Puede ser que en estos periodos vacacionales aparezcan ideas para trasladar algo útil que compartir.
La chispita de ánimo me la ha levantado ese señor responsable del diseño de los bañadores que ayudan a los deportistas a luchar contra el tiempo y contra el espacio; dice el artista que al menos ha de emplearse una hora para colocar la pieza en su sitio, que aunque no tenga costuras, su concepción alberga la protección precisa y estudiada de determinados paquetes de músculos y deja en libertad vigilada a otros paquetes. Claro está, al final a mí se me ocurre que todo esto del bañador poco tiene que ver con otros trajes; no obstante, nos alumbra el diseñador anunciándonos que todo se obtuvo tras una observada y atenta muestra de cómo algunos animales de la Naturaleza funcionan en el agua; así, dotando a los humanos de una vestimenta de tal corte, es posible nadar mejor y más deprisa con el mismo esfuerzo.
A la Naturaleza de los simios superiores la llamamos “Sociedad” y, según muchos estudiosos, un simio superior bien vestido es más superior que cualquier simio desnudo; y además, dotándolos de un buen traje, es posible enriquecerse más y mejor con el mismo esfuerzo. Las pequeñas variaciones entre ambas similitudes sólo afectan a las diferencias que encontremos entre paquetes, maletines o bolsas de plástico.
Así que me dije: si tú no te animas, lo hará el enemigo y ahora que tus vacaciones apenas te dejan tiempo, conviene aprovechar los escasos frutos de su mente. Fíjate como ése afamado diseñador ha copiado de la Naturaleza sin que intervenga la SGAE, y lo mismo podrás encontrar soluciones naturales a los problemas que te preocupan. Para mayor y mejor sustento de mi cuita, cae en mis manos un periódico que resalta en la portada que “Europa ya ve brotes verdes”.
Pues ala!…, me voy a dar una vuelta de observador para ver qué brotes verdes me señala la Naturaleza en estos días.
La primera muestra la encuento casualmente en el arandel de la iglesia de mi pueblo; tras bajar de la torre donde había subido para hacer fotos desde lo alto. En el arandel -repito- se me presenta un grueso tronco de cinamomo, seguro que más viejo que yo, retorcido de cuchilladas y golpes, con no muy abundante copa y que me sigue sirviendo como despertador de recuerdos de la infancia. Al lado de una hoquedad grisácea del anciano tronco, han aparecido dulces intentos de ramas, brotes de milésima que no espero que sean capaces de suplantar, sustituir o reforzar la obra y signo de tan arraigado ejemplar. Esos brotes -me digo- es mejor que ni los comentes, no se te ocurra articularlos como manifestaciones que apuntan a una evidencia próxima; si acaso valen, valdrán para premonizar los primeros estertores de un sistema económico que ha servido para sostener a unos cuantos premios Nobel de la misteriosa ciencia económica, a un buen grupo de trajeados y a un numerosísimo público silente a su vez rodeado de otros destrajados y ultrajados. En esos brotes percibo los esfuerzos del conservador. No me valen.
Goyo
16-ago-09