, una confianza social más que un interés personal. ¡Idiotas! en una sociedad justa, la bajada de impuestos es una canallada.

 

Goyo

07-may-19

 

¿Para cuándo los impuestos?

 

 

Ahora parece que se abre la puerta al disfrute ético, quizá cansados que estamos de la estética empapelada de sobres. La tendencia anterior era así de clara y potente: para ser de la casta, necesitas pasta,… reconozco que es un burdo pareado; pero la gente astuta y taimada pasa de metáforas lorquianas y purezas métricas. En la inmensidad profunda de Federico no puede flotar, por ejemplo, ninguno de los argumentarios de la señora Cospedal.

Ahora, cualquier análisis somero nos puede llevar a un resultado tal que nos fuerza a rebuscar y obtenemos así un nuevo valor, contrario al inicial pero mucho más satisfactorio. Prueben a contrastar las opiniones de los gobernantes italianos respecto a las personas del barco Aquarius con las opiniones de los gobernantes de aquí; ambas se presentan como razonables pero solo una solventa la duda. El fenómeno es muy similar al conocido como “caso de las colinas antigravedad” explicado ya por los científicos. Los investigadores descubrieron que la falsa conclusión se obtiene porque carecemos de un horizonte visible y así nos parece que en una carretera empinada cuesta abajo se tiene la sensación de que existe un leve descenso cuesta arriba.

Es la falta de un horizonte ético lo que explica que tiene que llegar ese joven para mostrarnos cómo pueden convivir excelencia con equidad. Sin distribución de la riqueza no hay Justicia. Si los estados no garantizan las atenciones básicas, los instintos básicos infectan a la sociedad resultando que el robo y los latrocinios surgen como conclusiones a esa falta de horizonte: tanto el menesteroso como el rico huyen de la virtud.

Por Justicia -eso que ahora se lleva tanto- todo tributo, por ser obligación fiscal, debe estar previsto en la Ley. Por el principio lógico de la Economía, lo que se recauda debe estar contemplado en los presupuestos. Por seguridad, se debe dar a los ciudadanos tiempo y maneras para que puedan pagar y por claridad, los impuestos deben ser sencillos y no confusos.

Lo más difícil del complejo mundo impositivo no es la recaudación sino la redistribución; es en el reparto donde se distinguen a los diferentes gobernantes y administradores. Mi duda es si vamos camino de considerar que los impuestos no son castigos sino reajustes para no dejar a la deriva a los que huyen de la pobreza.

 

Goyo

21-jun-18

 

Una cosa impuesta

 

Turquestán

 

 

En el convencimiento estoy de que vivir en cualquier tipo de sociedad diseñada o impuesta por los humanos, requiere el ejercicio obligado de participar en el sostén de los gastos comunes, de las necesidades comunes; este soporte compartido se hace más evidente cuando dejamos de hacer caso al trueque y nos confiamos para cambiar servicios y trabajos por dinero.

En los periodos primigenios, escaquearse de la responsabilidad de compartir esfuerzos y sabidurías para hacer el puente, para segar la hierba o para cazar el jabalí, era tan mal visto como lo es hoy cuando uno se pierde a la hora de compartir trabajos caseros. En los trabajos del hogar, pese al vicio de la “especialización”, existe un control inmediato y evidente que sanciona el nivel de solidaridad; pero cuando las responsabilidades sociales pueden sufragarse a cambio de monedas, no siempre el control es inmediato ni evidente. Ahí tenemos el caso de ese famoso padre catalán que ha estado décadas oscureciendo las aportaciones que las leyes obligaban a tributar; muchas de ellas aprobadas por él mismo sacando pecho.

Huir de la competencia ciudadana de participar en el mantenimiento de los servicios comunes -que nosotros mismos calificamos de necesarios y públicos- es ejercicio que de forma ladina y rastrera se extiende. Hay hasta políticos de afirman que bajar los impuestos es bueno. Hay expertos asesores que tuercen su sabiduría para evadir humanismo y hay un cierto consentimiento social hacia las personas o las familias que públicamente incitan a no pagar impuestos.

En los otros extremos, en este país, está el hecho de unas diez muertes diarias por un tipo de hepatitis que puede curarse con cierto medicamento; pero que nuestra Seguridad Social no alcanza. Leo también en la prensa que colegios extremeños piden a sus pupilos llevar papel higiénico, debo entender que no es para escribir. Becas, transportes, vendajes, pinturas, jabones, cerraduras,… todo se achica con certeza.

Y debemos creer que haya personas que están en el convencimiento pleno de que todas las penurias utilizadas para vivir por debajo de nuestras posibilidades tienen remedio recortando también impuestos. Seguro que son personajes fuertemente adinerados. Me queda la duda si hay algún pobrecito entre los convencidos.

23-sep-14

Primer día de otoño

Dimite Gallardón.

 

Apuntes para mejorar al/el pobrerío

 

 

Además de las pasiones futboleras, las cuestiones sobre los impuestos nos facilitan la exaltación. Aflojar algunas monedas a cambio de recibir un servicio público siempre se vio mal. Lo que en pura lógica se percibe y comprende como justo, un puñado de dólares hace cambiar el argumento; esto significa esencialmente que nosotros no pensamos únicamente al pairo de nuestro cerebrito, sino que también discurrimos según el olor de los billetes cercanos.

 

Ya dicen algunos de nuestros gobernantes que solamente con la austeridad no saldremos de la crisis, pronunciamiento que no contenta a nadie y contenta a todos. Y al momento se mezcla en la conversación la “bajada de los impuestos”, noticia ésta que cambia el careto de algunos contertulios con solo oírla. “…Y que dicen que solo es para los que ganan menos de 24.000 € al año, que no vale para los que ganan más”. (Aquí, en Extremadura)

Después, no nos aclararnos si son 24 o 34 los miles que algunos han escuchado por la tele, al final nos dice un enterado que son 32. Pero nos fijamos en la relación de los siete impuestos que dicen que van a bajar y, uno por uno, no alcanzamos a colocar si afectarán o no las economías pobretonas o ricachonas; porque para pagar el impuesto sobre transmisiones, no te preguntan cuánto ganas al año, ni al pagar el impuesto sobre el juego, ni al traspasar un negocio, ni cuando te acercas al notario,… (Aquí, en Extremadura)

 

Concluimos que nos estamos acostumbrando tan bien a ser pobres, que ya alabamos las mentiras de los ricos. “Por Dios, por Dios, por Dios,…” nos vamos convirtiendo poco a poco en pordioseros.  (Aquí, en Extremadura)

 

Creo que del abuso desmedido y caprichoso -de práctica medieval- que se hizo de los impuestos, hemos heredado la falsa creencia de que vivir en una sociedad sin impuestos sería una especie de gloria terrenal; a la vez, mi generación siempre miró con ojos envidiosos a las sociedades nórdicas, tan repletas de impuestos y servicios públicos; pero claro, los ricos de siempre dijeron que eso era imposible, que aquí nos damos de baja enseguida porque decimos que nos duele la espalda, que ya queremos que la escuela recoja y eduque al menos durante 16 años y que las autovías al menos intercomuniquen las capitales de provincia.

 

¿Quién proclame bajada de impuestos ganará las elecciones?

 

Goyo

08-oct-13

 

También es día del Medio Ambiente.

Mentir

 

Suelo escribir cada quince días sobre una duda de las muchas que se me presentan.

Es cada vez más fácil encontrarme con el espíritu de la incertidumbre o con la carne de la complejidad. Cada vez se reinsiste en cada vez, así que gracias a mi entrenamiento supero la angustia del no saber aunque sufra el martirio de la ignorancia.

Pero en la ocasión de hoy me encuentro frente a una certeza que me gustaría calificarla de primaveral aunque estemos a borde del otoño: me encuentro mentiras por todas partes.

No son las mentiras amorosas que embadurnan el buen ánimo, ni las invenciones infantiles que desean ajustar lo real a lo imaginado, ni los embustes piadosos que difuminan las verdades crueles,… no.

Son ahora decisiones estudiadas a ser mentiras. Provienen de las instancias y de las gentes que esperamos tengan las más respetuosas personas, provienen de los elegidos, de los premiados, de los privilegiados,…


Como ejemplo mucho más atroz que los mensajes que pueden edificarse a partir de las imágenes que anticipan a estas palabras, quiero mostrar la esencia que ya ilumina cualquier debate ideológico: en Noruega, una de las naciones dotadas de una sociedad brillante, ha triunfado la semana pasada el partido político que proclamaba sin tapujos el principio: «Menos impuestos, más bienestar«. Dicho y abanderado allí donde, desde hace medio siglo, se fijó la esencia del bienestar a base del rigor impositivo. Que tal mensaje cultive a ciertas masas del alegre mediterráneo,  no repugna con las experiencias históricas; pero que triunfe allá en el frío Mar del Norte, me hace pensar como si fuera verdad-verdad que el proceso del cambio climático es parejo al del cambio ideológico y éste se acerca peligrosamente a los polos.
Salen al exterior los embustes con arrojo y descaro porque huelen la impunidad, incluso emergen los aplausos que los protegen.
Son como ratas. Los humanos son como ratas: los unos devorando lo ajeno y los otros huyendo del barco que se hunde.
O mejor: quizá las ratas aprendieron de los humanos.
Goyo
11-sep-2013
Aniversario de muchas cosas

 

Las medias

Ya oyeron ustedes alguna vez la insana sentencia de que “la medias no son buenas ni para las mujeres”, expresión que me duele por la cantidad de desconfianza que siembra y la enorme cosecha de desprecio que se recogen en los campos de la solidaridad y de la honestidad.

El último grito se ha oído. Las fuentes de donde se han obtenido las informaciones debemos entenderlas como fiables y, salvo rectificación o aclaración que se ofrezca, ni los patronos, ni los obreros se han dedicado a desmentirlas o a matizarlas. Ya el año pasado ocurrió situación pareja y fuimos capaces de tomarnos las uvas en espera de un Año Nuevo y Feliz; acabamos de superar la mitad del tiempo y no parece que la otra mitad sirva para construir una media ilusionante.

Basta de florituras: en referencias al año 2011, los empresarios declararon haber ganado anualmente, de media, 8.275 euros y los trabajadores, declararon haber ganado una media de 19.359 euros. Este es un país diferente a los diferentes países; o la media de los patronos son cucos o la media de los obreros protestan sin sentirse solidarios con los promotores sociales que son los verdaderos motores del desarrollo económico: los empresarios.

Las conclusiones que pueden derivarse ineludiblemente de esta situación declarativa, son abundantes. Yo no voy a resaltar todas las que se me vienen a la mente porque si usted ha sido capaz de leer hasta aquí, seguro que será capaz de descubrir escalofriantes silogismos.

No me parece correcto que -de media- un obrero sumido en la tristeza de la crisis gane al año más de dos veces más de lo que dice ganar -de media- un empresario; a no ser que, el conjunto de la masa obrera hispana se haya dedicado a tirarse el pisto mintiendo descaradamente. Ya sabemos que otra de las desgracias de los pobres radica en su incorregible capacidad de hacer el gilipollas.

Porque Hacienda somos –de media- todos, deberemos percatarnos que a la luz de la oscuridad de estos datos, poca claridad arroja sobre la economía oculta y la negrura empresarial.

Hacienda ya no es la patria contable que recoge impuestos y distribuye cohesión social, más parece el mentidero sagrado de los académicos e ingenieros de las medias.

Trabajo que quieren darle al señor Montoro.

Goyo

16-ago-12

 

 

Ah de los impuestos ! ( Ah!… ¿de los impuestos?)

Portazgo

En la foto, Portazgo de Aguilar de Campoo.

Portazgo era el impuesto que las ciudades notables y comerciales exigían a los forasteros que iban a vender sus productos a los diferentes mercados. Para mantener al clero, la décima parte de las cosechas debían entregarse a la iglesia, ese gravamen se llamaba diezmo. Alcabalas, tercias reales, primicias, excusados, sisas, millones, … y otros términos en desuso, eran los diversos nombres de impuestos que se aplicaban a las clases modestas para que la Corona, la Nobleza y el Clero ejecutasen sus poderes.Yantar y martiniega eran los utilizados para soporar los gastos locales y el funcionamiento concejil.

Llega la Revolución Francesa de hace doscientos años y todos estos impuestos indirectos desaparecen. El cambio más notable es que los nobles son obligados a pagar por primera vez a la Hacienda Pública; pero las clases menos acomodadas siguieron viendo el sistema fiscal injusto; pues a su criterio los poderosos pagaban poco de lo mucho que tenían, y los asalariados y pecheros seguían pagando mucho de lo poco que acumulaban. En la Iglesia no se establecen grandes cambios, salvo el decoro de la encíclica de la Doctrina Social, que nace justo cincuenta años después de las ideas de aquel barbudo Carlos Marx.

Ahora, lo moderno es pensar que la protección sanitaria, el cuidado de las personas dependientes o los servicios englobados en la oferta educativa parecen más atractivos que conservar a los duques o a los obispos y vicarios. Pensamos también que el alumbrado público, el agua potable tratada y servida a presión a domicilio, los accesos a pueblos y ciudades, las refrescantes piscinas en verano, las instalaciones deportivas, … requieren una ingente suma de dinero público -proveniente del público- destinado a mantener instalaciones y pagar salarios a los responsables que las gestionan y a los trabajadores que las mantienen.

Esta moderna idea de disfrutar socialmente lo que soportan los impuestos, está honestamente arraigada en los ciudadanos de los países de Europa central, la duda que tengo se solventaría si alguien me apuntase cuál es la pócima preventiva que nos impide el contagio.

Goyo
12-12-11

La Europa que debe edificarse.

Europa

Puede parecer asustadizo o vano el titular de estas líneas; puede también incluirse en el grupo de los titulares espasmódicos, engreídos, biensonantes,… suceden estas posibilidades porque la opinión etérea de un ciudadano aislado y sin representación acumulada merece otro titular más humilde. No obstante, demostrada la torpeza de la excelsa clase dirigente europea, otra tontá más -que surja de un ciudadano dirigido- debe ser soportable.

Pues la resulta es que nos dicen que nos han/hemos puesto en el abismo de la elección «susto o muerte» y se instala un sentimiento general educado para soportar más sustos que -en forma de recortes contables y sociales- rebanan, reducen y maldicen lo que se bautizó como «bienestar social». Por ejemplo, los señalados por la poda del gobierno portugués para su ciudadanía, los anunciados por la Presidenta de Castilla Manchada, los que ya están sufriendo los catalanes, los italianos, los belgas,…

El abuso cometido se denomina déficit, que antiguamente se llamaba empeño y que a la sabiduría de la contabilidad casera, le asienta mejor el término «trampa«. En el arreglo de trampa común, se ha impuesto la lógica de gastar mucho menos para remediar la diferencia negativa; lo que a mí me sigue alimentando dudas es por qué no podemos diseñar decisiones que aumenten los ingresos, que recojan superavits paradisiacos,… en fin, que amputen tirasavias, que corten mamones -utilizando la nomenclatura de la poda y el aclareo-.

Naturalmente, esto último conlleva aparejado un aumento de impuestos que se defina diverso y no se haga al modo que se están ejecutando los recortes: los impuestos han de ser proporcionales a las riquezas, con tasas diferenciadas en varios tramos donde el porcentaje del gravamen crezca a medida que se ascienda de tramo. Aprovechemos que también los recortes funcionen de manera similar pues hay ya economías tan recortadas, que a ellas no debiera acercarse más desprotección. ¿Qué Justicia se cultiva eliminando gratuidad de libros a los hijos de un matrimonio de parados ?. ¿ Por qué hay que rebajar un 3% el salario de un funcionario del grupo D y también el mismo porcentaje de rebaja para el sueldo del funcionario del grupo A? ¿No debiera, al menos, cada grupo o nivel someterse a diferentes gravámenes? ¿Qué pecado contable han cometido las personas que percibe una pensión mínima?

Si deseamos una Europa funcional y funcionando, eso de la «soberanía nacional» hay que guardarlo y esconderlo para recuerdo del pasado de aquel Mercado Común de naciones inconexas, y creer que ahora deben articularse los espíritus hacia una soberanía europea. No nos ha bastado con la eliminación de fronteras y aduanas, recorrer Europa con euros en mano es una comodidad ficticia: las esencias de las «economías nacionales» siguen perturbando el paisaje que debiera.

No basta con una moneda única, que para lo único que nos ha servido es para demostrarmos que ello exige una fiscalidad europea común y única.

Y esta fiscalidad rigurosa se lleva ejecutando en algunos países europeos desde finales de los años 70 -Holanda, Dinamarca, Alemania, Luxemburgo- que bastante han aguantado soportando las burlas y hábitos huidizos de nuestra cultura evasiva y de nuestra burda concepción que creer que el Ministerio de Hacienda está compuesto por un atajo de perseguidores del dinero ajeno.

¿Cómo se van a creer las mentes habituadas a esta Europa industriosa y fabril, que la media de las declaraciones de los asalariados españoles es superior a la media de las declaraciones de los empresarios?

Goyo
05-dic-11

De traductor.

Firma

Hoy ya no ha sido necesario lanzar los mensajes ingratos a través de voceras más o menos consentidas; el mismo Mariano, en la entrevista extensa y grave que recoge El País, lo dice porque sabrá mejor.

El título motor del papel físico es que «la Dependencia no es viable«. Luego, es muy posible que la «independencia» sí lo sea: lo mocosos, los lisiados, los crónicos y los carcamanes serán reconocidos en autonomía plena, «in spite of little soreness», «malgré un petit peu de malaise», «trotz der eine kleine Muskelkater» …cosas que no quiero traducir.

La otra creencia firme del señor entrevistado es que las prestaciones por desempleo van a bajar porque habrá menos personas con derecho a cobrarlas, y que en este terreno, lo importante será el esfuerzo contra el fraude en la percepción de las prestaciones por desempleo. (Eso quiere decir que lo mismito que usted es capaz de pensar solito)

Cosas más diversas y divertidas parecen desgranarse de sus respuestas relativas a las partidas de los servicios públicos básicos: justicia, defensa, exteriores, seguridad,…a lo que dice «contemple que pueden subir los ingresos por mejora de la actividad económica«; respuesta que no requiere explicación ya que si usted sigue leyendo esto, no es personaje confundible.

Páginas al lado, Germán el Rompedor (Herman von Rompuy) también acaba de aclarar su profunda convicción: «necesitamos los países del euro una fiscalidad común»; o sea, una unificación de los impuestos, que siempre ha sido el dolor que ha servido de remedio a mocosos, lisiados, crónicos y carcamanes.

Goyo
17-nov-11
Hoy, San Gregorio Taumaturgo.
Gregorio significa vigilante y rápido; Taumaturgo, que hizo un montón de milagros.

Hacia una solución final?

30monedas

Cuentan algunas de las películas que he visto, que -en determinadas circunstancias- judíos polacos o zíngaros búlgaros admitían con decoro inhumano ese traslado último que los conducía del barracón de prisioneros al barracón del gas letal. En tan estudiadas circunstancias, la imposibilidad física de escapatoria facilitaba la construcción de una valentonada cobarde: con cierta compostura corderil se aceptaba aquel último viaje.

Otras de las historias más recientes, que sin duda también serán elevadas a condición artística, cuentan tragedias económicas edificadas sobre la hipoteca de una vivienda adquirida en burbujeante periodo. Aún pareciendo extraño, injusto y explicable, la magnitud de las tragedias se mide hoy mismo por la cantidad de recortes económicos que a nivel social y a nivel individual estamos sufriendo.

Es de tal grado el empalagamiento, el nominalismo y la exquisitez propagandística sobre el concepto del «recorte», que nadie se atreve a huir de su aparente e inexorable devenir . Conviene recordar que inexorable lo mismo puede significar que no se puede evitar, que significa que no se deja vencer con rogatorias. Como si una legión de predicadores se hubiese repartido en hogares, fábricas y bares anunciando la mala nueva. Ves la tele y una sencilla persona ya «ve normal» eso del recorte, su extensión, su generalización, … su contaminación.

Por simple lógica, una situación de déficit contable -como la que nos hemos, y nos han, fabricado- requiere el equilibrio que elimine la trampa. Ignoro aún por qué se ha elegido la opción de reducir gastos sociales y no se ha buscado el equilibrio aumentando los ingresos sociales.

Es decir, que tan válido es el ajuste deduciendo gastos como lo es incorporando nuevos y mayores ingresos. O sea, elevando los impuestos.

Ahora mismo no sé dónde lo he leído pero una encuesta afirma que una mayoría de nosotros prefiere que se consiga el ajuste con políticas de recortes que son políticas de impuestos. Yo creo que la explicación la podemos encontrar en que una inmensa mayoría no es funcionario; me explico: los autónomos, los empresarios, los profesionales libres,… están sujetos al impuesto por rendimiento de su trabajo una vez que ha percibido sus haberes, a posteriori. Mientras, la clase funcionarial percibe sus haberes tras la correspondiente carga de retención impositiva. Si a ello añadimos la circunstancia probada en este país de que la media de las declaraciones de los asalariados supera a la media de las declaraciones de los empresarios, podemos entender en algo las poquitas ganas que tiene la gente de someterse al impuesto y la valentía a soportar los recortes. Creen que sale «más económico» a sus bolsillos soportar la parte del recorte que afrontar la parte que exige una mayor participación.

No obstante, yo sigo creyendo que si la inteligencia política, el oficio periodístico y la pedagogía de los dirigentes sociales se hubiesen dirigido para convencernos de que es mejor aumentar la solidaridad que fomentar el individualismo, de que es mejor subir los ingresos que rebajar los gastos, ahora estaríamos en ilusiones más alegres y en perspectivas de futuro más aguerridas.

Así no ha sido; y lo que más pernicioso se presenta es que, aún así, están dispuestos a votar a los recortistas.

Mi parte está cumplida.

Goyo
03-oct-11