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Cada vez es más imposible asegurarse días repletos de quietud mental; no de conservadurismo ideológico, sino de sosiego intelectivo, de reposo afinado, de aprovechamiento de lo experimentado,…
Oigo como si la frase estuviera rodeada de una especie de aureola sabia: «El parado que se forma, está trabajando para el país«. No obstante, las fuerzas de la intranquilidad opinan que esta opinión es un insulto obrero.
Quizá yo sea un renegado de lo «popular» como acepción contemporánea, quizá sea un imprudente creyente del valor formativo,… a lo peor un inusitado inocente de ese principio que augura éxito futuro a todo lo que es tocado por lo educativo. Las alumnas trabajan por mi país, los maestros trabajan por mi paisanaje, los catedráticos aportan riqueza a mi ciudadanía,… y así un cúmulo de personas mejor o peor pagadas las considero trabajadoras en favor de la sociedad que nos cobija.
Incluso considero trabajadoras a las personas que afilan a diario la ignominia y el fariseísmo, incluso a las personas que piensa y argumentan al genial estilo explicado brevemente como lo explica El Roto.
Aunque deformen.
Goyo
14-sep-10