La tarde es de junio cálido y revoltoso de vientos, de soles intensos y sombras que ennegrecen lo fresco. Pienso en un himno que pueda ser ilimitado, que no admita parcelas, que sea proindiviso. Desgraciadamente sólo conozco un idioma que me permite sacar los adentros.
Himno roto.
Hemos callado la voz del silencio,
y una luz lejana, de allá, nos anima.
Júntate conmigo, que nada me extraña,
que acepto compaña de quien se me arrima.
Sin espaldarazo, aspiro a ser noble,
soy persona dócil vestida en rebelde,
cultivo la duda al dormir la noche
y luego recojo la fruta del día.
Cántame lo mismo que ahora mismo canto,
rómpeme en cien cachos si me ves mintiendo
llámame tan pronto como necesites,
te echaré la mano que me deje el tiempo.
Donde voy, llevo la patria,
donde me esperan, me asiento,
navego en todas las tierras,
no me empujes mar adentro.
Goyo
17-jun-12