Una posible conjunción entre lo público y lo privado

Es muy abundante la opinión expresada acerca de la bondad de las iniciativas públicas para hacer marchar -o recomponer- el estado actual de la cosa social; quizá sean igualmente abundantes las propuestas que apuntan y defienden que este estado de cosas sólo se remedia con una tendencia firme y sostenida de procesos de privatización.

La creencia en la eficiencia y predominancia de los procesos públicos para arreglar los desvaríos sociales tiene su cuna y almacén en las diferentes ideologías denominadas socialistas o socialdemócratas; mientras que la defensa y marketing de las iniciativas privadas se depositan y alimentan en casas de ideología conservadora o neocon.

Podríamos acudir a la imagen de que las dos interpretaciones se mueven a lo ancho de una banda espectral cuyos extremos serían, por una parte la postura intransigente y contraria y, por la otra, la posición cercana o dialogante con la opuesta concepción. Por tanto, la ideología global interpretativa es en realidad un espectro de opinión que alberga cualquiera de nuestras variadas opiniones y cabe pensar que debe haber una zona de posible encuentro, quizá cercana a la zona central.

Miles de nuestras empresas que florecían hace cuatro o cinco años, han ido desapareciendo empujadas por la ruina diseñada desde el imperio financiero; otros muchos cientos de empresas e iniciativas públicas conocen la demolición controlada desde hace, injustamente, un año. El resultado es que las poquitas iniciativas empresariales que subsisten lamentan que no se aprecien ánimos financieros desde los redimidos bancos, ni ánimos de ofertas procedentes de los “ajustes” de las administraciones públicas de nuevo cuño.

Al desencanto privado se le ha sumado el cáncer de la molicie pública que contamina en extremo a eso que se pretende tanto airear como enterrar: “los emprendedores”. Un colapso de aventuras empresariales se ha decidido por quienes tienen capacidad de decidir estos colapsos.

Quizá un territorio poco explorado sea el de provocar una conjunción entre iniciativas empresariales honestas y administraciones públicas deseosas de servir; conjunción que debería nacer sin prejuicios previos ni desconfianzas mutuas; y, animadas por un diseño, una dirección y una financiación compartida, donde lo público pierda su marca pura y lo privado su condición de “sociedad anónima”, donde se conozcan a las personas que deciden, sus salarios, sus competencias y sus compromisos de transparencia social,… y más cosas que ustedes mejor saben y peormente callan.

Quizá sea este uno de los pasos que necesitamos, pasos que tanto lo pueden dar los pequeños ayuntamientos, como las medianas empresas, como los bancos y sindicatos, como los grandes gobiernos. Sin olvidar que los peores enemigos de esta conjunción se colocarán en los extremos de la izquierda y de la derecha… del espectro.

Goyo
25-jun-2012
Día con más luz gratis.

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