Otra vez el agua

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No soy un estudioso del agua, pero sí un curioso de la cultura que hacemos de ella,…de la pasada y de la que nos imponemos. La curiosidad por esta temática me la despertó la lectura de las Actas Capitulares del Ayuntamiento de mi pueblo; las referidas al año 1935, que en aquel día 25 de mayo acordaron los síndicos casareños considerar que para aquellos seis mil habitantes, se debería procurar un servicio público que asegurase el agua potable que alejase el paludismo.

El móvil procedía de los peritados informes de la época cuando aseguraban que con un depósito de 30 m3 se garantizaba agua suficiente para la población. Las cuentas se cifraban en que si una persona consume una media de 1,8 l/día para beber, con un depósito de treinta mil litros, hay agua de sobra si las bombas aseguran el llenado diario del depósito, que, una vez lleno, tiene el margen de casi dos días en caso de avería o falta de fluido eléctrico.

Me ahorro otras fases y otros comentarios de los ingenios de los ingenieros avalados por sus respectivos colegios y de cómo vaticinaban sobras y excedentes que extrañamente se esfumaban con el paso de pocos años. Por ejemplo en el año 72 se aseguraba que con aquel primer pantano lleno, la población tendría agua para cuatro años y para la floreciente industria que allí se iba a instalar; 9 años después -con la misma población de cinco mil habitantes y casi apenas industria- el pantano repleto no soportaba tres meses de consumo y hubo de hacerse otro quince veces más grande.

En la última vez que repasé los datos, cada uno de nosotros consumía una media de 186 litros al día; era el año 1999.

Cojo de ejemplo actual Mérida como podíamos haber elegido otra ciudad; cuando tenga un ratito le echaré las cuentas.

Mientras, tienen ustedes datos para entretenerse.

 

Goyo

29-sep-08

 

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