Los que no dominamos el arte supremo de la imagen didáctica, del dibujo magistral, de la ilustración genial,… nos consolamos con intentar -incluso con menos de mil palabras- el traslado de lo que yo siento como idea para que tú te sientas con la posibilidad de compartirla.
Hoy quiero hacer compinches y seguidores de Andrés Rábado García, sátiro inmenso y maestro de mis dudas más coincidentes con sus dudas. Hoy le copio para mi título el mundo grande de sus escasas palabras: «a veces sueño que llueve«, que es un puente que no salva aguas, un puente pensativo sobre cauce reseco, un puente inútil que une el descalabro del quasidesierto paisajístico.
Me lastima Andrés mi escasa capacidad predictoria: el cambio climático ya no se avecina, lo tenemos de inquilino astuto, de ocupa radical y se hace notar al estilo culto del bautizo sin agua. No llueve.
Y me sigo asustando de mis alocadas afirmaciones censadas en el 2002, cuando indagué prudentemente sobre la evolución del uso del agua en mi pueblo; del uso del agua pública y del uso del agua privada (que aún no entiendo que pueda haber aire privado). Compuse un panorama asustadizo para dentro de treinta años: si el nivel de uso de agua no se modifica, las futuras guerras se fundamentarán en la capacidad del control del agua potable.
Otra de las conclusiones estima que, de seguir la evolución de uso del agua tal como se registra desde 1930 al 2001, mi pueblo deberá tener en el 2050 un embalse igual de extenso que su término municipal, por lo que convendría modificar la tendencia actual del adosado por el palafito.
Otro día diré más cosas, lo que sigo sin explicarme es por qué Andrés firma como «El Roto«, con lo entero que se me presenta.
Goyo
05-sep-06