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Según un biólogo -que mi madre sabe algo menos- el complejo proyecto de instalar una refinería de petróleo en el sur de Extremadura es «discutible«.
Esto no es nada nuevo y así llevamos viejos tiempos; pasan los meses y perduran los ánimos enfrentados: los que la quieren se quejan inseguros de tanta tardanza ministerial y lo que la detestan reciben otro grado de inseguridad; lo que para unos es indicativo de que existen dudas razonables que tratarán de ser resueltas exquisitamente, para los otros son verdaderos indicios de inviabilidad del proyecto. Vuelven a la carga las discutidas consecuencias de salud y trabajo.
El exitoso grupo empresarial extremeño que tiene en sus ilusiones la puesta en marcha de la gran factoría del refino, ne cesa marcha en aportar correcciones que de una parte y de otra le demandan: que eso no es sólo extremeño porque también es andaluz, que eso no es sólo español porque es también portugués y europeo, que eso no afecta sólo a las tierras porque también afecta a las aguas del Guadiana, que eso requiere comunicar con tubos la costa con el interior,… y en ese entubar es donde se recrudecen de nuevo las inmensas dudas que sirven de alimento a las diatribas.
Ya lo vi hace más de una año ojeando un periódico de Huelva; diversos colectivos que se declaraban vigilantes de la zona norte de provincia, que sería atravesada por la conducción de crudos y cocidos, proclamaban sus miedos a los escapes. Y es que conociendo el estado de la cuestión a la hora de trasladar el agua potable (hoy es el día Mundial del Agua) pregunto a mis cercanías cómo sería la cosa con el transporte de crudos refinados o sin refinar.
En los años de la crisona verdadera, mi madre vigilaba a diario el estado de estanquiedad de las tres cántaras de hojalata que guardaban el aceite para todo el año: «… y es que el aceite es más fina que el agua»; y decía la palabra «fina» poniendo los labios finos.
Goyo
22-mar-10
Día Mundial del Agua.