Deberán estar ilusionadas las setecientas treinta y seis personas; también deseosas de tomar posesión de su encomienda europea. Para esta tarea de parlamentarismo europeo, quizá existan casos animados a coger al toro que secuestró a la dama (¿sería de Cerdeña?) y la disponga limpia de estados críticos. Seguro que algunas personalidades estarán dispuestas a empezar cuanto antes a verdear la esperanza que se ha depositado en este Parlamento Europeo que tiene el largo plazo de cinco años para remendar, o para atender el surgir de los brotes. También habrá otros electos -y otras- que respiren sin dificultad y entiendan que estas cosas -sin ser de palacio- también van para despacio. (Las cosas del Parlamento, …¿van para lento?. -Esta es mía-)
El caso es que existen opiniones que interpretan globalmente lo que la suma de individualidades dispone en un voto: salta a la vista que el electorado ha depositado en las urnas un correctivo dirigido a la izquierda, que lo mismo para otros pudiera ser una demostrada confianza ciega en la derecha. Tal vez, la mezcla de «saltar a la vista/confiar ciegamente» nos dé una Europa tuerta.
Para el discurrir de algunos analistas, como la socialdemocracia no ha sabido solventar la crisis provocada por las perversidades del capitalismo, el electorado entiende que la recesión consiguiente tendrá una gestión más efectiva si el problema lo toma en sus manos el centro-derecha. Ante tal argumentario no deben extrañarse, es otro ejemplo más de la perversidad capitalista.
Así, ahora la derecha tiene no solo la oportunidad de decir las cosas claras sobre cómo corregir tan atrevida crisis, sino que tiene la oportunidad de diseñar, legislar y practicar las curas para que de nuevo la Economía sane, se revitalice y dé otro estirón. Evidentemente, siguiendo sus aireados principios de recuperación, la recesión deberá no estar tan disponible a las veleidades climáticas, a las 65 horas, a la protección de las edades extremas y otros tantos temillas de monta socialistoide, … y tiene como claro objetivo volver al feliz 2006 claro está, sin necesidad de burbuja ladrillera que ya se encargaron de explotar. Como suena.
Para este menester reflexivo, a lo mejor viene bien acudir a cómo la Medicina ha tratado de resolver los problemas patológicos mediante su ingeniería metodológica. En la Medicina clásica existen dos principios básicos, dos dualidades que aún perviven contradictoriamente: la regla homeopática que defiende que las cosas semejantes se curan con las cosas que se les parece; así que hay tratar los síntomas morbosos del enfermo con productos que en el sujeto sano producen síntomas semejantes “Similia similibus curantur” es su bandera. La homeopatía se asienta en dos principios: el de las dosis mínimas y el de la similitud . Puede aplicarse las dosis a través de tinturas, disoluciones, trituraciones, pomadas,… Si la quina cura las fiebres es porque ella misma produce fiebre en el hombre sano –defendía Hahnemann-.Según lo que en ello se proclama, la crisis desaparecería aplicando a la sociedad enferma trocitos pequeñísimos de crisis, como paros individuales o despidos modositos; incluso “eres” pactados una vez hallado el peso molecular según la regla 7.
A mi parecer que se están pasando de dosis.
Alopatía es el término utilizado desde las posiciones homeópatas para referirse a la medicina convencional, que además de este método practica otros. El principio alópata se defiende bajo el lema “contraria contrariis curantur”, por el que se resume que curar exige la administración de sustancias que provocan síntomas opuestos a los que sufre el paciente, o sea, que la crisis se curaría medicando a Europa con aquello que provoque trabajo, dinero y servicios públicos abundantes y gratuitos.
Parece como si le están haciendo pruebas.
También está el principio isopático, que trata de curar la enfermedad utilizando los mismos productos que la produjeron, lo que, según Hahnemann, solo puede agravar la enfermedad; “aequalia aequalibus curantur“ es su rezo sagrado. Estas últimas son prácticas médicas no validadas. Muy a pesar de ello, hay profesionales que siguen defendiendo que la crisis se soluciona cuando impere de nuevo el ladrillo.
Existen otras metodologías que usted mismo podrá consultar en cualquiera de las páginas que la red nos ofrece. Además, queda como último recurso la cirugía.
Quedan aún otros métodos menos conocidos, otros más escondidos y exotéricos, chamánicos, santeros, … incluso los de caña y barra.
Para los pobrecitos que no llegamos a las alturas intelectivas de Paracelso o de Hipócrates, nos agarramos con mayor fuerza a los refranes de pueblo: parece que han puesto la zorra a cuidar gallinas.
Goyo
12-jun-09