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No tenemos ni partido polÃtico, ni cadena de televisión, ni tabloide de prensa escrita, ni radio con música que acompañe. Sólo somos unos escasos y variados amantes de ideas libres y casi a diario engrasamos una maquinita de la que perdimos una de las mejores piezas sin apenas hacer el rodaje: Enrique Padrós.
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El pasado viernes, a la misma hora que acababa el recreo con mis alumnos, Enrique Meneses y Guillermo Fernández recibÃan el premio que nuestra asociación querÃa hacerles llegar con el nombre del ilusionado e idealista Enrique.
 Yo no pude estar allÃ, y lamento no haber aprovechado la ocasión para labrarme las primeras impresiones de y con  Enrique Meneses, a ver si con ello también aprovechaba recogÃa calidad humana como la que reparte Guillermo. Todos los finalistas son merecedores; incluso son merecedores hasta los primerizos. Al dÃa siguiente, supe de opiniones y juicios que vertió el señor Anasagasti sobre el cuaderno de Guillermo.¿Por qué se instala en algunas personas sanas la creencia de que pueden ser odiadas?. Tal respuesta la debe saber uno de mis blogueros preferidos: El Gran Wyoming, que nos aporta la permanente evidencia de saber disfrazar con ácida ironÃa los hechos y declaraciones de personalidades que huyen de la prudencia y se esconden cerca de la gilipollez; Wyoming sabe arroparse con burla sabia e irreverente -por mucho âReverendoâ que le acompañe- Â
Las ideas de Wyoming son para mi siempre un premio regalado, me demuestra que sigo teniendo dependencia de aprendizaje, que me falta mucho para la lucidez, que su genialidad alumbra mi torpeza,… y más piropos que nunca rebajarán el reconocimiento de nuestro colectivo hacia el periodista Enrique Meneses.
 Allà arriba, en las tierras vascas, envidio la hombrÃa demostrada de Eduardo Madina o la frescura comunicativa de Patxi López. ¿Por qué se instala en algunas personas sanas la creencia de que pueden ser odiadas?,… ¿qué de reprobación o rechazo se contiene cuando alguien decide dejar un valor para segundo o tercer puesto?Â
No hay máquinas para hacer de un premio que nace de la sencillez de un grupo de buenos amiguetes una aspiración de relevancia nacional, ni máquinas que detecten que se está dopado de envidia hasta el cogote; lo que no esperába yo, es que el señor Anasagasti malgaste su buena fama en hacer famoso a nuestro premio.
Goyo
25-feb-08Â
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