Algunos hombres y algunas mujeres.

No sé por dónde empezar en este primer día de vacaciones imparadas. Así que saco el trasmallo de la prensa y pesco cuatro o cinco revulsivos que me revitalizan. El primero que se presenta es un tal Félix de Azúa, al que leo dos veces -después de la tercera- con el esfuerzo pensado de que no sé nada de él, como si antes no lo hubiese leído. Traición que no me sirve porque me vuelve la obligación de identificarme. Gracias señor Félix por averiguar algo de mi infancia y mucho de mis predicciones.

Después, en el tiempo, me recuerdo en el recuerdo del rato de espera en el aeropuerto de Tenerife y la cháchara con Nacho Escolar, Ícaro Moyano y César Calderón. Hoy he vuelto a leer con entusiasta envidia la Injusticia Universal. Felicidades Gran Hombre.Ente él y otros grandes amigos están haciendo de Público el mejor medio de expresión periodística.

Me entorpece de nuevo la escapada argentina de uno de los políticos en el que los republicanos usáticos comenzaban a depositar esperanzas. La gente sigue loca por el sexo. Sigue viva.

Y luego se presenta Patrizia D’addario con microfóno en mano y a su lado, un mozo con burka cibenético -ya lo comentaré otro día-.

Termino el repaso con una noticia cortita y que sospecho habrá pasado algo desapercibida; se refiere a que un estudio dice haber probado una vieja teoría: cuando un humano usa una herramienta, el cerebro la asume temporalmente como una parte más del cuerpo.
Ya no sabía si pensar en Sanford, en Berlusconi o en tirar la prensa al contenedor de cartones y papeles.

Seguiré dando gracias a Félix y a Nacho.

Goyo
27-jun-09

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