Como si fuese ese anticiclón que hace dos meses invade la razón seca, las decisiones de muchos gobernantes parecen dispuestas como para contentar a extraños a base de cabrear a propios; con lo que eso lleva de pecado capital: los votantes pueden pasar a ser ilusos avergonzados.
El pasado decinueve, domingo, nuestra ciudad cacereña acogió a unas cinco mil personas que se manifestaron contra la Reforma Laboral; ya saben, allí estaba el grueso laboral maduro, que la parte juvenil se ocupó de restañar en la camita la resaca del sábado de Carnaval.
Todo se achica, se reduce, y minimiza; lo que provoca parabienes y piropos de gente extraña pero al parecer muy influyente. Para algunos, los cortes y amputaciones administradas al sistema educativo son una buena solución, pues facilita sobremanera la proliferación de imbéciles anodinos, siempre más fáciles de persuadir, y así podrán fácilmente dejar de ser ilusos avergonzados.
La revuelta valenciana denominada “primaveral”, en realidad nace con una tenue e inocente protesta de un estudiante que eleva a la red a sus colegas de aula arropados con mantas porque en el instituto le han dicho que el gobierno competente no compra más combustible para la calefacción; vamos que su origen es puramente invernal, de cosa cruda, nada de ternuras primaverales. Dicen los psicólogos que es en esa edad -en la adolescencia- cuando mejor despiertan los intereses sociales y las tendencias altruístas de auténtico compromiso por la ayuda hacia otras personas. Debe serverdad, la silente y absolutísima mayoría de jóvenes de la llamada generación “ni-ni” quedaron dormitando la mañana.
Los niños manchegos ya nacen adoleciendo de la clásica pueba del talón, así aprenderán, junto con su entorno familiar, que los laboratorios de análisis celebrarán bien pronto la llegada tumultuosa de padres y madres asustados y asustadas.
La adolescencia valenciana ha dado un paso irreversible porque a ella se ha añadido la juventud, la madurez y la vejez, los enseñantes con deseo de educar y los estudiantes con ánimos de saber. A nosotros nos queda saber si eso de la adolescencia primaveral será contagioso.
Goyo
26-feb-12