Muy contento me había puesto yo ayer con las noticias próximas que indican que sigue habiendo humanos dispuestos a sembrar arbolitos aunque, de vez en cuando, otros humanos sean arboricidas (¿violencia de especie?). Y me llega la desagradable noticia facilitada por Santi de que la Iglesia, o la Ciudad de la Iglesia, necesita desprenderse de unos cuantos centenares de históricos árboles madrileños. Son árboles ya indicados por la historia como esencias del Madrid clásico de merienda y elegancia, colocados mirando como para Extremaduray vecinos de eso que todavía llaman “Manzanares”.
Pues no me parece bien que la Iglesia trate con excesiva frecuencia disponerse contra las tendencias sociales más aceptadas; máxime si son aquellas tendencias que manifiestan tanto respeto al pasado como al futuro: conservar los pocos árboles que quedan y ampliar las superficies boscosas asegura incluso que siga haiendo maderos. Se molesta el cardenal Rouco por los letreros de algunos autobuses allí donde dicen que «Probablemente»; deberá entender que a otros también nos molesta que probablemente donde hay más de quinientos árboles, queden solo «cuatro plantas».
Goyo
20-feb-09
