Revolviendo mis papeles, me he encontrado este poemita que compuse al poco de comenzar la guerra de Irak. Me gusta leerlo -lentamente- en dos minutos. Os lo dedico. También a vuestras hijas y a vuestros hijos. ¿Está permitida aquí la poesía tierna?
Poema para que canten los niños y queden tristes.
Hola niñita:
una bala salió de pronto, quemando,...
Una bala rompió la ropa de su mamá,
rasgó la carne, astilló el hueso
y dejó escapar la vida por donde entró.
Y dejó un huequecito por donde se huye.
La niña tiene dedos pequeños
que no pueden tapar los borbotones:
miedo, llanto, sangre y madre.
El nuevo peso del cuerpo le anuncia la soledad.
Tengo otra historia, mi niño:
son dos hermanos que vienen,
la escuela está bajo la lluvia
y su abuelo los mira mojado desde el pobre huerto.
Un rugido asusta al suelo
y sale un monstruo de humo, ruido y barro
que arranca entera media pierna.
Gritan, lloran, penas, minas,...
Más historias:
vio a su hijo fuerte, roto y boca abajo.
El tanque rompió el almendro con pocas flores.
El pozo se suicidó de cadáveres.
Los campos huelen a carne asada
y el hambre se avecina
y se hace presidenta de la comunidad de propietarios
que tienen ahora un nuevo amo.
Que tienen de nuevo a su viejo amo.
Esa es la guerra.
16 de marzo de 2003. Ana Simandro