Le voy a corromper

 

 

 

Aquel alcalde me comentaba que debiera establecerse, según el censo donde se anotan los ciudadanos que se acercaron aquel día a votar, un “turno de compañía consistorial”. Trata el invento de que, cada uno de los días en los que el Alcalde ostenta función de silla y atención, el agraciado ciudadano, o ciudadana, estaría sentado a su lado, escuchando cualquiera de las conversaciones que la autoridad tuviese con la persona que se acercaba al Ayuntamiento para solicitar, comentar, reivindicar, protestar, sugerir,… Eso sí, el invitado no tendría derecho a intervenir; tan sólo guardar silencio y expresar corrección y respeto.

 

El primero es el mayordomo de la cosa del a Virgen, que dice que los alrededores de la ermita, con las aguas de abril y el sol de mayo, se prodigan en altos pastos que serán peligrosos bien pronto y que las paredes han de encalarse y recomponerse porque total, ¿qué hacen por aquí esos del PER?… que allí dando unas peonadas todo el mundo guardaría regocijo. No hace falta decir que el señor Alcalde debe silenciar que tan piadoso asunto lo puede interpretar un juez como malversación de fondos públicos ya que, también todo el mundo es sabedor, aquellos terrenos no son de propiedad municipal.

 

La segunda visitante no es otra que la cuñada del primer edil. Que por qué no, que ese concurso para pintar las rayas del suelo y que los coches aparquen ordenados se le debería dar a la empresa de su marido, que para eso es de la casa y que lo va a hacer muy bien, que las otras empresas son unas cantamañanas y votaron al bando de los malos, que los buenos somos nosotros. Y que mira, que si la cosa no sale bien te mando a la familia a un escrache o a una pintada de esas en la puerta de tu parcela. Y no lo tomes como amenaza.

 

La tercera es la visita del jefazo de esa empresa modelo que reparte trabajo en el pueblo y que tiene como ochenta y pico de obreros y que mira tú por donde necesita esos terrenitos –que no llegan a una hectárea, es verdad- pero que no los puede comprar ahora la empresa porque ya se sabe que “la cosa está mu mal” y que si se los dejase prestao pues podría salir la cosa adelante “sin necesidad de despedir a nadie”, Y que vamos a tomar un cafelito que, aunque tengo muchas cosas que hacer, te invito a un cafelito.

 

Y se va con tres dudas, tres.

 

Goyo

27-may-13