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Desde hoy, y a lo largo de una posible quincena, un gentÃo que dobla a los cinco mil habitantes de mi pueblo, comenzará a presentarse en la Isla de Bali para participar de alguna manera en la XIII Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC). Se presume que además de los correspondientes delegados y representantes varios de 190 paÃses, acudirán periodistas, activistas, curiosos y agoreros.
De todo habrá en esa que dicen hermosa isla; hay hasta ilusiones, incluso se han declarado intentos de superar -con un nuevo compromiso global- el Protocolo de Kyoto.Â
Me parece muy bien, sobre todo porque me parece que tan solo quedan cinco gobiernos sin adherirse a los principios de Kyoto. Ayer mismo, fue el nuevo y recién estrenado Primer Ministro australiano quien firmó el Protocolo, lo que puede suponer que también tenga que firmar dentro de catorce dÃas otro mejorado; no importa, le cae cerca de espacio y de ánimo.Â
Como casi siempre, las mayores dificultades estribarán en seguir los cursos y actuaciones que los cientÃficos sugieran; no por dificultades de las ciencias o de las letras, sino por las dificultades de las voluntades financieras, que es una asignatura difÃcilmente encuadrable. FÃjense sino en las cuentas que ahora ocupan a bancarios, polÃticos y economistas de esta hermosa penÃnsula: según analice y haga las cuentas tal banco, tal partido, tal gobierno o tal facultad de EconomÃa, sale un balance catalán y otro madrileño.
Cojonudos que son los economistas: ni letras, ni ciencias: pasta nostra.Â
En su honor -en el de la buena gente de Bali- voy a sembrar unas bellotas. Las plantas que nazcan las cuidaré con esmero y espero regalar alguna encinita o algún alcornoque a quien se lo merezca, sea de pueblo manchego, sea segador payés.
Goyo
04-dic-07