Cuando Alfred Nobel plasmó su herencia en noviembre de 1895, en el Club Sueco-Noruego de París, se sintió culpable por su responsabilidad como empresario enriquecido a través de una industria productora de dinamita, cuyo principal mercado dejó de ser la minería y se trasladó a la guerra. Esta puede haber sido la motivación principal de su afamado testamento, quizás unida a la costumbre de la época de realizar acciones altruistas.
Ya sabéis que dejó fuera del galardón a productos del intelecto tan elevados como la Matemática o la Filosofía; tiene su historia, que ahora no interesa.
Lo que ahora me interesa transmitir es que a partir de 1968, el Banco de Suecia inventa y otorga el Nobel de Economía, premio no instituido por Alfred Nobel y galardón que aún su familia sigue sin aceptarlo como tal. Muy a pesar de este reconocimiento a los estudios económicos, no parece haberse notado beneficios globales evidentes para la sociedad; como prueba está que en febrero de 1995 se acuerda que el premio de ciencias económicas sea redefinido como Premio a las Ciencias Sociales, sin que su remodelada definición sea reconocida en plenitud. Ya veis, este año, se ha concedido a estudiosos economistas de la cosa bancaria, lo que nos faltaba para seguir dudando … perdón, afirmando. ¿Se ha conseguido con alguna de las teorías premiadas reducir la pobreza?
En respeto a la intención primigenia y a la memoria de Alfred Nobel, yo permanezco en el atrevimiento para que se retire el reconocimiento y galardón a los estudios económicos y se deriven los fondos y las medallas para premiar a las personas o instituciones que se distingan por su compromiso y defensa del Medio Ambiente.
Comienzan a madurar los membrillos a la vez que se anuncian los premios Nobel.
Goyo
10-oct-22
Excelente Goyo. Un abrazo. Santi